Con tiempo para el festejo

A un mes de los comicios, la alegría por el título desnudó una gestión de Angelici despareja.

Con tiempo para el festejo

El título logrado por Boca Juniors dejó al presidente, Daniel Angelici, en las puertas de la reelección de cara a los comicios que se realizarán el 6 de diciembre, tras la incertidumbre que siempre genera en un club de fútbol el logro o no de éxitos deportivos, y con una gestión que en cuatro años muestra más sombras que luces.

Angelici accedió a la presidencia del club Xeneize el 4 de diciembre de 2011, cuando en aquel domingo caluroso derrotó a Jorge Ameal en una votación récord, con más de 25 mil electores para alzarse con el 54% de los votos. El marco no deja aún de causar cierto asombro: ese mismo día Boca se consagraba campeón del torneo Apertura con 12 puntos de ventaja, tras derrotar a Banfield por 3 a 0, bajo la dirección técnica de Julio César Falcioni.

Quedaba atrás una campaña electoral también muy llamativa, e ilustrativa de la capacidad de negocios de un club como Boca Juniors. Según los especialistas, en esa campaña se habían gastado más millones que para una elección municipal o legislativa importante. Afiches y spots de TV que mostraban a Angelici como el candidato de Mauricio Macri fueron el marco de un ‘revival’ en el cual los socios, claramente, votaron por lo éxitos deportivos cosechados por Boca cuando era comandado por el hoy candidato a presidente de la Nación por Cambiemos.

Pero la realidad no es como lo que suelen imaginar muchas veces los votantes. El primer año de gestión de Angelici, 2012, encontró a Boca como finalista de la Copa Libertadores (la llave maestra para acceder al éxito en un club de fútbol), en donde cayó a manos del Corinthians. Ese fue el inicio de una polémica sin fin con el ídolo Juan Román Riquelme (quien anunció su salida de Boca horas antes de la final en San Pablo), uno de las piedras en el zapato de Angelici.

Sin Libertadores ni torneo local, apenas la obtención de la Copa Argentina sumó para la escuálida caja de una gestión que terminó ese 2012 de una forma que Angelici no había soñado ni en su peor pesadilla: un 'cabildo abierto' de la parcialidad xeneize pidió por Carlos Bianchi y determinaba la salida de Falcioni, quien ya tenía todo acordado con la dirigencia para continuar en su cargo.

Lo que siguió, fue más duro aún. Tras 20 meses como DT, Bianchi nunca le encontró la vuelta al equipo y sumó fracasos en una época muy distinta a sus exitosos ciclos anteriores, con un vestuario díscolo y con Riquelme -regresado por pedido de Bianchi- en el ojo de la tormenta.

Boca no encontraba el rumbo y no sólo a nivel internacional (nuevamente eliminado en la Libertadores), sino que en el torneo local iba de mal en peor. Llegó entonces un golpe de timón en donde Angelici quiso mostrar carácter para recuperar la conducción: afuera Bianchi por decisión del principal dirigente del club, cuando Riquelme ya había decidido otra salida por desacuerdos diversos, en medio de una pelea que estuvo meses en las tapas de los diarios.

Comenzaba el ciclo Arruabarrena, con buenos resultados en general pero muy malos en particular, al defeccionar su equipo en los partidos importantes. Millones y millones gastados en jugadores que no dieron los resultados esperados. Esa fue la cara saliente del tercer año de la gestión Angelici, con un 2014 que le ponía enfrente la postal menos deseada: el exitoso era River, que ganaba títulos y encima eliminaba a Boca en dos copas internacionales.

Ya era 2015 y el futuro pintaba muy complicado. Entonces llegó la jugada salvadora, la contratación de un Tevez que se mostró muy afín con su gestión, y el campeonato que devuelve a Boca a los primeros planos y que asegura casi la reelección. Porque -se sabe- los socios votan éxitos deportivos.

El balance para Angelici es desparejo, ya que en lo institucional puede mostrar el éxito de su campaña destinada a los socios adherentes, que pagan sólo por el fútbol y que de vez cuando pueden ver algún partido comprando su entrada. Pero el número asombra: son 107.000, además de los casi 80.000 socios empadronados, de los cuales 5.000 eran adherentes que fueron “ascendidos”.

En cuanto a los balances, la versión oficial que dice que da positivo en lo económico, choca siempre contra las denuncias opositoras que hablan de “dibujos” y cifras irreales. Y entre las críticas se suman los problemas en el fútbol juvenil por ausencia de una política al respecto, y las denuncias por desmanejos económicos con las instalaciones de La Candela,  aquel ícono 'xeneize'.

Entre los puntos negativos, esta aquella promesa electoral que se le reclama a Angelici por la fallida frase “volvemos a Japón”, en alusión a la Copa Intercontinental, con promotoras en Kimono. Esa pelea, tal vez, sea parte del futuro. Pero anoche, en tregua, solo quedó tiempo para el festejo.

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