Ir al supermercado representa una gran frustración si lo que se quiere es comprar bueno, saludable y barato. Es increíble que cueste mucho más un pote de yogur que un paquetito individual de snack o que una gaseosa chica. Esto se ve reflejado en el documento "Panorama de la seguridad alimentaria y nutricional en América Latina y el Caribe 2018" que fue presentado esta semana por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el Programa Mundial de Alimentos (WFP) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
Allí, la mendocina María Cristina Perceval (que es la directora regional de Unicef) advirtió que la alimentación saludable sigue siendo un privilegio y debe ser un derecho humano. Más aún en un lugar como Argentina, que considerado el granero del mundo y la "despensa agrícola", haya tantas personas que no tienen acceso a frutas y verduras frescas ya que son costosas; como consecuencia las personas con menos recursos optan por consumir productos con alto contenido en grasas, azúcar y sal, que son más baratos.
El informe muestra que en Argentina, Bolivia y Venezuela son los países de América latina donde más creció la obesidad relacionada a la pobreza. Respecto a nuestro país también detalló:
* El índice de obesidad creció de forma alarmante en las últimas décadas. En 1980 solamente 12% de la población sufría obesidad, mientras que en 2016 el 28,3% de los argentinos era obeso.
* La obesidad afecta ligeramente más a las mujeres (29%) que a los hombres (27,3%).
* La subalimentación afectó a 1,7 millones de personas en el período entre 2015 y 2017, correspondiente a 3,8% de la población. Lo que supone un aumento del 0,4% en comparación con el trienio 2013 -2015. Esta cifra se sitúa por debajo de la media sudamericana, que está en 6,1% de la población. La tendencia de la subalimentación en el continente es de una ligera caída del 0,1% mientras que en Argentina la cifra aumentó.
Mendoza no es ajena a este panorama, aunque aquí la mayor preocupación está centrada en los niños. Según datos del programa Aprender con Salud (del Ministerio de Salud, Desarrollo Social y Deportes) a partir de relevamientos realizados en escuelas primarias, 40% de los alumnos abordados presentaba sobrepeso y obesidad, tal como publicó Los Andes a mediados de año.
¿Por qué aumentaron el sobrepeso y la obesidad?
Especialistas privados y del gobierno tienen la respuesta: la comida casera se reemplazó por alimentos y bebidas ultraprocesados con alto contenido de grasas, azúcar y sal.
Además, como dicen los folletos de la campaña nacional en contra de la obesidad, dos de cada tres publicidades de alimentos en televisión promocionan alimentos no saludables.
Es más fácil pasar por un quiosco y dejarse tentar por las delicias calóricas, que pasar por una verdulería, comprar una fruta, lavarla y disfrutarla sin más. Les cuesta a los adultos y mucho más les cuesta a niños y adolescentes cuando se compran la merienda en el quiosco escolar y tienen que elegir entre una manzana o una banana y el alfajor triple o las papas fritas que tienen exhibidos justo al lado de la frutera.
Es más fácil llegar a la carnicería y por una mínima diferencia de precio pedir los rollitos de pollo con jamón y queso congelados que comprar las supremas, cortarlas y rellenarlas uno mismo. Obviamente, el sabor y la calidad es totalmente diferente. Las amas de casa solemos decir que cuando uno prepara los alimentos sabe lo que le pone, pero a veces no tenemos el tiempo y apelamos a lo que está al alcance de la mano.
Otro aspecto que influye en la obesidad y el sobrepeso, ya se ha dicho tantas veces, es el sedentarismo: cinco de cada diez adultos somos sedentarios. Otra gran frustración.
Todos te dicen hasta que te lo crees: "tenés que hacerte tiempo, aunque sea para caminar media hora por día". Pero la verdad es que -entre el trabajo, las compras de primera necesidad, ayudar a alguno de los niños con la tarea, preparar la comida (tratando de que sea saludable, variada y demás) y tener la casa más o menos en condiciones en una familia tipo- disponer de media hora libre es como buscar una aguja en pajar.
Economía y rutinas cotidianas se complotan para lograr una vida saludable. De todos modos, les dejo los consejitos de los folletos de la campaña nacional: hay algunos que no cuestan dinero y otros que incluso nos ayudan a ahorrar, aunque también están los que exigen más trabajo, creatividad y esfuerzo:
1. Incorporar a diario alimentos de todos los grupos y realizar al menos 30 minutos de actividad física.
2. Tomar a diario 8 vasos de agua segura.
3. Consumir a diario 5 porciones de frutas y verduras en variedad de tipos y colores.
4. Reducir el uso de sal y el consumo de alimentos con alto contenido de sodio.
5. Limitar el consumo de bebidas azucaradas y de alimentos con elevado contenido de grasas, azúcar y sal.
6. Consumir diariamente leche, yogur o queso, preferentemente descremados.
7. Al consumir carnes quitarle la grasa visible, aumentar el consumo de pescado e incluir huevo.
8. Consumir legumbres, cereales preferentemente integrales, papa, batata, choclo o mandioca.
9. Consumir aceite crudo como condimento, frutas secas o semillas.
10. El consumo de bebidas alcohólicas debe ser responsable.