Una condena a 19 años recibió Javier Romero (30), a quien la Justicia señaló como el autor de las violaciones que sufrieron dos chicas de Medrano, un pequeño pueblo rural de Junín. Los ataques ocurrieron entre 2012 y 2013 y aunque el violador intentó convencer al tribunal de que se había tratado de "relaciones consentidas", los testimonios y las pruebas en su contra fueron lapidarios.
"Lo que quedó demostrado es que Romero tenía un 'modus operandi' que se repitió con ambas mujeres: el acusado buscaba seducir a sus víctimas, las citaba en el parque del pueblo y finalmente las sometía", comentó una fuente, y agregó: "En ambos casos, Romero dice que tuvo relaciones sexuales con el consentimiento de las chicas, pero es evidente que sometió a las chicas e incluso existe la sospecha de que haya otras víctimas".
El primero de los abusos ocurrió en setiembre de 2012, cuando Romero se relacionó con una chica de 16 años, con la que comenzó a charlar e intercambió teléfonos; volvieron a verse en el parque de Medrano, que está en el ingreso al pueblo, y en algún momento él le pidió que lo acompañara hasta su casa porque, según le dijo, "tenía que darle de comer al perro". Una vez en la vivienda y tras algunos besos, la llevó a la fuerza hasta el dormitorio donde abusó de ella. "Intenté sacármelo de encima pero no pude y después de que terminó me dijo que si contaba algo la iba a pasar peor", declaró la chica.
En los días siguientes, Romero se cruzó más de una vez con su víctima, y aprovechó cada una de esas oportunidades para burlarse; incluso, una noche volvió a atacarla y manosearla en plena calle y ante la mirada de algunos amigos. El violador fue denunciado por la madre de la menor, pero la Policía no lo detuvo.
El segundo caso ocurrió más de un año después, en agosto de 2013, cuando Romero abordó a una joven, también de 16 años aunque de contextura tan menuda que incluso la hacía ver como más chica. Se vieron en el parque del pueblo, hubo intercambio de teléfonos y un trabajo de seducción del muchacho mediante mensajes de texto que fueron incorporados al expediente.
En los días siguientes, Romero la citó. Se encontraron en el parque y más tarde, cerca de las 19 y cuando se despidieron, él la siguió, la alcanzó y abusó de ella en un callejón. "La chica era virgen y el violador la penetró por detrás, mientras le sujetaba los brazos; ese ataque fue tan feroz que le produjo un desgarro y un fuerte sangrado, y en esas condiciones, la joven tuvo que caminar dos kilómetros hasta su casa. Es difícil insistir en que fue una relación consentida", agregó la fuente.
Hubo entonces una segunda denuncia en contra de Romero, que finalmente fue detenido el 2 de octubre de 2013, durante un operativo de rutina en Montecaseros, San Martín. En su alegato, el fiscal Oscar Sívori pidió una condena de 20 años y el juez Eduardo Orozco aplicó una pena levemente inferior, de 19 años de cárcel, por los delitos de abuso sexual con acceso carnal en dos hechos, además de un abuso sexual simple.
Por último, Orozco accedió a dos pedidos del fiscal Sívori: en primer lugar, ordenó que el ADN de Javier Romero quede a resguardo en el banco genético del Ministerio de Seguridad, frente a la posibilidad de que surgieran nuevas víctimas de abuso: "No sólo hay rumores sobre otros ataques y otras víctimas, sino que este violador ha mostrado un 'modus operandi', una manera de atacar que se repite", comentó la fuente; en segundo lugar, el magistrado sacó compulsa para que se investigue al padrastro de la segunda víctima, ya que por lo que ha contado la chica durante el juicio, el hombre habría abusado de ella, sin penetrarla, cuando la niña tenía once años de edad.