La dura condena decretada por la justicia italiana a un grupo de sismólogos por haber subestimado los riesgos del terremoto ocurrido en L’Aquila en 2009, suscitó una avalancha de críticas de la comunidad científica nacional e internacional.
El presidente de la Comisión italiana para los Grandes Riesgos renunció ayer a su cargo para protestar contra la condena la víspera a seis de años de cárcel a un grupo de siete científicos por no haber previsto el sismo de L'Aquila, que dejó un saldo de más de 300 muertos. “No veo las condiciones para trabajar con tranquilidad”, declaró el físico Luciano Maiani.
El tribunal de L’Aquila condenó a los siete miembros de la comisión, creada en 2009, a seis años de cárcel por “homicidio involuntario” y aumentó inclusive la pena de dos años con respecto a la solicitada por la fiscalía. La defensa había pedido la absolución, alegando en particular que es imposible predecir un terremoto.
Junto con Maiani, renombrado físico (fue director general del CERN en Ginebra de 1999 al 2003), otros funcionarios de la comisión están dispuestos a renunciar, entre ellos el vicepresidente, Mauro Rosi, y el presidente honorario, Giuseppe Zamberletti.
La condena de los miembros de la Comisión ha causado un gran revuelo en la comunidad científica. Varios hombres de ciencia europeos declararon que estaban “conmocionados” por la sentencia impuesta a sus colegas italianos y tacharon la sentencia de “precedente muy peligroso”.
"Se trata de un fallo perverso, de una condena ridícula”, comentó la prestigiosa revista inglesa Nature en un editorial ayer.
Mientras los científicos fueron condenados, la justicia italiana no ha procesado a los responsables de la construcción y restauración de edificios abusivos que al no respetar las normas antisísmicas se desmoronaron como un naipe, arrasando el casco histórico y dejando más de 80.000 damnificados.
Chivos expiatorios
Golpeados en su independencia y libertad, los científicos se sienten “chivos expiatorios”, sostiene Michael Halpern, de la organización no gubernamental Unión of Concerned Scientists (UCS), que defiende una ciencia objetiva y responsable.
“Los científicos tienen que compartir sus conocimientos sin temor a que los condenan en caso de que sus predicciones no se cumplan”, comentó Halpern en su blog.
Para algunos, la condena a los sismólogos italianos rememora el juicio en el siglo XVII contra el célebre astrónomo Galileo Galilei, padre de la ciencia moderna, quien fue condenado por la Santa Inquisición por sus teorías sobre la Tierra.
“Los sismólogos saben que es imposible predecir un terremoto y que en muchas ocasiones los pequeños ‘enjambres’ de temblores menores no necesariamente predicen un sismo mayor", subrayó Alain Carpentier, presidente francés de la Academia de las Ciencias.
La justicia considera que las autoridades científicas divulgaron informaciones tranquilizadoras a la población, que en caso contrario hubiera podido tomar medidas para protegerse.