Como si fuera una verdadera final. Así se jugó una nueva edición de un “clásico que nació hace un par de años en las entrañas de cada popular”. De amigos íntimos a enemigos.
El hincha lo vive de esta manera. Sueñan con verse dentro del campo de juego. Por ello, Argentino, que ya tenía la clasificación en el bolsillo, jugó motivado por el grito de sus miles de hinchas que coparon el “templo” de calle Mitre: “No se clasifican, lasherinos... (continúe el cántico usted señor lector)”.
El único objetivo: dejar afuera de la clasificación al Globo. Tan así, que finalizado el cotejo, los jugadores se quedaron festejando y cantando con su parcialidad. Y más teniendo en cuenta los resultados de Palmira y Guaymallén.
Huracán, sabía que lo único que le servía era el triunfo. Un empate lo dejaba al borde del nocaut. Y así fue nomás. Le faltó ambición al Globo. Recién en los últimos 15 minutos atropelló a un Argentino que no pasó sobresaltos.
Arce reventó el travesaño y Minich de cabeza la mandó por arriba del arco. En el último minuto, llegó la polémica de la tarde. Centro al área local, cabezazo de Pucheta y gol.
Germán Malovini, el línea número 1, levantó la bandera, y Dávila cobró una falta que desató la locura de todo Huracán . Ahora, a rezar y prender velas...
Las dos caras del folclore del hincha de La Academia
- El banco de suplentes de Huracán y el sector de la platea destinado para los 20 allegados al equipo del Globo, estuvieron desbordados por la presencia de más de 300 jabones. Al grito de “bañensé, mugrientos”, fueron recibidos. Lamentable.
- Más de 1.500 personas de Argentino coparon su estadio y le dieron una bienvenida al equipo alucinante. Decenas de bombas de estruendos, bengalas de colores, papelitos y banderas. Un lujo para el fútbol mendocino. Aplausos.