Afuera Gago, adentro Biglia desde el minuto cero hacía suponer un equipo más rígido en la contención de la zona media (además 'Pintita' había hecho mérito suficiente ante Suiza para ganarse un lugar en el banco). Sabella sabía que Bélgica se hacía importante en la gestación con Fellaini y Hazard, y sobre ellos fueron Mascherano y Biglia.
Permanentemente rotaba de posición el cuarteto ofensivo de ese 4-1-4-1 de los belgas pero jamás pudo imponerse ni por desequilibrio individual y mucho menos por asociación colectiva. Fue tremendo el desgaste que hicieron para desdoblarse en la marca los futbolistas exteriores de esa zona de volantes argentina que se completó con jugadores de características claramente ofensivas como Lavezzi y Di María, por lo que el mérito del éxito en el retroceso tenía doble valía.
Uno podía imaginar desde un inicio que justamente la zona exterior de los volantes podía ser el talón de Aquiles de Argentina pero ni Miralles ni Alderweireld pudieron imponer condiciones por las bandas ante Di María ni Lavezzi. Aquí ya estaba ganado el primer duelo táctico.
Di María y Lavezzi, ambos con pierna cambiada, también fueron tomando envergadura en ofensiva: Lavezzi con mayor tendencia a desbordar pegado a la raya mientras que el Fideo tenía predilección por mostrarse en diagonales hacia adentro (así fue que encontró la pelota que derivó en el gol de Higuaín).
Ese mediocampo que por apellidos parecía que iba a dar ventajas en la contención, terminó completando la actuación más sólida y convincente del seleccionado nacional en la Copa del Mundo.
Cambios obligados, no improvisados
Todo transitaba sobre los carriles normales hasta que en el minuto 33 la estructura sufría la primera modificación obligada. Di María se lesiona y Sabella manda adentro a Enzo Pérez. El mendocino es volante por derecha natural, a diferencia del hombre de Real Madrid, pero carecía del vértigo y el desequilibrio del Fideo. Perdía por un lado, ganaba por otro. Pérez entró muy bien y se ensambló rápidamente a esa estructura que había dado tan buenos réditos en la negación de espacios.
Argentina estaba ganando y no lamentaba la merma ofensiva de la salida de Di María en ese mediocampo “craneado” para contener. Lavezzi ya vislumbraba cansancio en sus movimientos y en el minuto 71 y Sabella decide reemplazarlo al delantero que hacía las veces de volante por izquierda por otro delantero, con las mismas responsabilidades y por el mismo andarivel: adentro Palacio.
Los dos cambios que había decidido Sabella fueron destinados a la zona de volantes pero no por bajos rendimientos: uno por obligación y otro por cansancio. Bélgica seguía perdiendo en el juego y en el marcado por lo que decide romper ese cuarteto ofensivo de volantes para mandar tres lungos dentro del área. Inmediatamente responde el entrenador argentina y saca a la única referencia ofensiva (Higuaín) para sumarle un volante más a esa zona (adentro Gago).
Bélgica se venía a puro centros sin desborde para las tres “torres” que había metido dentro del área, por lo que Mascherano pasó a ser casi un tercer marcador central, metiendo la cola entre Garay y Demichelis. Argentina cambió de dibujo (pasó del 4-4-2 a un símil 4-5-1) y varió también los apellidos de los volantes y el rendimiento no se resintió. Ganó Sabella.