México: Con los muertos de parranda

Está en el ADN mexicano que cada 1 y 2 de noviembre reciben con tequila y delicias a los que habitan el más allá.

México: Con los muertos de parranda
México: Con los muertos de parranda

México es uno de los países más diversos y que más vivas mantiene sus tradiciones en nuestra América y, entre ellas el Día de Muertos, no es una más.

De la cosmovisión de sus culturas aborígenes y el credo católico nació uno de los eventos más representativos del país, que no sólo es colorido festín sino demostración de fe.

Ésa que asegura que por algo se viene a vivir a este mundo y por algo se regresa, o se mantiene el contacto con la familia, desde aquel otro mundo donde habitan las almas cuando el cuerpo se escurrió en la tierra.

Fotos de muertos rodeadas de velas, santos, la virgen de Guadalupe, flores, objetos como calaveras realizados en pan y en cerámica, también en dibujos multicolores; dulces, alimentos y nada de actitud apesadumbrada ni imágenes tétricas.

Ésta es la oportunidad de que el muerto regrese y nadie la va a desaprovechar.

Altares y ofrendas

Es maravilloso ver los preparativos en las diversas ciudades y poblados, pero lo más fascinante es descubrir las capas de las creencias, que se establecieron como un eslabón más en el ADN mexicano y que a pesar de que se estima que los españoles acabaron con el 90% de la población indígena, sus espíritus y la tradición oral como sus prácticas resultaron imborrables.

Las cruces y espadas no pudieron contra la ahora llamada celebración de los difuntos o Día de los muertos. Los primitivos habitantes concebían un plano celeste más allá de la muerte.

Allí los que dejan el planeta residen hasta que, el 1 y 2 de noviembre regresan a festejar con los que aún están vivos.

Entonces no hay lágrimas, hay conmemoración, hay parranda. Así las ofrendas se preparan en los hogares, se realizan caminitos coloridos con guirnaldas y pétalos de muchos tonos para que el difunto no confunda el camino y se vaya a otra casa.

De hecho amigos y parientes se reúnen para celebrar esta oportunidad única del reencuentro.

Los allegados a los muertitos van al cementerio, elevan altares con pan de muertos, flores -también de muertos- delicias para compartir, y por supuesto esa comida preferida del que vendrá.

No falta el tequila, ni los cigarros, ni ningún otro placer que pudiese darse en vida. Todo en los cementerios, en las tumbas mismas, algo inimaginado para otras culturas.

Visualicen los camposantos llenos de gente con canastos, flores, comida y alegría, adornos realizados con mucho amor donde destacan los portarretratos con la foto del invitado del cielo.

En uno de mis viajes a México, María, la guía, nos contaba que la fiesta es real, y que sabe que los viajeros se sorprenden.

Entonces, continúa, brindamos con tequila y jugo, y luego quitamos el jugo y quizá venga algo de melancolía con los recuerdos, pero nunca tristeza.

Entre tanto brindis se regresa a casa con ganas de soñar con el que ya no está.

Diverso festejo

Lo pagano. En la región centro- norte, la fiesta de Xantolo se vincula con el final del ciclo agrícola. Un ciclo de vida que se inicia en enero cuando se prepara la tierra para ser cultivada. Luego se siembra y en mayo se cosecha el maíz. Nuevamente se limpia y se siembra para cosechar en octubre.

Son dos ciclos de siembra en un total de 10 meses. Noviembre se considera de reconciliación y diciembre, considerado como el descanso de todo lo que se hizo en el año.

Vida eterna. Como señalamos en las culturas precolombinas interpretaban que cuando una persona muere lo hace en el plano físico, terrenal. Si embargo, su espíritu tiene vida eterna y va directo a Mictlán, lugar en  que las almas descansan. Y en esto la idea de purgatorio, no entra.

Los muertitos están en Mictlán hasta el 1 y 2, días en el que regresan a sus casas para visitar a sus seres queridos quienes los esperan con ofrendas y mucha alegría. A quien le pregunte le dirá que perciben la presencia de su muertito y eso les da fuerza para seguir.
 
La velación de los angelitos en algunos poblados comienza el 1 de noviembre  y son los  niños quienes velan a los muertos en sus tumbas, mientras los mayores esperan afuera. Los más puros tienen mayor llegada, dicen.
 
Banquetes. Tamales, tortillas, atole, calabazas, enchiladas, y tanto más, integran los banquetes según el gusto del difunto. Incluso la comida luego de ser presentada a los muertos se lleva al cementerio y allí se la degusta junto a los amigos.

La mixtura con lo católico. En Tlaxcala  se realiza el ritual del Santo entierro con una procesión llevando a Jesús crucificado hasta el altar para venerarlo. También en otras ciudades se celebran las misas de los muertos como habitual rito católico.

Para los muertos sin destino. En San Luis de Potosí  se arman dos arcos:  uno en el altar dentro de la casa, otro  afuera para las almas que no tienen quién las espere,  para los muertos que no saben a dónde ir.

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