Cómo tener una relación saludable y no morir en el intento

Parejas que comienzan; parejas que se terminan. Cómo es la “receta” de un proyecto emocional que nos enriquezca.

Cómo tener una relación saludable y no morir en el intento
Cómo tener una relación saludable y no morir en el intento

Estar en pareja es comprender que, quererse no equivale a "pensar" ni ser "iguales". Entonces, ¿por qué cuesta tanto lograr -y mantener- una pareja saludable?

Las estadísticas de separaciones y divorcios ascienden mundialmente y, es alarmante, porque son núcleos -o futuros núcleos familiares- que se desvanecen en el aire, cual castillo de naipes. Sí, es cierto que cuando uno comienza una relación no le pone fecha de caducidad al vínculo, todo lo contrario, esa primera etapa de enamoramiento es la más linda: los cumplidos, el tiempo juntos, los mensajes románticos, las caricias, el querer estar en contacto con el otro. Pero cuando ese período pasa, ¿existe una vara que mida la durabilidad de una pareja? 

Antes, las abuelas tenían el poder de detectar cuando una pareja "no iba". Llámese poder sobrenatural o capacidad de percibir lo que a los demás se les pasaba por alto; quién no recuerda las sabias palabras de algún abuelo o abuela que decía -como profecía- lo que luego terminaría ocurriendo: el rompimiento (o no) de una relación. Lo cierto es que no existe manera de saber si una relación va a funcionar o no, pero sí existen "principios" que pueden colaborar profundamente para lograr una pareja saludable y, de ser posible, próspera. 

¿Existe una receta mágica que garantice una relación sana y estable? Y... No, ¡no existe! Pero cada quién crece con un bagaje de información y herramientas que se ponen en juego a la hora de relacionarse con los demás y, sobre todo, en lo que respecta al amor. Hablamos del "aprendizaje social, la transmisión de valores que recibimos en casa, nuestras propias construcciones -que mucho tienen que ver con el contexto en el que estamos- entre otros aspectos. Estos son algunos de los elementos que se ponen en juego a la hora de ponderar una buena o mala relación de pareja", comparte la psicóloga Miriam Lobos.

Ahora, cuando nos enamoramos, sentimos que el mundo nos cambia. ¿Por qué? Y, bueno, esto pasa porque el "amor tiene efectos similares al de una droga, cuando nos enamoramos el cerebro comienza a segregar sustancias como serotonina, oxitocina y dopamina haciéndonos sentir felices, eufóricos y excitados. Pero, como toda droga que se consume por períodos largos, en algún momento llega la tolerancia y sentimos que nos hace falta 'algo más'", analiza Natalia Barrera decodificadora de síntomas.

El amor tiene sus fases 

Todo comienza por el primer paso: "la atracción". "Aquí es cuando sentimos mariposas en la panza y estamos todo el tiempo pensando en el otro, en cómo será y es justamente esa curiosidad la que nos excita más. Luego vienen las citas, la posibilidad de formar una relación estable. Aquí es cuando empezamos a pensar y a cuestionamos si la otra persona es la pareja ideal", añade la decodificadora.

No caben dudas de que, una relación es un vínculo entre dos -que comienzan por "no conocerse" en lo absoluto- y a medida que se frecuentan descubren similitudes, que potencian el lazo, y diferencias, que se deben conocer, aceptar y respetar. ¡Ah! ¡Esas dos palabras que tanto cuestan decir y poner en práctica en la vida real! "Cuando se tiene en claro que el otro es un 'otro' diferente a mí, que llega a mi vida con sus propias ideas y con formas de ser y hacer y que aún así somos capaces de congeniar; tenemos el camino casi hecho", dice la psicóloga.

Pero esta construcción no se logra de la noche a la mañana; sino que se basa en una labor constante de aceptar al otro en su totalidad (con defectos y virtudes) y respetar sus espacios y su intimidad.

Si bien, cada quien tiene su forma de ver el mundo -muchas veces algo sesgada-, no podemos dejar que las diferencias, las carencias afectivas o las creencias erróneas transformen la relación es una tortura y un gasto de energía emocional.

Según plantea Barrera, podemos pensar en una serie de "elementos" que posibilitan construir una "pareja sana". Entre ellos, se puede pensar en "la tolerancia, la empatía y sobre todo el hecho de alimentar la relación, de tener proyectos juntos, de poder tener diálogos profundos que nos permitan evolucionar como seres humanos".

