La Justicia condenó este lunes a tres años y nueve meses de prisión a Julieta Silva por atropellar y matar al rugbier Genaro Fortunato la madrugada del 9 de septiembre de 2017 a la salida de Mona bar, en San Rafael. El delito atribuido fue el de homicidio culposo agravado.
Además le dieron a la condenada ocho años de inhabilitación para conducir.
La sentencia fue firmada por el Tribunal Penal Colegiado N°1 de San Rafael, conformado por los doctores Rodolfo Luque, Julio Bittar y María Eugenia Laigle. Para los magistrados, el episodio fue un accidente.
Con la condena, Silva continuará detenida bajo la modalidad de prisión domiciliaria.
En la madrugada del 5 de septiembre de 2017, Silva y Fortunato salieron a bailar en San Rafael. Salieron de Mona bar alrededor de las 5 de la mañana bajo una intensa lluvia. Genaro, según las cámaras de seguridad, estaba ebrio. Ella había tomado alcohol, pero en menor cantidad.
Ambos mantuvieron una acalorada discusión al dirigirse al auto que estaba estacionado sobre calle El Chañaral. Julieta tomó el mando, pero Genaro intentó disuadirla desde afuera del vehículo. Cayó al suelo segundos más tarde, tras correr a la par del vehículo.
Según las pericias, la imputada salió aquella madrugada con su auto que estaba estacionado en el carril derecho de la calle El Chañaral, hizo 150 metros, giró en U y volvió en dirección a la ruta. Fortunato estaba en el piso reponiéndose y es ahí cuando ella lo atropelló y lo arrastró más de tres metros hasta que se detuvo.
Cuando se bajó vio el cuerpo de su novio sin vida en medio de la calzada: le había aplastado la cabeza.
Los peritajes toxicológicos realizados al cuerpo del rugbier indicaron que al momento del hecho tenía 1,8 de alcohol en sangre, mientras que la mujer 0,8, cuando el máximo permitido para manejar es de 0,5.
La estrategia de la defensa de Silva, encabezada por Alejandro Cazabán, apuntó a que la muerte de Fortunato fue un accidente, además de tirar abajo la existencia de un vínculo amoroso entre ambos. En ese sentido, durante la etapa de alegatos, el abogado había pedido la absolución.
En tanto, la querella solicitó 20 años de prisión. Sin embargo, la condena fue bastante menor: 3 años y nueve meses de prisión e inhabilitación para conducir por ocho años.