Recibí hace unos días una consulta de un colega joven del árido mendocino sobre un rodeo que él maneja. Esto puede representar una situación más común que lo supuesto y motivo para reflexionar sobre algunas cuestiones básicas antes de contestarle.
La consulta fue para las estrategias de suplementación en un campo, en que viene manejando diferidos, pero lo que me dio que pensar fue su descripción del problema.
Me escribió: “Es un productor que tiene 400 vacas preñadas entre 3 y 4 de condición corporal en la escala de 1 a 9 ( 2 y 2,5 en la escala de 1 a 5). Hace 3 años que viene arriba del 80 % de preñez. El tema es que la falta de lluvia ya se está notando. Es un campo de 10.000 hectáreas, tiene 5 cuadros y la reserva que tiene es un cuadro de 3.000 hectáreas donde están las vacas preñadas. Las vacías las dejó en un lote más pelado, donde estaban todas las vacas antes del tacto”.
Lo primero y más notorio, es la falta de dispersión, 100% de la vacas en condición corporal 3 y 4, después de un año llovedor.
En biología lo normal es la dispersión, y la falta de ella indica algún factor que tira todo para arriba o todo para abajo. Es muy raro obtener, en sistemas que persiguen la eficiencia económica, grupos de individuos todos iguales y en realidad manejamos para corregir los extremos. Las medidas promedio son sólo indicadores, pero en general no permiten decidir. Muy probablemente este productor no ha podido monitorear su sistema para tomar alguna decisión a tiempo con la condición de sus vacas; lo más probable, evitar la sobrecarga, por más que probablemente su carga sea la típica de la zona.
Independientemente de decisiones más complejas de manejo como pueden ser la rotación de potreros, o las maneras técnicas de incrementar la oferta de forraje a través del impacto de cualquier metodología, un escalón por encima de eso, como primera variable, está observar lo que nos están “diciendo” las vacas en el momento oportuno. Se hace incluso de este modo en las reservas naturales con las poblaciones de animales salvajes, cuando las cuestiones se les van de foco con la población que manejan. Eso es el manejo, en su más simple pero no menos importante, expresión.
Considerar las frecuencias de condiciones corporales con periodicidad y ajuste a la etapa fisiológica de la etapa que viven los vientres, es un acto fundamental de las estrategias más básicas, para poder decidir en consecuencia las salidas posibles.
Éstas son: o decido suplemento, o decido ajustar la carga, pero tomo una decisión. Después podemos pensar las estrategias para que el campo tire más pasto, pero no comprometo el funcionamiento del elemento central de cualquier planteo de cría que es la vaca productora de terneros.
Probablemente si ese productor hubiera observado su situación de condición, en un momento anterior, o lo hubiera venido registrando en frecuencias con cierta periodicidad hubiera tenido alarmas para descargar el campo a su carga de quiebre o saber que en algún momento iba a tener que suplementar, descargar las categorías más comprometidas (por ejemplo vaca de primer parto y segundo servicio).
Llevar una frecuencia de condición corporal y decidir en base a ella, es una cuestión sencilla. Basta con arrimarse a una bebida en el momento en que el rodeo está cercano a ella y con un poco de entrenamiento en la visualización de condición (que no es muy difícil), contar y sacar un simple porcentaje. Ver la evolución de esa información da mucha letra para tomar decisiones después y no llegar a un cuadro de no dispersión, que bajo todo punto de vista refleja aprovechamiento subóptimo de los recursos sea para el lado de los excesos como de los defectos.
Por otro lado, es muy probable que el productor esté tirando el problema para adelante, pensando que lo puede solucionar con el destete precoz. Error, eso es un tratamiento del momento, una decisión extrema, no para plantearlo cuando las vacas ni empezaron a parir: ese retardo en la decisión sólo alarga los intervalos hasta la reiniciación de una actividad sexual óptima y rápida y alarga los períodos de servicio, complicando todo el manejo. El momento de decisión era en todo caso a la salida del verano cuando la dispersión de condiciones corporales permitía una alternativa sobre las gordas y alguna alternativa correctora sobre las flacas. Ahora están todas flacas. El próximo servicio ya está comprometido.
Es más cuando es inevitable la metodología (DP) termina generando, sobre todo para los frames más chicos, terneros que después se engordan demasiado temprano y que no conforman a los invernadores.
Además, el 80% de preñez, si el rodeo es libre de venéreas, debería hacer pensar que el estrés nutricional y los muy probables problemas de extensión y estacionamiento del servicio son importantes. Está la cuestión de guardar las vacas vacías, en un contexto de escasez en el que el 100% del rodeo que va a producir un ternero esta entre 2 a 3 puntos de condición por debajo del óptimo para su momento fisiológico que es el preparto.
El sistema extensivo requiere prácticas mínimas de manejo, pero las requiere. Para que sea efectivo y rentable, antes de plantear inversiones muy pesadas, debe estar funcionando en el nivel de mínima, considerando que el elemento central es la vaca y que como población siempre nos está dando indicaciones de para dónde ir.
Considere ajustar primero su sistema a una carga libre de impactos negativos sobre la performance, una vez que funcione bien en ese nivel sume desafíos e inversiones, así evitará mantener kilos de vacas improductivas. Y que si esta carga, en la evolución del tiempo, se encuentra con rupturas del equilibrio usted tenga maneras de detectar esas rupturas y readecuar el sistema. Para eso hay que medir o monitorear a lo largo del tiempo algunas cosas mínimas, por ejemplo la condición corporal. Medítelo un poco.
