El juicio oral y público contra Raquel Blas parecía encaminarse al papelón y efectivamente así fue. A tal punto que la fiscal de cámara Susana García lo dijo en su alegato: "Ha habido tipo objetivo ?ab initio' para llegar a esta instancia". En lenguaje coloquial, o en palabras del defensor Alfredo Mellado: "Desde el principio se sabía que no había pruebas y sin embargo se siguió". Entonces, la fiscal no acusó y el tribunal absolvió a la titular de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE).
Entonces la causa que desde ATE se entendía que era una emboscada para amedrentar al accionar sindical, de pronto se tornó casi en un trámite que hasta la propia parte acusadora echaba por tierra con la entidad de la causa.
Y falta de entidad planteadas fueron esgrimidas por la propia Blas para agitar el fantasma del Jury de Enjuiciamiento contra la jueza que más propició la llegada de la causa a juicio oral y público: se trata de la jueza de garantías Alejandra Mauricio.
La causa contra Blas era por amenazas coactivas, previstas en el artículo 149 del Código Penal. Se la acusaba por una frase que supuestamente había dicho al ex ministro de Hacienda, Adrián Cerroni, en la caliente jornada del 17 de diciembre de 2009, cuando delegados de ATE se juntaron con representantes del gobierno de Celso Jaque para reclamar el cumplimiento del acta paritaria firmada en abril de 2009.
Ese día, las deliberaciones (seguidas de extensos cuartos intermedios) se desarrollaron en el quinto piso de Casa de Gobierno desde antes de las 10 de la mañana hasta pasadas las tres de la tarde, cuando Cerroni trajo una minuta de lo que podía cumplir el gobierno de todo lo que había aceptado en paritaria, meses antes.
Esta minuta fue considerada insuficiente. Hubo reclamos, se empezó a levantar la voz, hubo gritos y, de pronto Blas agarró la minuta, la rompió con parsimonia y la arrojó con displicencia, casi como al descuido, a la cara de Cerroni. La reunión terminó y empezó la furia. Supuestamente, en medio de la batahola, Blas le habría dicho a Cerroni: "Si esto no lo arreglan, voy a salir a hablar con la gente afuera, que ya está rompiendo cosas, y no sé qué pueda pasar acá arriba".
El martes pasado, el testigo que supuestamente escuchó decir esto a Blas, el ex secretario de Salud Pedro Masman, ya no se acordaba de que la dirigente sindical hubiera dicho semejante cosa. Y el juicio empezó a desmoronarse.
El debate se abrió a las 9.30, con poca prensa y poco público en la sala. Se esperaba la declaración de dos testigos de la defensa y luego los alegatos, pero hasta la defensa estaba tan segura de que los dos testigos previstos eran demasiados, así que sólo declaró un delegado presente en aquella jornada de furia, Mihail Zagorac y desistió del otro testimonio.
Se vio el video filmado por las cámaras de la comunicación gubernamental y entonces la fiscal dijo que no acusaría a Blas y sin acusación todo se desmoronó definitivamente. En sus argumentos dejó entrever su contrariedad por los olvidos de Masman.