La contracción del consumo en el primer cuatrimestre es clara y contundente. El comienzo del año tiene muchos puntos en común con lo que sucedió en 2014. Devaluación, suba de precios, pérdida de poder adquisitivo y un clima de restricción generalizado. A eso hay que agregarle la suba de tarifas en los servicios públicos.
Un combo naturalmente negativo que llevó a la mayoría a modificar sus patrones de compra. En la reciente investigación que realizamos con Trial Panel, el 74% de la gente dijo que recortó gastos, el 69% dice que tiene menos poder adquisitivo y el 64% plantea estar preocupado por sus posibilidades de consumo. Apenas un 12% dice que la situación del país es buena.
Sin embargo, 63% cree que estaremos mejor dentro de un año, el 75% dice estar contento y el 80%, esperanzado. El 62% aprueba la gestión del gobierno. ¿Cómo se explica la aparente contradicción entre la dura realidad presente, un humor social mejor del que muchos podrían suponer y un nivel de expectativas tan alto? Los motivos hay que buscarlos en el nivel de precisión con que la población está analizando lo que sucede.
Estamos frente a una sociedad realista. La gente sufre la retracción del consumo. Mucho más en las clases bajas, que están al límite. Del mismo modo comprende que las correcciones económicas eran inevitables.
Definen el reacomodamiento como un shock y les hubiera gustado que todo hubiera sido más gradual. Pero suponen que lo peor ya pasó y a pesar de todo tienen una fuerte esperanza. La frase del momento es “la plata no alcanza”. Y todo aquello que permita oxigenar el bolsillo es un recurso valorado.
¿Qué harán los argentinos si sus expectativas se vuelven realidad y lentamente comienzan a sentir una mejora de su economía cotidiana?
Probablemente el futuro sea un mix entre el pasado y el presente. La vocación por el consumo es una pulsión natural del mundo actual que se exacerba en una sociedad de “clase media”, donde muchas veces el consumo opera como un vector de identidad. Según lo que compro y muestro, soy. Pero a su vez, el cimbronazo de este arranque del año dejará sus secuelas y aprendizajes. Sobre todo en cierta toma de conciencia a partir del reacomodamiento de precios relativos. Veremos un consumidor más preciso, consciente y prudente.