El de ayer fue un día histórico. Los futuros del crudo estadounidense WTI para mayo tocaron un nivel nunca visto y cerraron el día en -37,63 dólares por barril. Sí, un valor negativo. Anotaron una baja de 55,90 dólares en la jornada. En el peor momento, se llegó a negociar en -40,32 dólares.
Fue una debacle propiciada porque ya no hay dónde almacenar, en el mundo, el petróleo producido. Entonces, se llegó a la situación de pagar para que alguien se lleve los barriles. Todo deviene del desplome de la demanda global por la crisis que está generando el coronavirus.
Si bien genera ruido en la economía global, la referencia para Argentina es el barril Brent, que cotiza en el mercado electrónico de Londres (ICE) y ayer se comercializó a 25,92 dólares. La situación no es tan grave como en Texas, pero la parálisis económica que bajó la demanda de combustibles un 90% en Argentina, según la Confederación de Entidades del Comercio de Hidrocarburos y Afines (Cecha), hizo que la situación para las empresas que operan en el país también cambiara. Y, por correlación, también se modificó el presente de los operarios y de las regalías petroleras.
El precio interno en nuestro país se termina de definir tomando referencia los valores del crudo a treinta días. Ahora cotiza en torno a los 45 dólares en el mercado. Como los combustibles no bajaron, las refinadoras vienen ganando dinero porque mantuvieron el precio de las naftas y se les abarató el insumo.
Hasta febrero la situación venía más o menos estable. La producción de petróleo aumentaba a un ritmo del 2,5% anual; era de 535.000 barriles diarios en el país, con lo que se abastecía mercado local y se exportaba. Con la crisis generada por la pandemia, las petroleras estiman que terminarán el año un 20% por debajo de ese nivel.
En el Gobierno vienen monitoreando la situación y descartan ir al valor Brent. El Estado seguirá subsidiando al sector con un nuevo "barril criollo". Se pactaría un "precio sostén" más cercano a los 45 dólares por un tiempo determinado, según fuentes empresariales con acceso a la negociación. Ese es un valor lejano de aquel de 54 dólares que pidió la Organización Federal de Estados Productores de Hidrocarburos (Ofephi) el 19 de marzo.
Ese precio es clave porque determina que las petroleras sigan produciendo o paren los equipos. Y eso impacta en empleos y en las regalías que cobran las provincias productoras: Neuquén, Santa Cruz, Chubut, Tierra del Fuego, Río Negro, Salta, Mendoza, Formosa, Jujuy y La Pampa.
Para Gabriel Bornoroni, presidente de Cecha, la cuestión coyuntural también está en el empleo. Por ello, no cree que el precio del combustible en el surtidor vaya a disminuir en el país. Que baje un peso por litro no le cambia la economía a ningún sector, considera el empresarios cordobés, pero sí complica la posibilidad de sostener los puestos de trabajo y golpea más la recaudación del fisco.
No es lo que piensan en la Federación Argentina de Entidades Empresarias del Autotransporte de Cargas (Fadeeac). Allí aseguran que el precio del gasoil -que usan los camiones y el agro- se encuentran en torno a un 30% más caros de lo que deberían. Por ello, plantean "la urgente necesidad de rediscutir y recrear una mejora sustancial del esquema de precios del combustible surgido a partir de octubre de 2017".
Ante la crítica situación, petroleras y sindicatos ya están actuando. El secretario general del Sindicato del Petróleo, Guillermo Pereyra, dijo que habló con el ministro de Trabajo, Claudio Moroni, y este le recomendó hacer acuerdo por sector. "Tenemos 20.000 compañeros de 400 empresas (en su mayoría pymes) en las casas. Las empresas no están facturando desde el 20 de marzo", dijo.
