El Congreso, una "escribanía” y un escenario conflictivo

Durante 8 años el Gobierno manejó sin problemas ambas Cámaras pero tuvo derrotas importantes como cuando el Senado rechazó la resolución 125/08 y aprobó el 82% móvil.

El Congreso, una "escribanía” y un escenario conflictivo

La década que cumple el kirchnerismo en el poder deja como balance un Congreso alineado a los designios de la Casa Rosada. Durante ocho de los diez años el oficialismo tuvo las mayorías necesarias para sancionar todas aquellas leyes que mandaron Néstor y Kirchner y su mujer. Por eso es que muchos críticos del funcionamiento del Parlamento usan la metáfora de la “escribanía” para graficar el rol del segundo poder en estos años.

Sin embargo, fue también en el Congreso donde el kirchnerismo tuvo su mayor derrota política, cuando perdió la votación que zanjó la pelea con el campo por la resolución 125 de 2008. Además, durante 2010 y 2011, cuando la oposición mantuvo un control acotado de las dos Cámaras, el Gobierno encontró en el Congreso un escenario de conflicto. Cristina debió vetar la ley sancionada por la oposición que fijó el 82% móvil para los jubilados y no logró tener el Presupuesto de 2011 aprobado.

Néstor Kirchner mantuvo durante sus cuatro años y medio en el Gobierno un Congreso disciplinado.

Las principales discusiones que se dieron entre 2003 y 2007 tienen que ver con temas medulares para la administración K. El Legislativo sancionó la anulación de las leyes del perdón (Punto Final y Obediencia Debida) y aprobó la ley “cerrojo” por la cual se conminó a los tenedores de la deuda argentina a entrar en la reestructuración de la misma, que impulsaron Kirchner y su entonces ministro Roberto Lavagna. Ese mismo Congreso aprobó luego el DNU de Kirchner por el cual se estableció el pago de todas las acreencias al FMI.

La primera presidencia de Cristina Fernández muestra la foto de un Congreso más convulsionado y confrontativo. El gran quiebre fue la crisis política que desató la resolución 125 de 2008, por la cual se fijaron retenciones móviles a las exportaciones de soja. Por idea del entonces vicepresidente Julio Cobos, la Presidenta mandó una ley para que fuera el Legislativo el que definiera su validez.

Como se sabe, el debate duró un mes y cuando llegó al Senado el voto de desempate del propio Cobos bochó la resolución. De ahí en más, el kirchnerismo inició, políticamente hablando, una segunda etapa, en la que buscó dotar de mística y epopeya todas sus grandes decisiones.

Ese mismo 2008, el oficialismo sancionó una ley clave: la estatización de las AFJP, con lo cual eliminó el sistema de reparto y transfirió del sector privado a la Anses 74.000 millones de pesos acumulados. Pocos meses después, en 2009, el mismo Congreso convalidó el adelantamiento de las elecciones legislativas, que tuvieron un saldo negativo para el oficialismo.

El 2009 fue un año importante para el kirchnerismo, que logró que el Congreso aprobara antes de cambiar de composición (favorable a la oposición) una serie de leyes que le sirvieron para consolidar su poder y sobrevivir los dos años siguientes. Entre julio y noviembre de ese año, el Frente para la Victoria sancionó la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y también la “reforma política” que impuso las primarias obligatorias y limitó el financiamiento privado de las campañas políticas. A la vez, prorrogó varias leyes económicas para tener mayor poder de recaudación.

El 2010 fue el año de las grandes confrontaciones. Primero, por la toma de reservas del Banco Central para pagar la deuda, pero también por la ley del 82% móvil vetada por la Presidenta y otros proyectos que quedaron en el camino como la coparticipación total del impuesto al “Cheque”.

El debate más edificante se dio cuando se sancionó el Matrimonio Igualitario, con avales y resistencias del oficialismo y de la oposición por igual. Ese mismo año terminó con el fracaso K en la aprobación del Presupuesto, algo que la Presidenta capitalizó políticamente (recientemente había fallecido Néstor Kirchner). Cuando en diciembre de 2011 Cristina recuperó el control del Congreso, mandó 14 proyectos para imponer su voluntad. Entre ellos la declaración de utilidad del papel para diarios, la limitación de extranjerización de la tierra, las leyes anti-terrorismo y un paquete económico que garantizó más plata al Tesoro.

El 2012 tuvo en el centro la estatización de YPF, en la que hubo gran consenso, pero los rechazos opositores se aglutinaron en torno a la reforma de la Carta Orgánica del Banco Central, la ley que regula el Mercado de Capitales y permite la intervención de empresas que cotizan en la Bolsa; la expropiación de la imprenta Ciccone -cuando se ventilaba en la Justicia el rol del vicepresidente Amado Boudou en la toma de dicha firma por parte de supuestos amigos del funcionario- y el voto de los adolescentes de 16 y 17 años.

Este año el Congreso inició sus actividades en febrero para debatir el cuestionadísimo acuerdo con Irán en torno a la causa AMIA y luego se enfrascó en el debate de la reforma judicial que mandó la Presidenta. A diferencia de otros años electorales, este 2013 el Parlamento está teniendo un rol protagónico y, como pasó en 2009, nuevamente el kirchnerismo está perdiendo legisladores que olfatean un mal momento político del Gobierno.

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