Jean-Claude Mas, el fundador de la empresa PIP, cuyas prótesis mamarias eran fabricadas ignorando las normas sanitarias, fue condenado este lunes a 4 años de prisión por el tribunal de apelación de Aix-en-Provence (sur de Francia).
El tribunal confirmó el fallo de primera instancia y declaró nuevamente a Mas, de 76 años de edad, culpable de fraude agravado y de estafa con respecto a la firma de control alemana TÜV, a la que engaño durante años sobre la composición del gel que utilizaba para las prótesis.
Mas deberá pagar además una multa de 75.000 euros y le está definitivamente prohibido ejercer cargo alguno en el dominio de la salud, así como administrar empresas.
El tribunal confirmó asimismo la culpabilidad de cuatro ex ejecutivos de la firma, entre ellos el director financiero Claude Couty, condenados a penas de hasta tres años de prisión.
El recorrido judicial de Mas no termina con este fallo, ya que sigue estando inculpado en el marco de otras dos causas, una por homicidio y heridas involuntarias y otra relativa a los aspectos financieros del caso.
Mas cumplió ya en 2012 ocho meses de detención provisional.
'Nada de un científico'
Durante el proceso en apelación, que debió realizarse en el Palacio de Congresos de Aix-en-Provence para que hubiera cabida para las cientos de demandantes, Mas volvió a sostener que el gel de silicona fabricado en su planta a partir de aceite industrial, no planteaba ningún riesgo y rechazó los cargos de que era imputado.
"¿Estafa? ¿En perjuicio de quién? dijo.
"Se hicieron muchos tests, yo soy un maníaco de los tests", sostuvo sin vacilar este aprendiz de brujo, cuyo gel para los implantes mamarios escapaban a todo control y su composición cambiaba según las épocas.
"El hecho de utilizar una materia prima no conforme, no probada, con un proceso de fabricación artesanal, variando las proporciones y la composición (...) es generador de riesgo" para la salud de las mujeres a las que se les implantaron las prótesis, recalcó el fiscal.
Mas no tenía "nada de un científico: su única preocupación era financiera", su gel era siete veces más barato que el producto homologado para uso médico que él hubiera debido comprar, agregó el fiscal.
Las prótesis PIP se rompían mucho más que las de las otras marcas, lo que terminó por alertar a las autoridades sanitarias, que descubrieron el escándalo en 2012.
Empleados de la empresa contaron ante el tribunal que la misma estaba totalmente sometida a su fundador y que éste no toleraba críticas, en particular dirigidas contra su gel, que calificaba como el "mejor del mundo".
En este proceso, unas 7.000 mujeres se declararon demandantes, denunciando la "bomba de tiempo" que llevan instalada en sus cuerpos. Otras denunciaron su "vida desbaratada". "Hicieron de nosotras 7.000 ratas de laboratorio", declaró ante los jueces una de las víctimas.
América Latina, importante cliente de PIP
Las prótesis de PIP eran fabricadas en Francia, pero el 84% de la producción era exportada.
Decenas de miles de prótesis fraudulentas fueron vendidas en el mundo, muchas de ellas en América Latina.
En Argentina, por ejemplo, unas 300 afectadas presentaron una demanda colectiva por 54 millones de dólares en 2013, aunque luego la justicia francesa estimó que la póliza de seguros de PIP sólo cubría a las ciudadanas francesas.
Brasil, por su parte, había prohibido años atrás la importación de las prótesis de PIP, entre otras marcas europeas, por decisión de la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (Anvisa).
En Venezuela, la Alianza de Usuarios y Consumidores (Anauco) anunció hace casi dos años que unas 4.000 venezolanas usuarias de prótesis de esta marca francesa también preveían realizar una querella colectiva.
Las autoridades francesas dieron cuenta de 18.000 mujeres a las que se debió retirar los implantes a raíz de rupturas o irritaciones. Y fueron diagnosticados dos cánceres.