‘Conchi’ Arregui: del oculista al fondo del dique Potrerillos

A partir de la confesión del único acusado de matar a la mujer chilena, la Justicia pudo reconstruir un homicidio "casi perfecto".

‘Conchi’ Arregui: del oculista al fondo del dique Potrerillos
‘Conchi’ Arregui: del oculista al fondo del dique Potrerillos

El 5 de febrero a las cinco de la tarde, con un sol que alzaba la temperatura a 34 grados, Concepción Arregui (59) y su esposo Roberto Audano (70), salieron del oculista en el centro de Luján: la mujer había tenido una consulta.

Su marido se había comprometido a acompañarla porque después tenía pensado una tarea no tan samaritana: matarla y hacer desaparecer su cuerpo en el fondo del dique Potrerillos. 

El matrimonio, que apenas llevaba dos años, ya era cosa del pasado pero los dos, de manera adulta, ya habían pactado la separación: ella vendería su parte de la casa de Las Compuertas y volvería a su Chile natal.

El hombre se quedaría en Mendoza pero con algunos problemas económicos: la casa era de "Conchi" y a él apenas le tocaban unos pesos por refacciones que había hecho.

Al salir del oftalmólogo, Roberto le pidió a su futura ex esposa que lo acompañara a ver unos terrenos que le interesaban. Era tan fuerte la confianza que ella accedió.

Después de pasar por la zona del dique Cipolletti, Audano introdujo la camioneta Kangoo en una suerte de camping público, pero tuvo la precaución de que en esa zona no hubiera testigos. "Es por acá", le dijo a su mujer.

En el costado de la puerta del conductor Audano tenía su  Bersa calibre 22. "Quiero ir al baño, fijate si viene alguien", soltó el hombre, e hizo el ademán de salir de la Kangoo. La mujer, sentada en el asiento del acompañante, puso su pie derecho sobre la tierra.

En ese momento, su marido le disparó dos veces a menos de 30 centímetros de distancia: uno le dio en la sien y el restante -debido al movimiento hacia la izquierda por la inercia- le impactó en la nuca. "Conchi" murió en el acto. Los disparos provocaron el aleteo de los pájaros del paraje, no había nadie más allí.

El cadáver de la mujer cayó recostado sobre el asiento. Como el hombre no le quería ver la cara, se la tapó con una bolsa de dormir. Así salió de Cipolletti, con el cadáver de su esposa como compañía.

Enfiló hacia  la destilería de Luján de Cuyo y a la altura de Tres Esquinas, medianamente lejos de la ruta, se detuvo bajo un pimiento. Tomó el cuerpo y lo colocó adentro de la bolsa de dormir.

Fue hasta la parte trasera y trajo una lona color azul que colocó sobre el asiento trasero. Hasta allí trasladó el cadáver, que quedó boca arriba, envuelto por la bolsa de dormir.

Luego, como el cuerpo era más largo que el asiento, tuvo que flexionarle las rodillas. “Conchi” fue envuelta en la lona y atada con unas sogas que pasaban entre agujeritos del género.

Como todo indica que el homicidio estaba preparado, Audano llevaba dos cámaras de las ruedas de la camioneta y dos bidones de 20 litros vacíos para que hicieran las veces de flotadores una vez que el cuerpo fuera introducido en el dique Potrerillos.

A eso de las 18, en una gomería que queda cerca de los Bomberos de Luján, el hombre hizo inflar las dos cámaras: "Es que tengo que llevar a unos niños a nadar y tengo miedo de que se me ahoguen", le dijo al encargado. Volvió con las cámaras. El cadáver de su mujer seguía en la camioneta.

Al dique

Cuando decidió ir a Potrerillos, Audano se enteró de un corte a la altura de la refinería: había problemas en el camino a Chile y no dejaban pasar vehículos. Entonces se refugió bajo otro árbol.

