Como París, Mendoza ya tiene su “puente de los enamorados”

Poco a poco han ido apareciendo candados en el puente que lleva a la isla del parque San Martín. Los dejan las parejas en señal de amor. El gesto es bien recibido por muchos, pero otros temen por la estructura. ¿Nace un atractivo turístico?

Como París, Mendoza ya tiene su “puente de los enamorados”

La acción pasa desapercibida por muchos. Una pareja toma un candado, lo cierra en un puente y echa la llave al fondo del agua como señal de un amor que permanecerá en el tiempo. Un gesto romántico internacional que ya tiene su correlato local dentro del parque San Martín.

Lo concreto es lo siguiente: sobre las barandas del puente que lleva a la isla del Parque hasta ayer podían contarse 9 candados abrazados. Cuatro de ellos estaban identificados con nombres e iniciales, y dos tenían la fecha de cuando los colocaron: el más antiguo el 31-10-15 y el último el pasado martes 19-01-15.

Sofía (22) y Chato (25) son dos jóvenes que ayer fueron a la isla para tomar algo. Si bien ella no los habían notado, a él le hicieron recordar la historia parisina sobre el río Sena y la contó para su compañera. “No sabía que se hacía acá pero va a ser muy artificial, es ‘recontra bala’”, comentó el joven hasta que hizo silencio y se sinceró con un “igual... me gusta, se va a llenar”.

Otra pareja con más años, Juan Carlos (63) y Patricia (56), contaron que hace un mes vieron “dos o más” candados en el lugar. “Pobre puentecito, van a necesitar un ingeniero para que no se caiga”, dijo entre risas Juan Carlos.

En cuanto a ellos, poner uno lo descartaron de plano ya que “con cinco hijos no nos falta poner ninguno más. Encima siguen en casa, ¡están bien agarrados los candados!”, ironizó ella. Aunque para Verónica (37) y Javier (34), otra pareja joven, “sí podría ser, para salir de la rutina estaría bueno”.

En una recorrida por los alrededores, tanto empleados del Museo Cornelio Moyano como las mozas de un local de comida no se habían percatado de los candados. Tampoco lo había hecho Irene (54), que acostumbra a pasear a su perro Mako por la isla y a quien no le entusiasma la idea por temor a que “se vea feo”.

Algunos turistas que visitaban el Parque se preguntaban para qué serían los candados, como Guido Sandes (57) y Liliana (55), que conocen la tradición de besar y arrojar monedas en su natal Santiago del Estero.

Mientras que Luis (55) y Patricia (51), oriundos de Córdoba, estuvieron más cerca de revelar el misterio. “Mientras no dañe nada no lo considero negativo. Igual hay otras formas de expresar el amor, esto a veces es más una moda”, comentó el hombre.

Algo a tener en cuenta es que si bien esta acción surgió en París, con el tiempo se extendió a otros países y hoy e América Latina están el chileno Puente Peatonal Racamalac y la uruguaya fuente de 18 y Yi. Así lo cuenta Francisco (36), que cruzó la cordillera con María (50) y se sorprendió con la réplica mendocina: “Pucha que no trajimos candado. Hay que venir preparados”.

El puente original

Al parecer todo comenzó en 2006 con el libro “Tengo ganas de ti”, del autor italiano Federico Moccia. Allí dos de sus protagonistas ponen un candado en un puente de Italia y tiran la llave al río. Esa acción comenzó a replicarse en varias partes del mundo y donde más fuerza tomó fue en el “Puente de las Artes” de París.

Durante los últimos años miles de turistas cumplieron el rito de ir hasta el río Sena y en alguno de sus varios pasos repetir el gesto romántico. Pero todo se detuvo cuando cayó una parte del puente por el sobrepeso y se alzaron varias voces (en especial locales) para que los retiraran. El gobierno parisino finalmente retiró en junio de 2015 el casi millón de elementos -45 toneladas- que había e invitaron a expresar el amor de otras formas, como fotografías.

Apostillas bajo llave

- Antes de entrar al puente hay 3 candados en una reja. No son de amor, sino de protección para cerrar de noche la entrada a la isla.

- Si se presta atención, uno de los candados en realidad no está cerrado. ¿Una relación abierta?

- Alguien asegura haber visto a muchachos robándose los metales. No solo de amor vive el hombre.

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