Médicas y médicos de distintos lugares de la Argentina que trabajan en el sector público y privado contaron cómo se preparan para estar "concentrados al ciento por ciento" con capacitación, recursos humanos y materiales, para enfrentar el temido pico de la pandemia, el momento en que pacientes con el nuevo coronavirus inundarán las camas de sus servicios más allá de las estadísticas.
"Podíamos sentirnos muy preparados pero es muy fuerte ingresar a las salas y mirar a la cara a los pacientes. Ver esa mezcla de miedo y soledad. Eso te obliga a estar concentrado al ciento por ciento y a contar todo el tiempo con el profesional que está a tu lado", contó a Télam Eduardo Serra, médico terapista de 41 años del hospital regional Ushuaia, en Tierra del Fuego.
Serra es uno de los siete profesionales de ese centro de salud capacitado para atender pacientes con Covid 19 en una provincia con 83 casos confirmados y con transmisión comunitaria del virus.
"Los cuellos de botella en la isla son el recurso humano capacitado, los insumos y el espacio físico, en ese orden", dijo y explicó que la capacidad instalada del hospital "puede aumentar hasta 17 respiradores".
El profesional aseguró que su generación de médicos "nunca enfrentó" una realidad así y recordó como único antecedente la epidemia de gripe H1N1: "Estuvimos semanas con todas las camas ocupadas. Recuerdo una guardia en donde tuve que internar a siete pacientes en una sala de seis".
A más de 3 mil kilómetros, María Celeste Macayo, una médica terapista de 52 años del hospital bonaerense Lucio Meléndez, de Adrogué, también nombró la gripe de 2009: "Me tocó estar sola de guardia con 11 pacientes ventilados, el desgaste físico y mental fue terrible, no teníamos información de lo que pasaba y no estábamos preparados para afrontarlo".
Macayo siente que hoy la situación es mejor: "Estoy tranquila, hoy tenemos un plan de contingencia, pudimos organizarnos con protocolos sanitarios oportunos y equipamiento".
Con 20 años en cuidados críticos, la profesional sostuvo en diálogo con Télam que "la prioridad es el capital humano, capacitar al equipo y sacar el miedo, ese miedo que todos tenemos ante un enemigo invisible y desconocido", y enumeró que en el hospital se inauguró una nueva guardia, se sumaron dos respiradores, médicos y personal de enfermería.
Según fuentes oficiales, en el país hay más de 8 mil camas de terapia intensiva entre el sector público y privado, de las cuales 115 están ocupadas con pacientes con coronavirus.
Ante un "impacto medio" de la enfermedad se necesitarían al menos 2 mil más, por lo que el Ministerio de Salud de Nación trabaja contra reloj incorporando recursos humanos y materiales en áreas críticas.
"Los intensivistas siempre decimos que cuando tenemos un dilema de diagnóstico estamos obligados a pensar primero en lo peor. Acá sucede lo mismo. Tenemos que pensar que vamos a tener la terapia intensiva llena, a ocupar camas de intermedia con respiradores. Me da la impresión que eso no va a suceder, pero estoy obligado a pensar que puede pasar", aseguró por su parte Osvaldo Elefante, de 63 años y jefe de la terapia intensiva del Hospital Interzonal General de Agudos de Mar del Plata.
Elefante y su equipo entrenan a las enfermeras y colaboran con los médicos del shock room y la guardia. "Nuestra preocupación es que no se contagie el equipo de salud, porque somos pocos y necesitamos contar con todos", contó a Télam.
"El entrenamiento más importante es cómo colocarse el equipo de aislamiento personal, y cómo retirarlo, porque aunque parezca paradójico, es más probable contaminarse cuando uno se lo saca", aseguró.
Tras la experiencia de Italia y España, hay dos temores latentes: que muchos trabajadores de salud se enfermen y que los médicos de terapia tengan que elegir a quien dar el respirador entre dos pacientes por falta de equipos.
"Los fantasmas están siempre. Pero estos países son un ejemplo de lo que no se debe hacer porque les explotó una bomba en la cara y no la vieron ni cuando la tenían con la llama prendida", afirmó Eduardo San Román (62), jefe de terapia intensiva del Hospital Italiano, del barrio porteño de Almagro, donde se atendieron 37 pacientes confirmados, 19 de los cuales ya tuvieron el alta.
"Sería dramático tener que elegir a quien se pone el respirador; la única forma de no saturar el sistema de salud es con medidas como las que se están tomando en el país, porque, como dicen los epidemiólogos, no se va a evitar la enfermedad pero se hará que aparezca en un plazo más largo", reflexionó.
El especialista, quien fue presidente de la Sociedad Argentina de Terapia Intensiva, sostuvo que "en condiciones normales no todos los pueblos tienen que tener unidades de cuidados intensivos porque no tiene sentido que la sala esté vacía y el personal pierda entrenamiento".
"El problema es que una pandemia crea necesidades en todos lados y para eso tienen que estar los hospitales de campaña, como los que se están armando", precisó.
Con respecto a sus vidas fuera de las salas de terapia intensiva, Macayo, oriunda de Ensenada y cuyo marido es médico, contó que al llegar a su casa, en la que viven con sus cuatro hijas, se higieniza y toma precauciones. "Es una situación difícil porque a veces las más chiquitas no lo entienden. Debemos cuidarnos para poder cuidarlas, pero las más grandes nos ayudan", relató.
"Cada vez que llego a casa tardo media hora hasta que hago todo el protocolo de ingreso y lavado para poder saludar a mi mujer. No veo a mi hija de 11 años desde que comencé a atender pacientes positivos", dijo por su parte Serra.