Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Accidente CerebroVascular (ACV) es la segunda causa de muerte y la primera de discapacidad en los adultos, a nivel mundial. Si analizamos la etimología de las palabras, deberíamos referirnos a "Ataque Cerebrovascular", ya que los accidentes pueden prevenirse.
En nuestro país, se producen aproximadamente 270 casos por cada 100 mil habitantes. Cada cuatro minutos, una persona sufre un ataque cerebral, lo cual equivale a un total de entre 130 y 140 mil personas por año. En CABA, solo el 60 % de las personas saben cómo detectar un ACV y actuar en consecuencia. Solo 1 de cada 4 pacientes que sufre un ACV, llega a tiempo al hospital y más de 20 mil personas mueren al año, a causa de esta patología.
El cerebro tiene aproximadamente 120 millones de neuronas y, con un ACV se pierden casi dos millones por minuto. Estas cifras, que son realmente alarmantes, no están acompañadas por una concientización apropiada y acorde a una enfermedad con tasas de mortalidad y discapacidad tan altas. En este sentido, la población tiene más conciencia y sabe actuar con mayor rapidez frente a un infarto (50 mil casos por año).
Existen dos variedades de ACV: el isquémico y el hemorrágico. Los ACV isquémicos se producen por la interrupción o bloqueo de una arteria que lleva sangre al cerebro, ya sea por una trombosis o una embolia (en estos casos, se cuenta con 3 horas para recibir un tratamiento eficaz; en ciertas condiciones, puede ser hasta 4 horas y media).
Los ACV hemorrágicos se producen por la rotura de un vaso, con la consecuente hemorragia cerebral que provoca una presentación más abrupta, tiene una alta tasa de mortalidad y requiere, en algunos pacientes, tratamiento quirúrgico inmediato.
Por todo esto, es necesario instruir y capacitar a la población sobre el reconocimiento temprano de los signos clínicos del ACV y la búsqueda inmediata de atención médica, ya que, de esta manera, se pueden reducir las posibilidades de muerte y discapacidad de forma considerable.
Síntomas que se deben tener en cuenta:
1) Asimetría facial: se pierde la simetría de la sonrisa en la cara ("parece torcida").
2) Trastornos en el habla o cuando la persona no comprende lo que se le dice.
3) Brazo caído: debilidad en un brazo, que puede acompañarse o no de debilidad en la pierna del mismo lado.
4) Dolor de cabeza: de gran intensidad.
5) Pérdida de la visión o visión borrosa.
6) Dificultad para coordinar los movimientos, caídas o dificultad para caminar.
7) Mareos o vértigo.
Un ACV afecta a casi al 30% de las personas mayores de 65 años y el riesgo de padecerlo se duplica en cada década a partir de los 65 años. También puede ocurrir en personas jóvenes con factores de riesgo. En los mayores de 65 años, el 20% de las personas es dependiente de terceros en sus actividades diarias hasta los 6 meses y el 46% tienen déficit cognitivo. Por lo tanto, un episodio de ACV no solo cambia la vida de la persona que lo padece, sino también la de toda su familia y amigos.
Factores de riesgo controlables o modificables (estos explican el 90% del riesgo de presentarlo):
1) Presión arterial: juega un rol crucial. En el ACV Hemorrágico, se encuentra en el 85% de los pacientes y en alrededor del 50% de los isquémicos.
2) Dieta saludable: aumentar el consumo de verduras, frutas y productos lácteos bajos en grasa y grasa saturada reducida; evitar el consumo excesivo de sal y la baja ingesta de potasio para disminuir la presión arterial.
3) Consumo de alcohol: de manera leve a moderada.
4) No fumar: es un factor potente de riesgo de ACV isquémico (lo duplica), mientras que dicho riesgo aumenta de 2 a 4 veces para el ACV hemorrágico.
5) Actividad física: se recomienda 150 minutos por semana de intensidad moderada (por ejemplo, una caminata rápida) o 75 minutos por semana de actividad aeróbica de intensidad vigorosa (por ejemplo, correr) o unacombinación equivalente. ¡Siempre es mejor realizar cualquier tipo de actividad física que ninguna!.
6) Uso de anticonceptivos orales.
7) Diabetes Mellitus: es un factor de riesgo independiente de ACV, duplica el riesgo con una mortalidad del 20%.
8) Obesidad (índice de masa corporal: Peso / Talla 2 > 30 kg / m2 ). Obesidad mórbida (IMC > 40 kg / m2). Sobrepeso (IMC entre 25 a 29 kg / m2). Los hombres que presentan una circunferencia de cintura > 102 cm y las mujeres con una circunferencia de cintura > 88 cm, están clasificados como obesos abdominales.
Factores de riesgo no modificables:
1) Edad.
2) Género: los hombres son más propensos a tener un ACV.
3) Herencia: tendencia familiar.
4) Antecedentes personales: aquellos que ya tuvieron un ACV, presentan un mayor peligro de volver a presentar otro episodio.
5) Arritmias: la presencia de fibrilación auricular, aún en ausencia de enfermedad valvular cardíaca, se asocia con un aumento de riesgo de padecer un ACVisquémico de 4 a 5 veces.
6) Cardiopatías.
Una vez que se tuvo un ACV, se debe focalizar el tratamiento para lograr la mayor independencia posible. La recuperación y la rehabilitación deben iniciarse cuanto antes, es decir, se debe volver a habilitar la función. Re aprender para alcanzar nuevamente la reinserción familiar y social.