Asimismo sostiene la profesional que la pareja “es nuestra otra mitad, un gran maestro si nos permitimos evolucionar y cambiar, pues para que una pareja perdure en el tiempo tenemos que animarnos a cambiar la rutina y no caer en la monotonía. Como a toda relación hay que dedicarle tiempo y atención para que crezca y se haga fuerte el vínculo”.

Claves para lograr un “amor perdurable”

Aquí te proponemos algunas ideas para tener en cuenta a la hora de relacionarnos en el amor. ¡Tené en cuenta que la relación depende de aquellos que la forman!

Las recetas no son mágicas, sino que, "la magia está en la pareja", tal como dice Lobos. Lo más saludable es poder definir si ese vínculo suma o resta. O sea, si nos colabora a desarrollarnos como individuos, pero también si somos capaces de ayudar al otro en su proceso evolutivo. "Si aceptamos tener un vínculo con otro u otra, sabemos que el crecimiento tiene que ser compartido. Si no es así, estamos fallando", afirma Lobos.

Amar a otro es hacerlo desde ciertos parámetros de valoración: la libertad, la comunicación y la capacidad de compartir. Aspectos que colaboran en una relación saludable. Partiendo de la base de que las personas no son mercancía que uno compra y se transforma en su propiedad, sino que cada quien es dueño de su libertad, de su espacio de privacidad e intimidad. Entender esto es reconocer que, "somos dos en una relación, pero puedo seguir viviendo sin ese otro, pues no es de mi propiedad ni a la inversa", agrega la profesional.

La comunicación. Esa palabra tan complicada y confusa... A veces creemos que porque hablamos, nos comunicamos y no es así. ¡Vaya que no! Comunicarse en pareja es propiciar el diálogo constante, el entendimiento, la negociación para coincidir -una vez más-. Y con esto nos referimos a alejarnos más de aquellos elementos o situaciones que interrumpen el contacto entre los amados y así lograr una comunicación adecuada y efectiva. Esto colabora profundamente en afianzar el lazo de pareja, evitar las discusiones por temas innecesarios y enseña a discutir por lo que realmente importa.

Compartir. Eso de estar juntos no alcanza si no se aprende a compartir. Hablamos de compartir tiempo: una simple salida, una cena, un viaje. "La pareja también se refuerza cuando se conoce fuera de la rutina, del caos del día a día que a veces nos hace olvidar lo más sencillo", añade la psicóloga.

Algo muy importante en los albores de una relación es detectar a tiempo si hay o no “dependencia emocional”. Pero, ¿qué es? En resumidas cuentas, es un estado psicológico que se puede manifestar en cualquier relación (pareja, amigos, familia). Según plantea Natalia Barrera, “la dependencia emocional nace de la inseguridad y el miedo a perder. Toda dependencia emocional nace de una baja autoestima, miedo y la desvalorización. Es importante entender que la primera relación que debemos consolidar en con nosotros mismos, porque si no vamos a buscar llenar esas carencias afectivas con nuestros vínculos”.

Esta dependencia, entendida como necesidad de recibir amor y afecto que hace que todo gire en torno a la pareja, puede generar grandes conflictos en una relación. Se dice que es un problema muy común en los amores actuales. Lo cierto es que, cuando hay dependencia emocional “no nos enamoramos del otro, nos enamoramos de cómo nos sentimos con nosotros mismos cuando estamos con el otro”, dice Barrera.

¿Cómo actuar frente la dependencia? "Debemos construir un lazo más fuerte con nosotros mismos, mejorar nuestra autoestima y tener metas personales que nos motiven, para no vivir a través de nuestra pareja", reflexiona la profesional. Las personas -a veces- no tienen planes propios, entonces solo se centran en los proyectos de pareja (comprar una casa, cambiar el auto, irse de vacaciones), metas que se construyen de a dos y que hacen que en nuestra vida sea imprescindible el otro, es ahí donde nace el miedo: ¿qué pasa si me deja?, ¿qué pasa si se va con otra persona?, ¿qué voy hacer?, ¿qué va a pasar con mi vida y mis proyectos?

Entonces, ¡tomá nota! La clave siempre es la misma. Sanar nuestra relación con nosotros mismos: “Si yo me amo y soy feliz en mi soledad, no voy a formar una pareja desde la necesidad sino desde el merecimiento, porque yo ya soy feliz conmigo misma -o mismo-, no necesito a otra persona para sentirme completa -completo-”, cierra Barrera.

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