La personalidad del mueble único y no producido industrialmente es el personaje principal de este estilo, que es también una forma de entender la vida. Lo rústico nos devuelve la calidez de los hogares llenos de vida, íntimamente humanos, en los que en cada rincón se guarda una historia muy personal.
Materiales básicos
Madera, barro, piedra y fibras naturales son los componentes fundamentales que se suelen emplear en estas construcciones. Para el exterior, los tejados a dos aguas son los más frecuentes. Las baldosas que se asemejan al barro cocido tradicional son especialmente recomendables. Esa aparente imperfección en los acabados nos recordarán los procesos de fabricación artesanal.
En las paredes reina la piedra vista, aunque es una opción que queda casi exclusivamente reservada para las viviendas en entornos rurales. Estos muros dan una impresión de fuerza y resistencia, además de destilar mucho más carácter que aquellos puramente lisos. La contundencia será una tónica constante y una reafirmación de la vitalidad de la casa.
Los
accesorios de hierro forjado
son una muestra de robustez, que a su vez aportan un aire señorial y distinguido. Elegilos para cabeceros, espejos o lámparas. El hierro aparecerá en bisagras y picaportes. El rústico es el estilo que probablemente dé más protagonismo a los mismos, de hecho, su variedad de formas y materiales es casi infinita: madera, hueso, hierro, redondos, estilizados, en forma de cuerno... Junto a las puertas a las que acompañan, se encargarán de dar sensación de solidez y firmeza a la casa.
Muebles y objetos decorativos
En lo que respecta al mobiliario, la madera es el principal material. Si no podés hacer zócalos con piedra, debés saber que los rojos son la elección predilecta de una gran mayoría, junto a los verdes y blancos, para pintar las paredes. Su viveza recuerda a la naturaleza, al campo y a todo lo que supone un entorno rústico.
El interior y sus complementos son fundamentales. Su número es siempre muy abundante, llenando por completo la casa, hasta el punto de poder sobrecargarla, pero bien usados contribuyen a dar ese toque rústico que perseguimos. Pocas cosas hay más entrañables que una foto familiar en sepia con un buen marco, sobre una mesa de madera y con una alfombra de hilo blanco.
La mesa del comedor
suele ser de grandes dimensiones y monopoliza aunque sea usada por menos comensales de su capacidad. Sobre ella debe pender una lámpara central de hierro. Para cerrar la escena, nada mejor que un amplio espejo en una de las paredes de la sala. Asimismo, pocos recursos hay más efectistas que unas vigas de madera atravesando el techo de un lado a otro del salón.
Si entre los detalles incluimos objetos decorativos en bambú o mimbre, el resultado será inmejorable. Por otro lado, no hay que olvidar que la ligereza del cristal es una ayuda fundamental para solventar la sensación de agobio y reducción de espacio de la que a veces adolece este tipo de casa, tanto por la profusión como por la pesadez de sus elementos.
Elementos imprescindibles
La chimenea es un complemento imprescindible. Gracias a ella se crean espacios de recogimiento, charla o, simplemente, de merecido descanso para el fin de semana fuera de la ciudad. Para acrecentar esta hospitalidad se acostumbra a acompañarla de sofás con mantas coloridas. Así, una cálida manta nos hará rememorar esa sensación de confort inmediato y prácticamente irresistible para cualquiera.
Los tapizados suelen mostrar temas florales o animales: los estampados representan la naturaleza y la vida en el campo. Para los visillos podés escoger lino, frecuentemente relacionado con este estilo decorativo, dando un aire fresco, ligero y luminoso a la sala.
La cocina es otro elemento vital de la casa. Una distribución muy habitual es la de isla, que favorece el movimiento alrededor de la misma. Las vajillas de cerámica, los cucharones de madera, las sartenes y las ollas, todos ellos parte inconfundible e irrenunciable de este estilo.
Las alacenas que dejan ver en su interior platos decorativos y demás adornos son un fijo en los salones. El mimbre es otro componente que aparece con asiduidad entre fogones, tanto por su versatilidad como por su imagen agreste. Lo encontramos cumpliendo multitud de funciones, ya sea en cajones o en cestas para guardar alimentos frescos como frutas y verduras.
Un lugar para descansar
Las sensaciones apacibles no pueden desaparecer a la hora de decorar un dormitorio rústico. A este lugar de descanso se le incorpora el romanticismo más sereno y menos pomposo imaginable. Los doseles ejecutan esta función de modo inmejorable gracias al lino que suele recubrirlos. En cuanto a la ropa de cama, el hilo blanco se apodera de los sueños, mientras que delicados bordados rematan las sábanas.