Por Zulema Usach
El retorno a clases y la vuelta a las actividades cotidianas parecen sumergir a los padres en una vorágine de horarios que parece no tener fin ni salida y que plantean desafíos pero también nuevas formas de organizar la dinámica familiar. Aquí algunos consejos para evitar desbordarse.
Cuando los días de playa, juegos, tardes de relax y noches de juntadas con amigos y familiares quedaron atrás, el ritmo parece acelerarse. Aquellas horas que aparentaban ser más largas por las vacaciones de verano, ahora se vuelven apresuradas al ritmo de la rutina.
Y es que con el retorno de las clases, la dinámica familiar se modifica: mientras que padres y madres hacen todo lo posible por llegar a horario con todos los detalles, los hijos intentan adaptarse a un escenario conocido pero dinámico y cambiante. El aula los espera con caras distintas, tal vez una nueva maestra y algunos compañeros por conocer. En el vaivén de recreos y olor a útiles nuevos, también está el desafío de integrarse e interactuar con amigos y amigas del curso anterior, pero que después de un tiempo sin verse, han sembrado nuevas experiencias.
Como pilares que deben ser tan fuertes como para sostener el devenir de un año que no estará exento de obligaciones, los adultos de la casa buscan apelar a estrategias más o menos planificadas como para reservar energías para los meses venideros o al menos hasta que el calendario indique que el receso invernal brindará el próximo descanso. La escuela, las actividades extra escolares y los compromisos sociales de los chicos suelen dejar padres extenuados en un ritmo intenso de idas, vueltas y horarios que pareciera no tener fin ni escapatoria. Así, las corridas han vuelto a colarse en la vida cotidiana y casi no hay quién se haga la pregunta sobre cómo hacer que el estrés no se interponga entre las pequeñas metas diarias y la voluntad para lograrlas. Para buena parte de los papás de los miles de estudiantes (el sistema educativo contabiliza unos 500 mil en todos los niveles y modalidades) que han regresado a clases hace apenas unos días, el retorno ya es casi parte de un “ejercicio” que va buscando aceitar los mecanismos sobre la marcha.
Erika Salas (34), por ejemplo, asegura que en su caso el regreso de sus dos hijas al nuevo año escolar -ambas asisten al nivel primario en un colegio privado de ciudad- se ha dado casi sin sobresaltos. En parte, porque no necesitó comparar tantos útiles, mobiliario y ropa escolar debido a que aprovechó las vacaciones en Chile para abastecerse de casi todo lo necesario. "Lo que vayan necesitando lo iremos comprando en las próximas semanas, a medida que vaya surgiendo. Por lo pronto, lo principal está listo", comenta esta mamá que ha preferido compartir más tiempo con sus hijas y prepararlas anímicamente para la rutina que se avecina. "Juntas preparamos a fines de febrero tanto los materiales como el uniforme y la mochila. También hicimos un proceso previo para cambiar los horarios, ya que concurren por la mañana y en las vacaciones se acostumbraron a dormirse un poco más tarde", explica Erika.
Para Romina Vargas (28), la realidad fue algo distinta en este comienzo de clases. Es que además de los horarios laborales, ella tuvo que empezar de cero con las compras de útiles y mobiliario. A eso, se le sumaron las disposiciones del colegio donde ingresó su pequeño Ignacio (5). "La verdad es que terminé algo agotada, entre los preparativos, el uniforme y todos los detalles, incluyendo rótulos y distintivos, a veces terminaba a las tres de la mañana", comenta esta joven mamá que además tiene una bebé de ocho meses, Catalina. En su caso, si bien recibe ayuda externa para los quehaceres, junto a su esposo Rodolfo (33), tomó estos cambios más bien como un entrenamiento futuro.
Para pedir la participación activa de los hijos y motivarlos para el retorno a las actividades es fundamental darse el tiempo para charlar con ellos.
A la exigencia que impone la escuela, los chicos retoman lo que han elegido hacer además del estudio tradicional y que va desde la realización de algún deporte hasta el entrenamiento en inglés o actividades artísticas; entre otras cuestiones. Eso, por no mencionar cumpleaños y pijamadas que exceden los fines de semana, torneos de fútbol o lo que sea, controles médicos de rigor o seguimiento particular en casos específicos (psicopedagogos, profesores particulares, etc). La lista puede ser interminable en función de cada familia y, ni hablar, si en la casa hay dos o tres chicos. En la actualidad, muchos padres se encuentran "atados" a los horarios y actividades de sus hijos y en una disyuntiva que no es fácil de resolver.
La psicóloga especializada en niños, Verónica García aporta que si bien la dinámica de cada familia es muy particular, siempre es conveniente realizar un balance de lo que fue el año anterior y tomar en cuenta las expectativas para el año que se inició.
Explica la especialista que la rutina es una construcción y, como tal, necesita de distintos anclajes que tienen que ver con la organización y la previsión o anticipación. "Esto es fundamental para que todo tenga una planificación previa ya que las corridas estresan tanto a los adultos como a los hijos y generan un clima de tensión que puede ser contraproducente para todos los integrantes del núcleo familiar", aconseja García.
A la previsión se suma otra herramienta válida para evitar sentirse “esclavizado/a” frente al escenario estudiantil que, sumado al ajetreo y obligaciones laborales, terminan por formar un combo a veces difícil de afrontar. Para pedir la participación activa de los hijos y motivarlos para el retorno a las actividades, es fundamental darse el tiempo para charlar con ellos, preguntarles cómo se han sentido, por ejemplo, con su nueva maestra, si se sienten reconfortados al volver a ver a sus compañeros de curso y qué quieren obtener de sus actividades "extracurriculares".
Así, en la medida en que exista una escucha activa y permeabilidad a las necesidades de los hijos, el círculo se retroalimentará hacia formas armónicas de retomar las diferentes actividades y la a veces apretada agenda de los más chicos del hogar. "Siempre es bueno recapitular las vivencias pero con la mirada en lo nuevo que les espera este año, sobre todo para los más chiquitos", detalla la psicóloga.
Es saludable que los adultos -padres y madres- aprendan a delegar cuando noten que no pueden resolver todo solos.
Otro recurso para no quedarse en la queja permanente, es apelar a las redes de padres del colegio para poder resolver aspectos operativos. "Apoyarse en otros padres y madres es muy aliviador, sobre todo cuando la tecnología permite estar en contacto permanente. Se pueden relevar, por ejemplo, para hacer compras o ayudar a quien lo necesite", recomienda la especialista.
Aprender a priorizar y "distinguir entre lo urgente y lo importante", es otro recurso que comparte Julieta Valls, master coach ontológico calificado. "Muchas veces se atiende a lo urgente pero se deja de lado lo importante que, en este caso, es el rol paterno y materno", define. Por eso, ella postula que la pregunta que deben hacerse lo adultos frente a los avatares cotidianos, es: ¿Qué es lo más importante que puedo hacer esta semana para fortalecer y alimentar mi rol paterno/materno?
Así mismo, Valls aconseja que es saludable que los adultos -padres y madres- aprendan a delegar cuando noten que no pueden resolver todo solos. La familia externa como así también amigos o personas de confianza pueden ser un buen sostén para encargarse de algún aspecto que pueda ser útil para la familia, explica la profesional. "Es saludable animarse a pedir ayuda cuando así se requiere", recomienda Valls.
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