Cómo los buscan y cuándo caen los prófugos de las cárceles mendocinas

Los fugados no logran pasar mucho tiempo fuera de sus celdas. Admiten falencias en el sistema carcelario. Tres casos inusuales.

Cómo los buscan y cuándo caen los prófugos de las cárceles mendocinas

La fuga de los condenados por el triple crimen de General Rodríguez tuvo en vilo al país y desnudó falencias dentro de las fuerzas de seguridad y en las políticas del área. Lejos de contar con la logística y los recursos que les permitieron a los hermanos Lanatta y a Schillaci escapar del penal de General Alvear, en Buenos Aires, y pasar dos semanas en la clandestinidad -a pesar de que varias fuerzas los buscaban- los fugados mendocinos no logran pasar mucho tiempo fuera de sus celdas una vez evadidos.

A casi tres años de la creación de la División Búsqueda de Prófugos, el número de fugados del Servicio Penitenciario mendocino se redujo notablemente y de 200 evadidos ya se logró capturar a 92 desde que la brigada está operativa. Los escasos recursos hacen que la división sólo cuente con cuatro policías y cuatro penitenciarios, que son los encargados de seguirles el rastro y capturar a quienes han burlado los sistemas de seguridad.

Vestidos de civil, los sabuesos especiales trabajan en los barrios más “calientes” de Mendoza, los que habitualmente escogen los fugados pera esconderse. Mediante tareas de vigilancia y entrecruzamiento de datos con otras divisiones, se logran la mayoría de las capturas. Aunque en ocasiones, los delincuentes tienen identificados a los investigadores y comienzan a silbar a modo de código para avisar a los demás de la presencia de la brigada en la barriada.

"El 80 o 90 por ciento de los casos de fugados en la provincia son los condenados que gozan de beneficios como detención domiciliaria o salidas transitorias y no regresan al penal", confió a Los Andes un efectivo de Investigaciones con vasta experiencia, que prefirió el anonimato.

El director del Servicio Penitenciario provincial, Eduardo Orellana coincide con el dato del policía pero asegura que "el tiempo en el que permanecen prófugos, salvo muy escasas excepciones, es muy poco". "El fugado tiene que contar con algún tipo de recurso monetario y logístico que le permita estar fuera del ritmo de vida normal. En Mendoza, son muy pocas las personas que permanecen prófugas mucho tiempo", explica el funcionario.

"El fugado tiene que contar con algún tipo de recurso monetario y logístico"

“Cuando hay una fuga, hay un error. Puede ser de diseño de seguridad, por ejemplo, disponer de personal para hacer control o tener a otro agente apostado en un sitio. Y bien, o esas personas no cumplen el puesto que se les ha pedido o no lo cumplen acabadamente. Normalmente se dan estos últimos casos”, se sinceró Orellana ante la consulta de este diario.

Y agregó: “También puede ocurrir que el personal puede estar sobrecargado, lo que sería una falla de diseño, o directamente haber actuado de forma negligente o con dolo. De acuerdo al caso, se evalúa si le cabe una sanción, que puede llegar a la expulsión del Servicio Penitenciario”.

La dificultad de mantenerse en la clandestinidad

Una vez que ganan la calle, los reos tienen otro objetivo, quizás más difícil que el de evadir los controles penitenciarios: el de mantenerse en la clandestinidad y no volver a estar detrás de los barrotes de una celda. “Generalmente se esconden en barrios marginales. Las 'ranchadas' (grupos de internos que comparten un pabellón) las hacen en el penal y cuando salen no van a la casa de los familiares porque saben que los van a buscar ahí. Van a los conocidos de las 'ranchadas' de los compañeros”, explica un pesquisa.

"Cuando salen no van a la casa de los familiares porque saben que los van a buscar ahí"

Al ingresar a los barrios conflictivos de la metrópolis, los fugados se aseguran estar “rodeados de gente que no se va a meter y no los va a denunciar, ya sea por miedo o porque son amigos”, detallan los sabuesos.

Pero en ocasiones “la sangre tira” y, es ese mismo envión, el que paradójicamente puede llevar a un evadido de la Justicia nuevamente tras las rejas. “Muchas veces contactan a los seres queridos o a alguien que les pueda brindar ayuda; puede ser un familiar o un afecto. Las fiestas navideñas o alguna fiesta relacionada con cumpleaños o un aniversario son ocasiones en las que toman contacto con ellos. Siempre llega un punto de información al que se puede recurrir, algún teléfono de contacto, pero esos son procesos más policiales que penitenciarios”, añade el jefe de las cárceles mendocinas.

Desde Investigaciones atribuyen a ciertos errores que cometen los reos que su captura se vuelva un tanto menos complicada, aunque admiten que “es un trabajo de hormigas”. “El error más común que cometen es pelearse con las mujeres o tener bronca con alguno del barrio. Tarde o temprano cometen un error. Algunos no vuelven al penal un domingo y los recapturan el lunes porque están borrachos o drogados y se han ido a la casa de la ex mujer a hacer lío. Ahí los agarras porque les estas haciendo vigilancia”, comenta el pesquisa consultado.

"El error más común que cometen es pelearse con las mujeres"

Y agrega: “Siempre cometen un error. Ya sea porque se pelean con la madre o la novia que los denuncia o por el enemigo que tienen en el barrio o por el nuevo novio de la ex. Además, después de un tiempo de estar evadidos se relajan. Aunque también depende de la personalidad de los delincuentes. Por eso, en los allanamientos hay que ir muy atentos porque estos sujetos no quieren volver al penal y son capaces de resistirse. Muchos están jugados y no tienen nada que perder”.

Desde un placard a un barrio privado

Los tres fugados del caso del triple crimen optaron por esconderse en maizales y campos de cultivos o en almacenes y depósitos abandonados en Santa Fe, donde finalmente fueron capturados. Pero en Mendoza, los delincuentes tiene sus propias estrategias.

“Hace unos meses se logró la captura de un hombre de apellido Atencio. Cuando se realizó un allanamiento lo encontraron escondido en un placard. A simple vista no se encontraba nada hasta que revisaron el ropero. Así había zafado de un allanamiento anterior”, rememoró un efectivo de la Dirección de Investigaciones de la Policía mendocina.

"El año pasado en el Campo Papa agarramos a uno con mucha droga y tenía unos números de teléfonos, entre ellos el del "Pitu" Vargas (hermano de la sindicada jefa narco de Godoy Cruz). Él tenía un sustento económico importante, se movía en distintos autos y lo bancaban familiares en San Rafael. Pero el último tiempo se descuidó con los teléfonos, pedía remises y ahí saltó el dato que permitió su captura", continúa recordando el sabueso consultado.

Otra captura recordada y “vistosa” por el largo tiempo que pasó evadiendo la Justicia fuera del penal fue la del “Morcillón” Quiroga, apodado así debido al color de su piel, extremadamente oscura. “El 'Morcillón' estaba en un barrio cerrado y tenía otros recursos, por eso se pudo mantener oculto por mucho tiempo. Robaba y tenía una flota de unos 5 autos, que los alquilaba para robar o los usaba él mismo para cometer delitos. Tenía una base para mantenerse en la clandestinidad pero cayó en septiembre”, cuenta un policía.

Si bien el trabajo es arduo y los recursos, escasos los pesquisas confían en que, cuando un interno escapa de una cárcel mendocina, caerá en las manos de los sabuesos que lo buscan. “Caen siempre, tarde o temprano caen”, remata con convencimiento un policía con varios años de servicio en la Fuerza.

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