Con hambre de campeón

¿Presión? ¿Vértigo? ¿Sin resto? Ni le hablen de esto al Tomba. El elenco de Méndez está más firme que nunca en la cima. Llega a la recta final en el pico de su madurez. Ahora la lucha es mano a mano con San Lorenzo.

Con hambre de campeón

No hay nada que lo mueva. No hay declaraciones ni fallos que lo desenfoquen del objetivo. Este Expreso anda con súper, está lejos de quedarse sin nafta en su camino al sueño dorado.

Cada partido es una prueba más para este equipo al que le sobra hambre de gloria. Es un examen tremendo para un grupo de futbolistas al que le sobra carácter y técnica. Aún jugando con  los resultados puestos de San Lorenzo- había ganado su partido el fin de semana-, los hombres del Gallego entienden que la mirada debe estar posada en ellos mismos. Y es que los números lo avalan. A este ritmo terminará adueñándose de la zona y disputando el juego por el título.

Ya no quedan dudas de que el Tomba tiene todos los argumentos para hacer historia. Cuando muchos suponen que se cae y pierde terreno, Godoy Cruz encuentra la manera de desacreditar cualquier pronóstico y se aferra más que nunca a la punta. Las palabras presión y vértigo a la altura parecen no entrar en el diccionario colectivo del equipo. Sabe que tiene más para ganar que para perder, y así afronta cada compromiso. Disfruta que las tapas nacionales sean para el Ciclón, porque eligió el perfil bajo donde mejor se siente para sacarse de encima todo tipo de lastre.

Con la chapa lustrada. Ya el sello de candidato lo traía colgado y se lo probaba desde hace varias fechas atrás, pero siempre hay un momento donde debe revalidar la chapa para darle el brillo necesario ante los demás rivales. Para decir al plantea fútbol: “Acá estoy y no me bajo”. Y el elenco de Méndez entró en la etapa de ratificar a cada paso que reúne los pergaminos para pelear por el título, sin importar quién se encuentre del otro lado.

Hoy San Lorenzo, en un mano a mano apasionante cuando restan tres partidos. Para ser campeón todo conjunto debe ganar esos encuentros que dejan marcas y te abren el panorama de cara al futuro, y el Bodeguero lo hace con autoridad. El clásico primero, Arsenal después, para sacar a éste del camino con un cachetazo mortal. Hay convencimiento de que se puede, que todo es posible.

Está claro que es la mayor virtud de un plantel inteligente y de un técnico con mentalidad ganadora. Por eso gana cuando tiene que hacerlo. Por eso se queda con cada final que le ponen cara a cara.

La era de la madurez. De a poco Méndez construyó un equipo basado en una filosofía en la que la palabra protagonista estaba por encima de todo. Así edificó una campaña extraordinaria que a muchos de afuera sorprende, pero no a los que conocen la intimidad ni la interna del grupo del Gallego.

El equipo se fue acomodando con el transcurrir del torneo, modificando algunas piezas y dándole continuidad a los mismos apellidos. El DT encontró equilibrio, solidez y potencia ofensiva. Un cóctel explosivo para los rivales. Los que entran desde el banco responden y eso hace más excelso el trabajo. Todos están comprometidos y se ve reflejado con claridad. Y cuando el elenco parece sentir el rigor y se le hace cuesta arriba el juego, surge la jerarquía de algunos hombres fundamentales para encarrilar las cosas.

El Morro García destrabando el clásico ante San Martín de San Juan, La Yoya Ayoví abriendo la puerta contra Arsenal, Rey agrandando su humanidad o la muralla paraguaya (Viera-Ortiz) bajando la barrera.  Cuando falla lo colectivo, aparecen las individualidades. Y está bien.

Con el torneo llegando a la recta definitoria, el Expreso está en su punto justo. Más hambriento que nunca. Pero sobre todas las cosas, con la madurez que tienen aquellos que quieren ser campeones.

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