Sorpresivamente, la Reserva Federal anunció el miércoles pasado que mantendría su política de expansión cuantitativa, consistente en inyectar unos 85.000 millones de dólares en compras de bonos para darle cada vez más liquidez al sistema y facilitar la expansión de la economía. También aseguró que se mantendrá la tasa de interés actual, situada entre 0 (cero) y 0,25% anual.
Decimos sorpresiva porque, ante los anuncios del titular del organismo, Ben Bernanke, hace dos meses, acerca de la “posibilidad” de una disminución gradual de esta ayuda financiera, los operadores más rápidos hicieron movimientos muy violentos que llevaron a la devaluación de muchas monedas en países emergentes y alteraron el precio de las materias primas.
No obstante, hay muchas especulaciones, pero también datos de la realidad. Entre estos figura la corrección a la baja de la misma Reserva Federal acerca del crecimiento de la economía de EEUU para este año, que bajó de un 2,9% anterior a una franja entre 1,9 y 2% anual.
Entre las especulaciones aparece el fin del mandato de Bernanke, el cual el presidente Obama no estaría dispuesto a prorrogar. En un primer momento se postuló al secretario del Tesoro, Lawrence Summers, pero este retiró su postulación ante las críticas del sector más liberal del Partido Demócrata.
Ahora se menciona como candidata más firme para ocupar el cargo a la actual vicepresidente del organismo, Janet Yellen, de 67 años, quien llegó al cargo actual en 2010, después de una destacada trayectoria. Yellen es partidaria de una política monetaria menos estricta y sería partidaria de continuar con los estímulos.
Esta postergación de una toma de decisión generó euforia en los mercados, aunque fue un golpe a los especuladores que, sin duda, seguirán apostando tratando de recuperar sus pérdidas.
De todos modos, sigue un debate acerca de cuál es el límite de emisión monetaria que puede soportar la economía. Entre ellos, están los que opinan con responsabilidad y ven un alto riesgo en una mayor expansión monetaria, porque debilitaría en exceso al dólar y ocasionaría distorsiones y perjuicios muy grandes para el resto del mundo.
Del otro lado están los que piensan que la FED debe seguir emitiendo sin miedo hasta que se consolide la recuperación. Entre ellos se cuenta el Premio Nobel de Economía Paul Krugman, quien desconfía de que los directivos del ente fiscalizador no se vean tentados de subir las tasas de interés en cuanto vean algo de inflación. Krugman escribió en varios diarios del mundo diciendo que “lo que necesita la economía norteamericana es una conmoción monetaria”, es decir, mucha más emisión.
En realidad, mayor emisión implicará una mayor desvalorización de la moneda norteamericana y una revaluación de las monedas europeas y de los países emergentes, así como una revaluación de los precios de las materias primas.
Esta alteración cambiaria tampoco es buena para EEUU, ya que para crecer necesita venderle a socios que puedan comprar y para eso sus economías deben estar sólidas. Con las revaluaciones, esas economías comienzan a crujir y muchos gobiernos se verán obligados a hacer devaluaciones competitivas para poder sobrevivir.
Mantener por mucho tiempo la inyección monetaria traerá más problemas que beneficios. Esta semana, el euro ya se revaluó a niveles de 1,34 y está comenzando a pasar lo mismo con otros países emergentes. Es probable que, durante algún tiempo, estos países vean regresar algunos capitales, pero no será igual, porque todos están esperando el cambio de la Reserva Federal que no puede demorarse demasiado en llegar, a pesar de Krugman.
El impacto en Argentina
La decisión de la Reserva Federal era esperada en Argentina, no tanto por el efecto directo sino por el impacto que puede provocar en los países de la región y el equilibrio cambiario en la zona.
Desde que se anunció la posible disminución de las ayudas de la FED comenzó un fuerte retiro de capitales en Brasil, que le provocó una importante devaluación. Frente esta situación, el Banco Central (BCRA) comenzó a acelerar el ritmo de devaluación del peso argentino, llegando a un ritmo anualizado superior al 30%.
No era como algunos pensaban, ya que el BCRA no devaluaba para seguir la inflación sino la devaluación del real. Ahora, con este cambio de tendencia habrá que ver cómo actúa la autoridad monetaria y cómo se comportan las monedas de la región.
No se espera una brusca vuelta de los capitales que se fueron ya que el anuncio de la FED lo que ha hecho es aumentar la incertidumbre, por lo que podríamos entrar en un ciclo con menos oscilaciones.
La buena noticia vendría, otra vez, por el lado de la soja. A la variable cambiaria hay que agregarle la variante climática, ya que el Departamento de Agricultura de EEUU ha pronosticado menores cosechas por efecto de intensos calores y sequía.
En nuestro país estamos frente a un problema de sequía que compromete el futuro de los campos del norte ya implantados con trigo, que no tendrían buen desarrollo, aunque los especialistas dicen que se compromete la siembra de maíz, por lo que muchos agricultores se estarían preparando para plantar soja.
Tendremos problemas de menos cosecha de maíz y otra magra campaña de trigo, pero la soja podría compensar esos males. Finalmente, el mundo no se nos cayó encima y nos vuelve a sonreír por un tiempo. ¿Lo sabremos aprovechar?