Como persona, testigo del hecho, amiga de quienes fallecieron en la fatídica noche el 21 de abril de 2012, no puedo guardar silencio por el estupor que siento ante el fallo dado por la Séptima Cámara del Crimen al responsable de tremenda tragedia: homicidio culposo...
No puedo dejar de tener una actitud de empatía frente a lo sucedido e invito a quienes intervinieron en la decisión: jueces, fiscales, auxiliares, abogados defensores, querellantes y a la sociedad en general, a hacer lo mismo: ponerse en el lugar del otro...
Dos familias destruidas, los hijos y nietos con sus vidas arruinadas por tanto dolor; los amigos que perdieron seres queridos y las víctimas que ahora están... ¡¡muertas!!
Me pregunto, ¿en qué piensan? ¿Qué les dirían sus conciencias si esta situación irremediable les hubiera ocurrido a ellos? ¿Sentirían, pensarían y sus conciencias les dirían que han decidido bien? ¿O se cuestionarían este fallo?
No me cabe duda de que al autor de tanta desgracia y a su familia se le borraría la “sonrisa” que señala el diario en su crónica. Es más, no podrían “celebrar”... porque se trata de un “homicidio”, que quien lo provocó sí es imputable, cometió todas las faltas y violó todas las prohibiciones de manejo que un adulto mayor nunca pudo haber realizado: conducir alcoholizado, sin carnet, a contramano en un acceso de doble mano, con luces apagadas, omisión de todos los avisos previos que se le hicieron... ¡¡No tiene perdón!!
Me estremezco de miedo e indignación al imaginar que este drama nos podría haber pasado a mí y a mi familia, porque veníamos detrás del auto que conducía el Sr. Grigor y con sus acompañantes , y vi todo ¡¡y así lo declaré en el juicio!!
El “ingeniero” es “culpable” con todas las letras... ¿Cuál será el “castigo justo” que le corresponde? ¿Ocurrirá acá reviendo la carátula y la sentencia dada por la Justicia de los hombres? ¿O en el más allá, ante la Justicia Divina?
Teresa Carolina Stocco
LC 4.966.449