Ricardo Echegaray no consiguió explicar con éxito la relación que lo une a Jorge Lambiris Vilche, “el uruguayo”. Al titular de la AFIP le cuesta reconocer que el hombre con quien pasaba sus vacaciones de fin de año está implicado en causas judiciales por contrabando y es señalado en el sector del comercio exterior como “el hombre de Echegaray” para maniobras con depósitos fiscales.
Los depósitos fiscales no son ni más ni menos que sitios de guarda fiel de la mercadería que entra y sale del país. Fiel, porque es la Aduana, que depende de la AFIP, la que los habilita y así se asegura que todo lo que pasa por allí se ajusta a los parámetros legales. Por la sensibilidad del negocio, habilitar un depósito fiscal no es tarea sencilla. Ni barata.
La resolución que regula su funcionamiento y requisitos para obtener una habilitación es la 3343 de 1994. Desde esos años, que la entrega de concesiones de depósitos está frenada. Sin embargo, desde que Echegaray llegó a la Aduana en 2004 y luego a la AFIP en 2008, se habilitaron al menos ocho depósitos fiscales o empresas dedicadas al rubro que prevén montar galpones.
La lista es corta y quizá, incompleta, pero todas las firmas tuvieron que pasar por Jorge Lambiris Vilche para comenzar a operar. Este ex importador de juguetes chinos que afianzó su relación con Echegaray a través del vínculo de sus hijos en un colegio de Don Torcuato, es la persona que maneja la entrada y salida de containers, aseguran en el sector.
“Con Lambiris nos impusieron un mecanismo para operar que antes no necesitábamos y esto empezó con Echegaray en la AFIP”, contó un importador de trato constante con la Aduana. “Lo cierto es que Lambiris no tiene estructura propia, por eso si le sueltan la mano, no existe”, asegura.
Sin embargo, nada indica que “el uruguayo” haya perdido el favor del funcionario. Es que además de las conversaciones informales, Lambiris recibía a importadores, exportadores y despachantes en una oficina en Suipacha y Perón, en el último piso del edificio de una galería poco vistosa. En ese despacho se habrían pagado hasta US$ 5.000 para entrar o sacar containers sin que nadie pregunte ni revise nada. Los jueves y viernes eran los días de cobro, porque los sábados a Lambiris le tocaba ver “al jefe”. En la terraza de esa oficina se hicieron varios asados con funcionarios y empresarios del sector.
Pero además de las gestiones para entrar y sacar mercadería, Lambiris está ligado a la apertura de depósitos fiscales.
Trabadas las licencias desde los ‘90, con la llegada de Echegaray se abrieron al menos 7 nuevos depósitos. El de Carestiba en el Mercado Central vinculado a “el uruguayo”; Extradir SA activa desde hace dos años y con instalaciones en Don Torcuato sur; Terminal Carga Tigre, de Horacio Palmieri a quien en el medio señalan como relacionado a Lambiris; un nuevo galpón de Defiba; dos nuevos depósitos del Grupo Selsa abiertos en 2008 en La Boca y Zárate; un nuevo predio de los Murchison, y otro de Defisa en Río Gallegos.
LW Logística y Cargas, la empresa de Lambiris y su hijo Mauricio, construyó un galpón en el Mercado Central pero que aún no está operativo.