Barcelona. Los diputados independentistas de Cataluña aparcaron sus diferencias e invistieron ayer a un nuevo presidente regional que prometió liderar un proceso para avanzar hacia la secesión de España, sin nuevo gobierno tras las elecciones legislativas de diciembre.
“Viva Cataluña libre”, proclamó el periodista Carles Puigdemont, de 53 años, tras ser escogido con 70 votos a favor, 63 en contra y 2 abstenciones como sustituto de Artur Mas por el parlamento catalán, dominado por los independentistas desde las elecciones regionales del 27 de setiembre.
En su discurso de investidura, dejó claras sus intenciones: “Iniciar el proceso para constituir un Estado independiente en Cataluña, para que las decisiones del parlamento de Cataluña sean soberanas”. “Un proceso nada fácil y nada cómodo”, reconoció.
“Seguramente es el tramo más complejo e incierto de los que hemos realizado hasta hoy. Pero lo coordinaremos con éxito”, afirmó. “Les prometo que me dejaré la piel”. En un inesperado giro del guión, Mas cedió el sábado a las presiones de sus detractores y renunció a su candidatura en favor de su compañero de partido, alcalde desde 2011 de Girona, ciudad a 100 km al norte de Barcelona, y poco conocido fuera de la región.
Eso permitió a los separatistas acercar posiciones y cerrar un acuerdo de gobierno entre conservadores, progresistas y anticapitalistas cuya misión será proclamar en 18 meses la independencia de esta región nororiental de 7,5 millones de habitantes.
Firmeza de Rajoy
"El gobierno no dejará pasar ni una sola actuación que suponga contravenir la unidad y la soberanía", advirtió en una comparecencia televisada el jefe de gobierno español, el conservador Mariano Rajoy, cuyo ejecutivo se encuentra en funciones.
Aun así, “sigue contando con los mecanismos que nos brinda la ley y el Estado de derecho para defendernos”, aseguró Rajoy. “No me faltará fuerza ni determinación para seguir defendiendo la unidad de España”.
Mientras los independentistas reanudan su embate, España se encuentra sin gobierno por la fragmentación política originada tras las legislativas, ganadas por el Partido Popular de Rajoy pero lejos de la mayoría absoluta.
Con la región más rica del país y segunda más poblada en rebeldía, el gobierno saliente reclamó el sábado pactar un nuevo ejecutivo “con una amplia base parlamentaria que garantice la estabilidad y la capacidad” para “hacer frente al desafío independentista”.
En Madrid “en las últimas semanas decían con entusiasmo que Cataluña se estaba hundiendo (...) A partir de ayer volvieron a saltar todas las alarmas”, se regocijaba Mas ayer.
Rajoy quiere pactar un gobierno de su Partido Popular con los socialistas del PSOE, segunda fuerza en España, y Ciudadanos (centroderecha), nacido en Cataluña para combatir el nacionalismo.
Pero el PSOE pretende una alianza con la izquierda radical de Podemos que también requeriría a fuerzas independentistas de Cataluña, algo improbable tras lo acontecido en Barcelona.
Su portavoz Antonio Hernando evitó pronunciarse sobre pactos, pero ofreció “su apoyo al gobierno en funciones para hacer respetar la ley”. “No hay mejor manera de enfrentarse al independentismo que ver al PP y el PSOE juntos”, respondió el portavoz conservador Fernando Martínez-Maillo.
Con la mayoría absoluta pero solo un 47,8% de los votos en las elecciones de setiembre, los independentistas quieren reemprender el desafío que emprendieron el 9 de noviembre con una resolución parlamentaria lanzando el proceso de secesión y declarándose insumisos a las instituciones españolas.
El texto fue suspendido por el Tribunal Constitucional pero Puigdemont aseguró que será fiel a su contenido.
“No tienen derecho a situar las instituciones fuera de la ley”, les advirtió el líder socialista catalán Miquel Iceta.