La Sexta Cámara del Crimen condenó a prisión perpetua a Joel González (20), acusado de matar a puñaladas a Teresa y Hugo Montesino en un crimen que el año pasado sacudió a la Sexta Sección.
Los jueces determinaron condenarlo luego de arduos debates y análisis sobre la cordura de Joel, quien aseguraba tener un amigo invisible y quien se hizo tristemente célebre por llevarse el dedo derecho de una de sus víctimas y guardarlo.
Hoy fue el turno de los alegatos, entre ellos del fiscal Fernando Guzzo y de las defensoras oficiales Silvina González y Ana Granados.El fiscal pidió perpetua y las defensoras solicitaron declararlo insano y eximirlo de la cárcel.
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Pero el testimonio de Patricia Gorra, psiquiatra y directora del hospital El Sauce, echó por tierra la estrategia de la defensa. La profesional de la salud indicó que ha tratado varias veces al imputado y consideró es una persona que comprende sus actos y que no tiene ninguna enfermedad mental.
Además sostuvo -tal como ya lo hicieran en el expediente al menos siete psicólogos y psiquiatras- que esa suerte de amigo invisible que el joven identifica como "Martín", es un invento del paciente.
El joven dice alucinar desde que tiene 12 años, con una suerte de amigo invisible llamado "Martín", aunque la medicación que actualmente recibe lo ha estabilizado y en el último mes la alucinación no ha vuelto a producirse.
Un chico controvertido
La vida de Joel era la de un chico introvertido y de los llamados “raros”. Vivía con su madre y su hermana diez años menor en el departamento de Las Heras y España, en pleno centro.
Estudiaba en el Cens de la escuela El Carrizal que queda en el edificio de la Patricias Mendocinas y se destacaba por la timidez propia de alguien con una intensa y tortuosa vida interior. En la primaria -cuando fue abanderado- registra haber sido víctima de bullying.
Nació en 1994 y desde a los 12 años le confesó a su psiquiatra que tenía un amigo invisible, "Martín", quien le daba órdenes. "Martín" vivía en la cabeza Joel y aparecía para volverlo travieso y a veces cruel. Pero la coartada de la locura no logró salvar al taxi boy.