La Justicia penal condenó a tres años y seis meses de prisión efectiva a Miguel Ángel Barroso (69), vecino de Rivadavia y chofer del transporte escolar "El ángel custodio", que fue encontrado culpable de haber abusado, a mediados de 2013, de una menor de solo cinco años, a la que habitualmente llevaba a un jardín de infantes.
Durante el debate trascendió que Barroso ya tiene una condena dictada en 2014 por un caso similar, por lo que el fiscal Oscar Sívori solicitó unificar las penas.
"Siempre es difícil intervenir en denuncias por abuso sexual, pero mucho más cuando la víctima es una niña, no solo por la vulnerabilidad que la edad representa sino porque muchas veces no pueden comunicar todo lo que les está pasando", comentó el fiscal Sívori durante sus alegatos, en los que pidió tres años y seis meses de prisión para Barroso, y unificar la actual condena con una pena previa, dictada en 2014 sobre un caso similar, también ocurrido en Rivadavia.
Para proteger la identidad de la menor, Los Andes no hará mención a los datos de la niña, como tampoco al establecimiento escolar donde concurre y del que Barroso la retiraba a la salida, como hacía con decenas de otros alumnos.
"Este caso sale a la luz porque en el 2014, la mamá de la nena se entera de la condena que le dan a Barroso, que es el mismo chofer escolar que contrató para su hija. Y además, la niña había mostrado un cambio de conducta, por lo que ella sospechó que algo malo podría haberle sucedido; finalmente, la hija le contó que sí, que 'Lito', como llamaba la nena cariñosamente al chofer, la había sentado en el asiento delantero del transporte y que allí la había manoseado", explicó Sívori, y sostuvo que esa perversa modalidad, la de sentar a su víctima en el asiento delantero del transporte escolar para toquetearla, había sido practicada por Barroso con unas mellizas menores de edad, a las que también llevaba a la escuela.
La defensa alegó contradicciones de la menor, pero la jueza entendió que no existieron.
En una primera pericia, la nena de cinco años contó lo ocurrido a una profesional del Cuerpo Auxiliar Interdisciplinario (CAI), aunque más tarde, ese examen fue objetado, sin éxito, por la defensa de Barroso. Casi dos años después de aquel examen y frente a una nueva pericia, esta vez en cámara Gesell, la niña mantuvo silencio para muchas de las preguntas de los profesionales, situación que llevó a la defensa a plantear que en realidad el abuso denunciado no había ocurrido.
Ya en los alegatos y luego de subrayar que Barroso se declaró inocente, la defensa sostuvo que el acusado transportaba un promedio de 100 niños en distintos horarios y que nunca se quedó solo con la menor, aseguró también que no trasladó a ningún alumno en el asiento delantero del vehículo y que las pericias al acusado no mostraban algún tipo de desviación sexual; por último, la defensa señaló ante el tribunal que la cámara Gesell había revelado contradicciones en el relato de la menor.
Sin embargo, la jueza María Victoria Franano, a cargo del debate, coincidió con la postura del fiscal y no solo dio por válida la primera pericia realizada a la menor, sino que sostuvo que no hubo contradicciones posteriores de la nena y condenó a Barroso por el delito de abuso sexual agravado por la guarda de la menor.
Al respecto, Sívori subrayó: "Que la niña haya elegido callar y no repetir lo que contó dos años antes durante la primera pericia no implica de ningún modo una contradicción, entre otras cosas porque su lenguaje gestual marcaba que no quería volver a ver a Barroso, que no quería que él la llevara a la escuela, que elegía bajar la cabeza y tratar de esconderse cuando se le preguntaba por lo ocurrido".
La defensa de Barroso apelará la sentencia dictada en los tribunales de San Martín. Así, permanecerá en libertad mientras no exista una condena firme en su contra.