Independiente ganaba pero debía cambiar su rumbo futbolístico con urgencia. Era la primera y la más clara conclusión que debía sacarse a esta altura de la competencia. Hasta acá jugaba un ratito bien y ganaba; hacia un interesante primer tiempo y le alcanzaba para empatar o en otras oportunidades encontraba goles sobre la hora que le hicieron sumar puntos de oro. Independiente iba, con muy poco, pero iba.
Era una máquina de sumar, trepaba posiciones y llegó a ser el único líder de la categoría en lo que fue casi un hito para el club. Hasta que en
La Paternal le clavaron el freno de mano.
Y está bien que haya sido así porque el equipo no evoluciona. Los buenos resultados sólo debieron llevar tranquilidad a un equipo que estaba en construcción, en maduración, en crecimiento. Independiente no evolucionó partido tras partido y esto le iba a pasar factura en algún momento.
Argentinos, en sólo veinte minutos, le desnudó todas y cada una de las falencias. Y esto porque el Bicho levantó el pie del acelerador. Si el once de Heinze seguía a máxima intensidad podía terminar en escándalo.
A Independiente Rivadavia lo obnubiló el colchón de puntos que había sumado y no tuvo la claridad para separar resultado de rendimiento.
O, al menos, no ha demostrado hasta el momento tener la capacidad de mejorarse, de sacarle brillo a su rendimiento, de maquillar sus limitaciones.
La efectividad ha alcanzado niveles impecables y esto se puede observar en la tabla de posiciones. Sin embargo dentro del campo de juego, Independiente se parece cada vez más al de la tabla de los promedios.
Se viene la semana corta
Se viene la última fecha entre semana de este 2016. ¿Cómo es la seguidilla para Independiente? El próximo viernes recibe a Instituto de Córdoba, el miércoles 23 visitará a Chacarita y el domingo 27 cerrará en el Bautista Gargantini ante San Martín de Tucumán.
Ante la Gloria y el Santo tucumano, la Lepra tendrá la oportunidad de achicar distancias de manera directa en la lucha por la permanencia. Y claro, también para seguir arriba.
