Pese a haber lanzado un mensaje claro en las urnas el domingo a favor de la independencia de España, el futuro político de Cataluña se anuncia complicado tras el revés de los nacionalistas conservadores de CiU, obligados ahora a buscar difíciles alianzas con la izquierda.
"Solos no podremos hacerlo, solos no podremos gobernar este país, todo el mundo tendrá que asumir su responsabilidad y yo creo que la asumirán porque si no llevarían la situación a una complicación extrema", afirmó ayer el líder de CiU, Artur Mas, en rueda de prensa.
"Esta es la voluntad del pueblo catalán, que nosotros estemos al frente del liderazgo del país pero acompañados", agregó, precisando que en los próximos días iniciará conversaciones con los independentistas de izquierdas y con los socialistas.
Mas admitió que el resultado no era el esperado pero descartó dimitir. Con 50 diputados de 135, se encuentra en una situación imposible para gobernar en solitario y necesitará apoyos.
El mandatario reclamó corresponsabilidad al resto de los partidos y aseguró que sin un gobierno sólido será imposible sacar a Cataluña de la crisis y recorrer el camino hacia la consulta y una eventual secesión.
Para los expertos, la coalición liderada por Mas pagó el precio político de los duros recortes aplicados desde hace más de un año y no logró capitalizar el auge independentista impulsado por la crisis porque nunca hasta ahora había defendido una separación de España.
Prometiendo organizar un referéndum de autodeterminación en la próxima Legislatura, Mas había convocado unas elecciones regionales anticipadas en las que esperaba obtener una mayoría absoluta de al menos 68 escaños, pero en su lugar se tuvo que conformar con 50 y la imposibilidad de gobernar sin alianzas.
Los beneficiados fueron los pequeños partidos independentistas de izquierdas, encabezados por ERC, cuyo líder, Oriol Junqueras, planteó ayer el fin de las políticas de austeridad como condición para pactar.
En este complicado contexto, "va a haber una crisis de liderazgo en CiU", dice Joaquin Molins, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Un proceso complicado
Y "en un proceso tan complicado como el de la independencia, con un liderazgo tan tocado es prácticamente imposible" avanzar, considera.
"Si el país no es gobernable en el día a día, le aseguro que el derecho a decidir estará en el congelador mucho tiempo", declaró a la televisión pública catalana Oriol Pujol, secretario general de CDC, uno de los dos socios de coalición en CiU.
"En todo caso va a aumentar la tensión territorial entre Cataluña y el gobierno central" del Partido Popular (PP, derecha) en Madrid, opuesto al referéndum de autodeterminación, considera Ferrán Requejo, Catedrático de Ciencias Políticas que la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona.
Además de la dificultad de gobernar la región en minoría, "tampoco será cómodo para Artur Mas el papel de CiU en Madrid y el trato que le dispensará el gobierno y el PP en el futuro", advertía el diario conservador catalán La Vanguardia.
Al igual que la prensa española, los medios catalanes se hacían eco unánime del fracaso de la arriesgada apuesta de Mas.
"Batacazo", titulaba en enormes caracteres El Periódico de Cataluña sobre una gran fotografía del candidato de CiU, cabizbajo, esbozando una sonrisa que apenas podía ocultar su decepción.
"El 'plan Mas' fracasa", insistía este diario que veía en su editorial "un amargo final de la escapada" independentista de un político considerado hasta hace muy poco como un nacionalista moderado.
Precisamente la imagen de moderación de un candidato que nunca pronunció la palabra "independencia" es lo que podría haber impulsado a buena parte del electorado a votar por las formaciones independentistas de izquierdas, consideran los expertos.
"El gobierno dependerá de ERC, ahora segunda fuerza" con 21 escaños, sentencia Rafael Jorba, analista político y columnista de prensa. La otra posibilidad es una alianza con los socialistas catalanes del PSC (20 escaños), pero ambas formaciones se encuentran en un espectro político, y sobre todo económico, opuesto a CiU, advierte Molins.