Con Messi solo no se puede

Tras la primera fase, la Selección mostró "Messidependencia", aunque la niegue. Si no aparece el equipo, Leo pierde el respaldo que necesita.

Con Messi solo no se puede
Con Messi solo no se puede

Brasil llegó al Mundial 1962 con su máxima estrella, Pelé, destinado a convertirse en el mejor jugador del campeonato organizado por Chile. Luego de su fulgurante estreno en Copas del Mundo, en 1958, con un fútbol de alta escuela, "O'Rei" tenía 21 años y cuatro temporadas de gran nivel que lo postulaban como el estandarte de la Selección dirigida por Aymoré Moreira. Sin embargo, el entrenador tuvo que variar sobre la marcha porque a mitad de la primera fase se quedó ni más ni menos que sin su jugador clave.

Pelé sufrió un desgarro durante el segundo partido de la primera ronda, contra Checoslovaquia. Y allí terminó su Mundial. Los brasileños, que venían de ganar su primera Copa en Suecia'58, tuvieron que recomponerse sin margen de tiempo. Para que se tenga en cuenta la situación, era lo mismo que para Argentina quedarse sin Maradona en México'86 o Italia'90 y sin Messi en este Mundial.

De todos modos, cuando se apuntaba a que la "verde amarela" se caería partido tras partido, aparecieron otros grandísimos jugadores que se convirtieron en líderes futbolísticos de un plantel que combinaba parte de los campeones del'58 con una base de talentos surgidos a principios de los'60. Allí, entonces, se mostraron en su real dimensión Zito, Vavá y Amarildo, entre otros, y se consolidó definitivamente la figura de Garrincha, de una performance superlativa en suelo trasandino.

¿Qué significa ésto? Sencillamente que detrás de Pelé había un equipo con mayúsculas, que supo concentrar fuerzas propias y terminó consagrándose campeón invicto a partir de los siguientes resultados: 2-0 a México y 0-0 ante Checoslovaquia (ambos con el diez, quien salió en el segundo tiempo contra los checos); ya sin el astro, 2-1 a España, 3-1 a Inglaterra, 4-2 a Chile y 3-1 nuevamente ante Checoslovaquia, ya en la final.

¿Podemos imaginar un escenario semejante y un desenlace similar en el caso de la actual Selección? No, definitivamente.

Con Leo por debajo de su talla en el primer tiempo contra Bosnia, el equipo no estuvo a la altura de las circunstancias. Traslado previsible, demasiada triangulación hacia atrás y pases laterales intrascendentes representaron la característica del juego. Ya en el segundo período, con cambio de sistema y retorno al 4-3-3, Messi se movió más cómodo, fue referencia para el armado corto y en largo, y hasta coronó su producción con un gol de su sello, el cual definió el partido. Ni hablar contra Irán, cuya aparición con un golazo salvador evitó una igualdad que parecía cantada frente a un rival de posibilidades menores. En Porto Alegre, ante los nigerianos, el diez elevó su nivel hasta correr los límites hacia delante. El propio entrenador africano, inclusive, lo sostuvo: "Parece de Marte, de Júpiter...de otro planeta".

Quedó muy claro tras la salida de Leo frente a Nigeria que el equipo no encuentra la manera de equilibrar esa ausencia. No sólo se pierde el talento, la creatividad, la explosión, el cambio de ritmo y la precisión en la definición, sino que también desaparece el referente. Y Messi se ha convertido en éso, en esta formación: el eje de todas las cosas. Instintivamente lo buscan sus compañeros, aunque sea para un pase de tres o cuatro metros sin rivales a la vista. Sucede lo mismo cuando Higuain, en función de pivot táctico buscando hacia atrás, necesita asociarse para triangular en corto. O cuando Di María mete la diagonal, Gago lanza el primer pase y Mascherano corta para luego dar la habilitación. Inclusive en el momento en que el ahora lesionado Agüero debía ubicarse por delante o detrás de la línea del balón para después intentar la pared a un toque.

La Selección debe acostumbrarse a jugar sin Leo, pero ésto todavía no parece posible en las dos semanas que faltan para el cierre. Es cierto que contar con el mejor jugador del mundo dentro de un plantel es un hándicap que marca la diferencia y que tienta al jugador para poner la mira en dónde está Messi para transferirle la pelota, obviamente. De todas maneras, ya es hora de que los atacantes o los volantes con llegada se la jueguen en la personal para ir tomando confianza. No sólo por el efecto contagio que ésto puede reportar, sino porque también será un elemento más para confundir al adversario.

Argentina también debe buscar ser un equipo sin Messi. Una circunstancia desafortunada puede acarrear un problema que, a esta altura, asoma como irresoluble. Ya no es sólo la fragilidad en defensa: es que, aunque se niegue, la "Messidependencia" sigue estando, más allá de que se hable de cambio de sistemas tácticos. Y Leo solo no puede, como tampoco podía Diego. Y si Brasil sí pudo en el'62, era porque el conjunto superó a su primer enemigo: salir a la cancha sin su máximo estandarte.

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