En esa hora y media de espera ganó tiempo: perforó la carpa con un cortaplumas, pasó una cadena a la altura de la cintura del cadáver de su mujer y unió los extremos con un candado, "como un cinturón", dijo luego. Cuando vio que el flujo de autos y camiones volvía a la normalidad, retomó su destino a Potrerillos.

Audano conocía bien el camino para llegar a la parte del dique que buscaba. Tomó como quien va para Chile, pasó  por el puente del ferrocarril y se desvió por un sendero secundario paralelo a la ruta 7 del otro lado del río, como de regreso a Mendoza. Buscaba un barranco que le asegurara una buena profundidad del lago. Allí se detuvo.

Se bajó de la camioneta cuando el atardecer embellece el sitio. Sacó un balde con cemento con una cadena de 40 centímetros y con una cuerda lo fue bajando desde el barranco hasta que quedara cerca del agua.

Luego sacó el cadáver de la camioneta, lo ató a otra soga y lo bajó con "cuidado extremo": el cuerpo y el balde quedaron uno al lado del otro. Extrajo las dos cámaras con los flotadores, el cortaplumas y otra soga con la que pensaba amarrar a las dos cámaras.

En su mochila llevaba además un chaleco salvavidas. Tanta producción tenía su explicación en que a sus 70 años, Audano no quería subir y bajar varias veces desde el barranco. "A mi edad...”, les diría más tarde a los investigadores.

A la vera del dique, Roberto se puso el salvavidas, colocó los flotadores en el agua y las dos cámaras. En una de ellas puso el cuerpo de su mujer y el balde con el peso.

A las cámaras, previamente las había amarrado con una de las sogas y la cadena que rodeaba el cuerpo de “Conchi” la había unido con la del balde.

Aferrado a la otra cámara el asesino iba  por el agua.

Comenzó a nadar de noche y cuando calculó que estaba a unos 30 o 40 metros de la costa, se detuvo. El cadáver, recostado sobre la cámara y encadenado al balde, se mantenía gracias a los flotadores. Cuando Audano cortó la soga de los flotadores, el cuerpo de “Conchi” y el balde se hundieron de inmediato.

El hombre se quedó con las cámaras y desde la costa, una linterna que había dejado encendida para que hiciera las veces de "faro" orientó su regreso a la camioneta.

Eran las tres de la madrugada. Como había hecho toda esa faena vestido, allí mismo se sacó la ropa mojada y la cambió por una muda seca.

En una parte caudalosa del río Mendoza se deshizo de la ropa "homicida". Y llegó a su casa de Las Compuertas manejando descalzo porque había olvidado sus zapatillas en el dique.

Lo primero que hizo en su casa fue ducharse y después tomar la medicación que ingería para conciliar el sueño: dobló la dosis y durmió hasta el 6 de febrero, cuando lo despertó el calor de ese día, que iba a ser el más caliginoso del año.

Paso a paso

1 - "Conchi" fue asesinada el 5 de febrero, pero su marido Roberto -por la presión de los familiares de la mujer- hizo la denuncia el 9.

2 - Dijo que la había llevado a la Terminal porque ella iba a viajar a Chile sin avisar a sus familiares.

3 - Sus parientes en Chile ya habían advertido a las autoridades acerca de que Conchi y Roberto estaban en plan de separación.

4 - El 8 de marzo, dos pruebas fundamentales (una mancha de sangre de "Conchi" en la Kangoo de Roberto y la localización del celular del hombre en la zona de Potrerillos), apuraron la detención del acusado. Luego confesó.

5 - El domingo pasado, después de días de búsquedas, buzos de los Bomberos Voluntarios de Luján y de la Policía de Mendoza, dieron con el cadáver cerca de donde Roberto había indicado.

6 - Audano se encuentra detenido en el penal de Boulogne Sur Mer acusado de homicidio agravado por el vínculo. Lo asiste un defensor oficial.

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