El fútbol femenino crece a pasos agigantados en todas partes del mundo. Incluso en Argentina, donde después de tantas luchas, se logró pasar al profesionalismo, en lo que significó un logro no solo histórico, sino también que les brindó el protagonismo y el reconocimiento que merecían.
En la provincia el proceso de darle lugar y desarrollar la rama comenzó firmemente hace poco más de tres años. Desde el 2016, con algunos aciertos y otros tropiezos entre medio, la pelota no dejó de rodar en las canchas del fútbol mendocino. En noviembre se cerró el séptimo torneo organizado por la Liga, que sin dudas ha crecido futbolísticamente, en gran parte por la dedicación de profes y jugadoras, pero que también ha tenido sus puntos negativos.
En cuanto a lo futbolístico, la capacidad individual y colectiva de muchos equipos es significante en comparación con el 2018. Si bien aún existe una brecha muy grande con Godoy Cruz "A", que fue imbatible en el último Clausura, del tercer puesto para abajo, la contienda está más igualada. Esto va de la mano con las posibilidades que les brinda cada institución. Porque son contados con los dedos de una mano los equipos que realmente tienen un apoyo completo de sus dirigentes y solo se tienen que preocupar por jugar. Del otro lado encontramos jugadoras que deben estar pensando en rifas, vender empanadas o en alguna forma de conseguir dinero para solventar los excesivos precios de planillas de la Liga.
Resulta incomprensible que por esta último, el número de equipos haya pasado de 22 en marzo de 2018 a 12 septiembre de 2019. Los números que impone la Liga Mendocina son imposibles para las jugadoras en las situaciones que mencionamos. Hoy, entre la planilla ($4510) y el médico en cancha (no baja de $2000), las chicas deben desembolsar más de 13 mil pesos por mes para poder jugar. Sin contar las renovaciones de carnets.
El mayor fracaso de este año por supuesto que fue la ausencia sin razones en el Nacional de Ligas, donde Mendoza fue subcampeón en las últimas dos ediciones.
Para seguir con el crecimiento futbolístico, es necesario replantear algunos aspectos en la mesa chica. La culpa es compartida: no hay compromiso de dirigentes de clubes y de Liga. El nivel que vemos en las canchas ha derivado en convocatorias nacionales y en que los equipos profesionales de Buenos Aires, sigan de cerca a varias jugadoras del ámbito local.
Hay claros ejemplos, como los costos que maneja la Liga Rivadaviense, de que se puede llevar adelante la institución. Pero falta mayor compromiso, un departamento de fútbol femenino comprometido, que atienda a sus protagonistas.
De esa forma, el fútbol local seguirá creciendo y no nos jactaremos solo de decir que tuvimos "la primera Liga con fútbol femenino del interior", sino que somos la mejor Liga del interior del país.