Existen, desde hace décadas, numerosos estudios empíricos que muestran que un muy bajo porcentaje de las empresas que se crean sobreviven algo más que unos pocos años. Errores de la evaluación de los negocios por parte de sus creadores, fallas en la administración, conflictos entre los socios, suelen ser causas del fracaso que obliga al cierre o venta del negocio. Pero también hay un tipo de emprendedores cuya finalidad o motivación es crear empresas, que funcionen bien, y venderlas para hacer una buena diferencia.
En nuestro país, de cambios tan bruscos e imprevisibles en las políticas económicas, el cambio en las reglas de juego que originaron el negocio modifica en forma radical las condiciones, lo que pone al emprendimiento en situación de crisis, obligando al cierre, liquidación o venta del mismo. Es por ello que el traspaso de empresas que por años fueron manejadas por sus creadores, a manos de otros propietarios, tiene que ser analizado con cuidado y sin prejuicios. A veces, lo que a primera vista se ve como algo negativo, puede que resulte positivo tanto para esa empresa como para la economía en general. Ello es así porque puede estar iniciándose un proceso de inversión y renovación de la unidad productiva que los anteriores dueños ya no están en condiciones de realizar.
El experimentado economista Orlando J. Ferréres (OJF) establece una ilustrativa categorización de las inversiones. Señala que cuando se produce un proceso de cambio político y económico, como el ocurrido con la llegada de Cambiemos al gobierno, el proceso de inversiones registra cuatro etapas. Una primera es la inversión bursátil, compra de acciones de empresas en marcha; una segunda es la inversión en bonos del Estado; una tercera es la que corresponde a fusiones y adquisiciones de empresas y, finalmente, la cuarta corresponde a la inversión masiva. Señala OJF que las dos primeras se han dado o están dando, el caso de compra de bonos del Estado, está a la vista, y ha comenzado la tercera, no siempre muy visible fuera del campo de los especialistas: compra y venta de empresas.
Efectivamente, tanto en el resto del país como en nuestra provincia hay casos interesantes de compra y venta de empresas que necesariamente van a implicar nuevas inversiones. Es muy posible que el vendedor ya no cuente con los recursos necesarios, para renovar su negocio y el que llega sí. En pocas palabras, la compra y venta de empresas son procesos que dinamizan la economía, a veces en forma muy notoria. Un ejemplo muy claro es lo ocurrido desde fines de los ‘80 en la vitivinicultura; sin duda que el cambio de manos fue un pilar de la transformación del sector.
Otro tema controvertido es el del tamaño de las empresas. Domina un prejuicio contra las empresas grandes, siendo que es difícil considerar cómo el mundo económico de hoy puede funcionar sin empresas grandes. Normalmente en la economía la mayoría de las pequeñas y medianas empresas se desarrollan en torno a otras más grandes. Una economía sólo de pequeñas empresas es extremadamente limitada, doméstica; quizás nuestro problema, en Mendoza, es que no tenemos grandes empresas.
Pues bien, en los últimos tiempos se ha conocido el ingreso de nuevas empresas en industrias locales como el jugo de uva, la industria conservera, industrias del vino que se expanden a otras bebidas. Cadenas de distribución mayorista que adquieren industrias tradicionales que tendrán que realizar nuevas inversiones. Es un proceso que tiene más probabilidades de ser bueno que malo. Lo peor es cuando no ocurre nada o todo sigue igual.
