Cómo ser padres y no perder a los amigos

Los nuevos tiempos, obligaciones e intereses generan que muchos amigos se distancien. Claves para, al menos, intentar que eso no suceda.

El nacimiento de un niño supone un gran cambio. De repente está ahí, ese pequeño ser humano que hace felices a sus padres pero que absorbe toda su atención. Las muchas nuevas tareas y noches de insomnio muchas veces les deja a los padres poco tiempo y energía para hacer otras cosas. "Y a ello se añade el hecho de que cambien las prioridades: algo que antes era fundamental quizás ya no le parezca ser importante a uno", dice Karin Jacob, asesora de educación del centro familiar SOS en Berlín.

Esa pérdida de importancia puede estar relacionada con el deporte favorito o un hobby practicado intensamente o las visitas al bar los fines de semana que uno nunca quería perderse. Muchas veces la felicidad de los padres por tener un hijo se ve empañada por la pérdida de las amistades.

La relación con los amigos se nutre con el tiempo que pasan juntos, intereses compartidos y comprensión mutua. Sin embargo, muchas veces la vida social compartida entre los flamantes padres y sus amigos sin hijos se reduce enormemente. "Conozco el caso de una pareja que por su bebé siempre iba a dormir a las 21:00 horas, mientras que sus amigos trabajaban hasta altas horas de la noche, por lo que casi ya no era posible mantener el contacto", dice Jacob.

Otros logran reunirse como antes pero ya no saben cómo relacionarse, por ejemplo porque ya no existen las largas noches de fiestas que compartían. O porque pierden el contacto con el otro porque la nueva situación de repente les parece a cada uno de ellos extraña. "Eso es absolutamente comprensible, porque a causa del nacimiento de su hijo a los padres jóvenes se les ha abierto un mundo totalmente diferente, con muchas nuevas experiencias, sentimientos y tareas exigentes", explica la asesora familiar Gerlinde Gailer.

Si no conocen esta situación, muchas veces le cuesta a la gente entender las cosas que les importan a los padres jóvenes, desde cómo preparar la papilla perfecta hasta cuál es el modelo educativo perfecto. "Para los que no son padres, muchas cosas como esas son seguramente aburridas, como cuando uno tiene un nuevo hobby y le cuenta a todo el mundo los detalles más ínfimos de esta nueva pasión", dice Gailer.

A la inversa, a las nuevas madres y padres también les falta en parte tener comprensión por los intereses de sus amigos sin hijos, porque hay muchas cosas que les parecen secundarios en comparación con lo que les emociona ahora.

Tener menos tiempo y menos intereses coincidentes: todo ello puede crear una distancia creciente. "Efectivamente, las relaciones que eran más bien superficiales muchas veces se rompen, pero una auténtica amistad, en la que uno sigue al otro hasta el fin del mundo, generalmente sobrevive a las diferencias", explica el psicólogo Frank Baumgärtel, de la ciudad de Bremen.

Sin embargo, esto no funciona así automáticamente. Como el hecho de ser padre cambia a la gente, es necesario trabajar para que la amistad se mantenga, aun cuando la base de la amistad es buena. Esto implica la necesidad de aceptarse mutuamente, es decir, por ejemplo, entender cómo ha cambiado la vida cotidiana del otro y por qué sus prioridades ya no son las mismas.

"Hay que desarrollar una nueva relación que se ajuste a las circunstancias cambiadas", explica Jacob. Esto puede implicar que los encuentros se realicen en otro momento porque el bebé tiene determinado ritmo de vida o que los encuentros tengan otro carácter porque ahora también está presente un bebé.

"De todas formas, los tiempos cuando uno simplemente hacía lo que le daba la gana espontáneamente han acabado. Sin embargo, hay baby-sitters y hay muchas posibilidades de organizar encuentros donde coincidan el hijo y los amigos", dice Gailer, quien menciona como ejemplos el picnic en el parque o la cena en la casa, que les permite a los padres llevar al niño a la cama cuando está cansado. Por el contrario, el bar de la esquina lleno de humo o el restaurante italiano de lujo son lugares menos adecuados. Gailer recalca que es importante que los amigos y los hijos se encuentren porque así se van relacionando y los padres pueden integrar a sus amigos en su nuevo mundo.

Sin embargo, los padres no deberían exagerar a la hora de buscar encuentros entre sus hijos y los amigos. "Desde luego que se puede esperar que los amigos muestren interés por los hijos, pero eso no quiere decir que de repente todo el mundo de los amigos gire en torno a los niños", dice Baumgärtel. El psicólogo recomienda a los padres que no sólo hablen con sus amigos sobre su vida como padres y que de vez en cuando sigan reuniéndose con los amigos sin los hijos. "Esto es importante para mantener la amistad y no perder de vista el origen y la esencia de esta relación".

Si los padres tienen la sensación de que sus amigos no se adaptan a la nueva situación, deberían buscar el diálogo actuando con mucho tacto. "No deberían hacer reproches diciendo al amigo, por ejemplo, 'ya no das señales de vida'. Es mejor decirle 'te echo de menos' o 'hagamos algo juntos", recomienda el psicólogo. Si eso no cambia la situación, es mejor preguntarles directamente a los amigos cuál es, en su opinión, el problema, para que juntos piensen en cómo resolverlo, aconseja Baumgärtel.

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