Con el califato en peligro, el caos podría desatarse en Occidente

Debilitándose el autodenominado Estado Islámico, gran cantidad de combatientes están abandonando sus bases en Oriente Medio, regresando a sus países de origen y generando dentro de ellos pequeñas células terroristas.

Con el califato en peligro, el caos podría desatarse en Occidente

A medida que Estado Islámico pierde territorio en Irak y Siria, funcionarios estadounidenses y de otros países occidentales dicen que se están preparando para que grandes cantidades de combatientes terroristas, experimentados en el combate, huyan del conflicto.

Algunos combatientes de EI en Irak y Siria han regresado a Europa desde principios de 2014. Sin embargo, funcionarios occidentales temen que quitarle territorio a la organización podría acelerar enormemente esa afluencia.

Hasta altos dirigentes de Estado Islámico reconocen el colapso inevitable de lo que declararon como su califato, y parecen estar cambiando a una nueva estrategia que amenaza a Europa en múltiples frentes: con células desarrolladas en Europa en los dos últimos años, con el retorno de los combatientes y con seguidores inspirados que atendieron el reciente llamado de la organización yihadista de realizar ataques en sus países de origen.

Si bien la cantidad de combatientes que retornan a su lugar de origen ha sido reducida, funcionarios de contraterrorismo indican que hay signos alarmantes. Autoridades alemanas aprehendieron el pasado martes a tres sirios que viajaron por Turquía y Grecia, bajo sospecha de estar vinculados a los agentes de EI que atacaron en París, en noviembre, dijo Thomas de Maizière, ministro del interior de Alemania.

Los servicios de seguridad alemanes monitorearon a los sospechosos durante meses después de su llegada a Alemania, a mediados de noviembre, con pasaportes falsos hechos “en el mismo taller” que los de los atacantes de París.

John O. Brennan, director de la CIA, dijo en una conferencia sobre seguridad, en Washington, que si bien los aliados europeos habían mejorado sus formas de compartir la información tras los recientes ataques en París y Bruselas, muchos de ellos todavía tienen un registro “muy ambiguo” de los avances.

Funcionarios europeos y estadounidenses reconocen que no están bien equipados para boicotear a los jóvenes terroristas de EI que saben de tecnología y que utilizan comunicaciones encriptadas cuando se andan moviendo.

Cuando los combatientes retornen a Europa, donde EI opera células en Gran Bretaña, Alemania, Italia, Turquía y otros países, podrían vincularse con las redes existentes y “mantenerse bajo el radar” hasta que lleven a cabo un ataque, dijo Schoof. De los 260 ciudadanos neerlandeses que se cree han viajado a combatir en Irak y Siria, alrededor 180 siguen allá, añadió.

Muchos de los ataques que se han realizado en Europa Occidental y en Estados Unidos en los últimos seis meses subrayan la realidad de que los combatientes que regresan serían la estrategia de EI para seguir siendo relevante tras perder el control territorial. “Su habilidad para motivar a las almas afligidas, de inspirarlas, sigue siendo una presencia persistente en Estados Unidos”, comentó Comey en mayo.

Funcionarios militares estadounidenses dicen que las batallas para tomar Raqa y Mosul podrían ocurrir en los próximos dos a tres meses, con lo cual saldrán miles de combatientes extranjeros que se verán obligados a tomar decisiones difíciles. Con los combatientes conscientes de que Estado Islámico ya no está ganando, “mi predicción es que una mayoría retornará, primero a Turquía, lo que se sumará a la inestabilidad allá (...) Entonces, muchos tratarán de retornar a sus países de origen. Otros, seguirán hacia otros conflictos”.

Los países europeos no son los únicos que encaran este peligro. Este mes, el ministro de Defensa francés, Jean Yves Le Drian, advirtió que combatientes de EI podrían huir a Egipto o a Túnez después de que los sacaran de Sirte, su bastión libio. “No desaparecen (...) Hay un nuevo riesgo que aparece”.

La cantidad de combatientes terroristas extranjeros que llegaron a Irak y a Siria -alguna vez muy elevada, de unos 2.000 mensuales- ha bajado a una reducida fracción de eso en los últimos meses, dicen funcionarios occidentales de inteligencia, mientras los países ejercen medidas enérgicas contra combatientes potenciales y a medida que pierde su atractivo el territorio cada vez menor de EI.

Sin embargo, existe otra razón importante para que bajen los números: EI anticipó los reveses en el campo de batalla y ha hecho los ajustes correspondientes. Ha exhortado a los posibles reclutas en Europa y el norte de África a que se queden donde están y lleven a cabo la yihad en su lugar de origen, bajo el argumento de que son mas útiles como atacantes y terroristas suicidas ahí.

En un mensaje de audio dado a conocer el 21 de mayo, Abu Muhamad al Adnani, portavoz de EI, dejó claro que la organización retornaría a sus raíces como una guerrilla insurgente. Fue un reconocimiento implícito de que Estado Islámico perdería, al final, sus bastiones en Siria e Irak, y el mismísimo califato que la ha distinguido de Al Qaeda y otras organizaciones terroristas.

Al Adnani, quien también supervisaba las operaciones externas de la organización, hasta su muerte durante un ataque con drones que realizó el Pentágono en Siria el mes pasado, repitió su llamado a los partidarios para que se quedaran donde estaban y atacaran a los enemigos de la organización donde se pudiera y cuando fuera posible.

Los organismos estadounidenses de inteligencia estiman que, desde el 2011, 42.000 combatientes de más de 120 países -incluidos 260 estadounidenses, entre 7.600 occidentales- han ido a Siria o a Irak, o han tratado.

Las estimaciones de cuántos siguen en la zona de guerra varían enormemente, desde 10.000 a 30.000. La operación militar reciente de Turquía alrededor de la frontera siria, cerca de Yarabulus, cerró el último corredor importante que había estado utilizando EI para combatientes dentro y fuera de Siria.

Las dependencias occidentales de inteligencia y las encargadas del orden en las fronteras han incrementado sus esfuerzos para rastrear a los combatientes que van saliendo. El que está aumentando sus esfuerzos es un centro poco conocido, altamente delicado para la coordinación de la inteligencia, liderado por Estados Unidos, en una base militar en Jordania, llamado Operation Gallant Phoenix. En la base, los organismos militares de contraterrorismo y de las fuerzas del orden de varios países utilizan programas informáticos disponibles públicamente para examinar cuidadosamente información de código abierto, como las publicaciones en los medios sociales, para identificar a posibles combatientes y alertar a sus países de origen.

Los expertos en contraterrorismo están divididos en cuanto a cuántos pelearán hasta morir en Irak y Siria, cuántos tratarán de volver a fundirse en los enclaves sunitas allí y -de los que salgan- cuántos representarán una amenaza real al retornar a su lugar de origen o llegar a otros destinos.

“Cada terrorista suicida usado en Manbiy o en Mosul, o en Faluya, es un combatiente extranjero menos que regresará”, dijo Andrew M. Liepman, ex subdirector en el Centro Nacional de Contraterrorismo de Estados Unidos que ahora es analista político sénior en la RAND Corp.

Amarnath Amarasingam, un investigador del Programa sobre Extremismo en la Universidad George Washington y codirector de un estudio sobre combatientes extranjeros occidentales, en la Universidad de Waterloo en Canadá, dijo: “Entre los que son de línea dura, existe una amenaza de que retornarán a sus lugares de origen a lanzar ataques de venganza a medida que se reduce el califato. Sin embargo, también hay muchos combatientes que aprovecharán esta oportunidad para retirarse totalmente del conflicto”.

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