Quienes nos visitan tienen el privilegio de presenciar la Fiesta Nacional de la Vendimia, uno de los más tradicionales eventos de la región. Tanto anoche como en las repeticiones que comienzan hoy, los turistas se suman a miles de mendocinos que rinden tributo al esfuerzo de un año de trabajo a través del espectáculo que acoge el majestuoso teatro griego Frank Romero Day.
Cada año en Mendoza nos sobreponemos a las contrariedades que sufre la economía y a los dolores de cabeza que suelen producir las inclemencias climáticas del desierto, para rendir tributo a nuestra arraigada cultura del trabajo, la que forjó e hizo fuerte a nuestra provincia a través de los años.
Nuestra geografía exigió a quienes nos enseñaron el camino que nada era posible sino con el esfuerzo diario puesto en el trabajo de la tierra. Y ni qué hablar del aprovechamiento del agua proveniente de los glaciares andinos; en el marco de nuestra sequedad ambiental, poco y nada se hubiese logrado sin su correcta administración para optimizar el riego agrícola. Es por ello que el verde paisaje que distingue tanto a nuestras calles urbanas y paseos como a viñedos y otras zonas sembradas es producto de la paciencia y perseverancia de hombres y mujeres que desafiaron los embates de la naturaleza, desde el riguroso sol del verano hasta las heladas jornadas invernales. Sólo con un mínimo porcentaje de la superficie provincial ganada al desierto los mendocinos llegamos al lugar que tenemos.
Por todo ello, la gran fiesta que nos convoca en estos días fue pensada hace 80 años como homenaje a nuestra vitivinicultura, a través de la cual creció y se hizo grande Mendoza. Y es por ello que esta actividad es y será siempre considerada madre de esta provincia, porque a partir de ella surgieron y crecieron otras labores agrícolas exitosas y la ingeniería en sus distintos campos encontró el ámbito propicio para desarrollarse y apoyar el crecimiento que hoy tanto nos enorgullece a los mendocinos.
Porque para Mendoza nada resulta fácil y el trabajo resulta el capital más preciado. De ahí el apego a la producción y a la austeridad que predomina en cada rincón sembrado de la provincia.
Esta Vendimia 2016, como todas las anteriores, nos sirve a los mendocinos para detenernos a valorar y premiar el esfuerzo de quienes con su labor mantienen viva la provincia. ¡Qué mejor que compartir esa alegría con nuestros visitantes!