A pesar de que son muy graves los hechos que pasan a raíz de la conducción de automotores por personas ebrias, parece que la sociedad se fuera encalleciendo por efecto de la costumbre o la reiteración de episodios. Lo cierto es que los ciudadanos que conducen moderadamente bien, bajo las normas del manejo defensivo, no pueden hacer nada frente a la irresponsabilidad de quienes están en la antípoda de las conductas.
La tendencia a transgredir las normas básicas impuestas por la familia y la sociedad se aprecia diariamente y más en el tema del tránsito con la violación de normas básicas para poder circular seguros: consumir alcohol, no hacer los controles técnicos al auto, saltear las normas de regulación. Investigadores de la temática sugieren aplicar normas europeas, que han derivado en el descenso del número de fallecidos en esos países pero que en nuestro medio se dificultan porque hay básicamente una inclinación a la transgresión: si rompemos las normas, tratamos de buscar un tercero que nos alivie la multa o el castigo.
En lo que concierne a los adolescentes y jóvenes, lo prohibido (en este caso beber, pese a tener que conducir), proporciona un placer especial que induce a los protagonistas a ser oposicionistas y no medir las consecuencias. Si se prohíbe la previa con consumo de alcohol en el Parque, el grupo se traslada a un drugstore, y si de ahí los desalojan, la opción será ir a una casa particular. En un control de alcoholemia, si se bajara el grado de alcohol en sangre, este grupo etario logrará tener un poco más, como si permanentemente se buscara un nuevo desafío sin medir futuras consecuencias.
A esto podemos agregar los horarios de diversión nocturna. Si se acota el horario de ingreso y de finalización del mismo, los jóvenes se encargarían de deambular en la noche y en las primeras horas del día se potenciaría la posibilidad de tener el incidente vial de cada día. Como ocurrió en la ruta 15, donde una trabajadora de 42 años dejó la vida.
En una evaluación psicológica como establece la ley y que en nuestro medio no se aplica, podría determinarse los niveles de autoestima del sujeto sometido al test y la consideración del otro, aspectos fundamentales para desplazarse en la red del tránsito. Además se podrían descartar patologías de personalidad, tendencias suicidas, malos hábitos y posibles actitudes de consumo de alcohol y drogas.
Sostenemos que el debate por la "tolerancia cero" al alcohol debe continuar. Esto generará una gran oportunidad para repensar los proyectos existentes y producir una legislación de nivel internacional.
Como se ha planteado en otras oportunidades, el principal problema del alcohol y la conducción no está representado por quienes están por debajo de los límites actuales (0,5 grs de alcohol/lt. de sangre) sino por aquellos que lo sobrepasan, duplicándolo, triplicándolo o aún con valores más elevados. Sería conveniente convocar a gente experta en temas de seguridad vial, pero en forma multidisciplinaria (médicos, ingenieros, psicólogos, abogados y jueces) para que analicen las legislaciones más avanzadas a nivel internacional.
De esta forma no solo analizaríamos si son lógicos o no los actuales límites de alcoholemia para motociclistas, conductores particulares y profesionales sino que tendríamos una excelente oportunidad para decidir cómo vamos a fijar límites para los más jóvenes y los más ancianos, cómo vamos a proceder con los que excedan levemente los límites establecidos y qué tratamiento se les va a dar a los que en España se considera que han cometido el delito de circular con más de 1 gr de alcohol en sangre.