Teléfonos móviles que no paraban se sonar y de vibrar. Mensajes que llegaron de manera inmediata, apenas el plantel ponía un pie en ese camarín visitante que supo alguna vez del dolor Mensana.
Esta vez no. Ya la buena noticia había viajado los casi tres mil kilómetros de distancia para instalarse en el corazón del Parque. La radio y su inmediatez se había encargado de desparramar por nuestra provincia que Gimnasia hacía segundos se convertía en finalista del Federal A.
Era el momento del suspiro aliviado o del grito necesario para descomprimir o simplemente del puño apretado, agitado violentamente hacia arriba y abajo. Pare de sufrir hincha de Gimnasia.
Ya Testa pitó el final y era justo desatar la algarabía. “Sí, estamos en la final”, respondían uno a uno los jugadores y dirigentes los llamados, como si del otro lado hiciese falta ratificar la noticia.
Claro, la dimensión de lo que se acababa de lograr era enorme y necesitaba corroborarse con los propios protagonistas. Nadie caía (ni cae) del todo. Gimnasia está a una semana de meterse en la segunda categoría nacional, esa misma que siempre le fue esquiva y nunca lo tuvo como uno de sus animadores. Sí, créalo, a una semana. Tan cerca y tan lejos, a la vez.
Ya muy poco importante que el Lobo había sufrido la tenencia de la pelota. Se había hecho un equipo largo, por lo cual la segunda jugada también la perdía. Pero la concentración de sus energías estaba puesta en romper y lo lograba con relativo éxito hasta que Ayrol puso el 1 a 0.
A partir de allí, el Mensana debió sobreponerse a los peores veinte minutos de la serie. Ya no sólo no tenía la pelota sino que tampoco lograba contener la ofensiva local. Era la hecatombe. Pero no lo fue porque debajo de los palos hay un tal Alasia.
El Mundo Gimnasia vibra como hace tanto que no lo hace. Ya casi que no hay motivo alguno para que el Víctor Legrotaglie explote el próximo miércoles. No, en realidad, no lo hay.
Es más, ningún amante del fútbol mendocino debería quedarse afuera del estadio de calle Lencinas para ir a alentar al Lobo, así como se hacía en los viejos Nacionales.
Una semana histórica le queda por delante a uno de los clubes más importantes de nuestra provincia que lentamente va reconstruyendo su prestigio, ese que supo ponerlo en lo más alto del fútbol del Interior, ese que escribieron los 'Documento' Ibáñez, Chueco Vicino, Patón Sosa, Cochina Olguín y ese capítulo especial que la historia del fútbol nacional le reservó al Maestro Legrotaglie.
Este plantel que comanda Toti Arias entendió cuál era la empresa y ladrillo a ladrillo fue reconstruyendo a un gigante de Mendoza. Con ímpetu, con momentos de buen juego, con coraje e hidalguía. Así, como su historia se lo demanda.