Por años, la gigantesca minera BHP Billiton apostó e invirtió en la extracción de minerales de hierro de Australia, de cobre de Chile y de petróleo en las costas de Trinidad. Podía confiarse: las órdenes de commodities aumentaban en su mejor cliente, China.
Hoy BHP se está replegando, ante una economía china que se desacelera y que ya no será la misma aspiradora de commodities. Las ganancias retroceden y la empresa está bajando en más de dos tercios su presupuesto para inversiones.
El gran crecimiento de China en la última década rediseñó la economía del mundo, erigiéndose en potente eje de estrategias empresarias y de decisiones geopolíticas. China parecía seguir una trayectoria de una sola dirección.
Pero los temores crecientes sobre China ahora están obligando a un amplio replanteo de esas creencias. Aun cuando los mercados se calmen, la onda expansiva podría durar más y dejar al descubierto una nueva realidad en la cual China ya no es una apuesta tan segura.
Las mayores inquietudes recaen en las multinacionales industriales y comerciales. Caterpillar redujo la producción de sus máquinas, ya que la venta de equipos de construcción cayó a la mitad en China en el primer semestre.
Automotrices, fabricantes de celulares minoristas, todavía no afectados, se preguntan si se mantendrá el poder de compra de los chinos. Las entregas de autos de General Motors y Ford a los concesionarios chinos caen.
Pero no solo son las empresas las que se hacen replanteos. Rusia venía apoyándose en China para llenar el hueco dejado en sus finanzas por la caída del precio del crudo y por las sanciones de Occidente. Venezuela, Argentina, Nigeria y Ucrania dependen mucho de las inversiones de China y de sus créditos baratos.
La soja y Brasil
Para Brasil ha sido particularmente duro. Las compras chinas de minerales y soja a Sudamérica vienen cayendo. Brasilia ve achicado su margen de maniobra en momentos de tensión por las medidas de austeridad que está aplicando.
“El mundo entero ahora se está centrando en China”, dijo Armando Monteiro Neto, ministro brasileño de Desarrollo y Comercio. “Brasil ya siente los efectos de la desaceleración de China. Si la situación empeorara, el impacto sería mayor”.
Algo que complica las cosas es que el verdadero estado de la economía china -y las políticas que Pekín adoptará en caso de debilitamiento- se hacen difíciles de discernir. El 7% de crecimiento que Pekín pautó para este año es puesto en duda.
Si bien áreas del sector servicios de China, como restaurantes y salud, siguen creciendo e impulsando la economía, las industrias -con las que los países y compañías extranjeras están más conectados mediante el comercio- dan signos menos alentadores.
A todo esto se suma la explosión de un depósito de químicos peligrosos en Tianjin que causa demoras en uno de los mayores puertos chinos. Las protestas laborales, ya crecientes, aumentaron en la región costera a raíz de que las industrias que exportan menos están dejando de pagar salarios.
El caso de Vale
Muchos ejecutivos y economistas internacionales dicen que prever el crecimiento chino se ha vuelto más difícil.
Por más de una década, los precios del mineral de hierro, decisivo en la fabricación de acero, subieron en China por la construcción de edificios, ferrocarriles y otras infraestructuras. El año pasado, BHP Billiton envió cada día a China mineral de hierro como para construir un Empire State. Ahora la construcción baja y hunde el precio de los materiales.
Vale, el gigante minero de Brasil, se deshace de activos. En Australia, Vale y su socio japonés Sumitomo vendieron por un dólar una mina de carbón que hace tres años valía 600 millones de dólares.
En la Argentina Vale está tratando de vender la mina de Potasio Río Colorado, ubicada en nuestra provincia, en la que invirtió más de U$S 2.000 millones.
El declive de los commodities es especialmente doloroso para los mercados emergentes que venden esos productos. Con los ingresos de Brasil en declive, el gobierno de la presidenta Dilma Rousseff es criticado por la dependencia respecto de China, que superó en 2009 a EEUU como principal socio comercial del país. Las exportaciones brasileñas a China cayeron 23,6%, a U$S 24.700 millones, en los primeros siete meses del año, frente a igual período de 2014.
Alemania
Durante años, Alemania ha estado bien posicionada para aprovechar el crecimiento chino porque se especializa en máquinas, herramientas y equipos industriales. Y China actuó como contrapeso para la morosidad de los mercados de Europa. Ahora, los grandes exportadores alemanes también están sintiendo la presión.
En última instancia, gran parte del tema chino se reduce a conciliar expectativas con la realidad. Va a crecer, pero menos.
“Tuvimos cinco años fabulosos en China, y gradualmente eso se va debilitando”, dijo Frans van Houten, CEO de la holandesa Royal Philips. “Hacia el futuro, creo que tenemos que ser más modestos con nuestras expectativas. Eso es realismo”.
Los países más dependientes de su demanda
La economía china creció a un promedio de 8,8% entre 2008 y 2014, con elevada inversión. Eso se tradujo en una voraz demanda de materias primas, que llevó a un estrechamiento de las relaciones económicas entre China y América Latina: el comercio entre ambos aumentó 23% anual promedio en los últimos siete años.
En un paper, analistas del BBVA en Hong Kong elaboraron un índice para medir el grado de dependencia de las economías de América Latina respecto de las compras de China, y evaluar así cuáles países y sectores están más expuestos a las fluctuaciones de la demanda del gigante asiático.
Según el paper, entre 2008 y 2014 la dependencia de China aumentó en toda América Latina y para todos los sectores, con excepción de Argentina (cuyas exportaciones sojeras bajaron). Los mayores niveles de dependencia absoluta los tienen Costa Rica, Colombia, Uruguay, Venezuela, Brasil, Panamá, Perú, Chile, Guyana y la Argentina, según el índice.
Y de estos países, la dependencia está notablemente concentrada en cuatro productos: soja, petróleo, cobre y mineral de hierro, que representan, entre todos, el 80% de las exportaciones latinoamericanas a China.
Ese comercio pujante, aunque desbalanceado -en el que América Latina exporta commodities e importa bienes industriales- resultó clave para que los países de la región fueran relativamente menos golpeados por la crisis financiera mundial. Pero ahora que la economía china aminora su paso, esos vientos se han dado vuelta.
La demanda china de recursos naturales se afloja, presiona sobre los precios mundiales de las materias primas y deja algunas economías latinoamericanas potencialmente más vulnerables a shocks exógenos. Las exportaciones de soja del Mercosur -lugar de origen del 50% de la producción mundial- saltaron de U$S 75 millones en 1995 a U$S 38.000 millones en 2014; para Brasil, Argentina y Uruguay son la primera exportación a China.
La dependencia exportadora de Argentina respecto de China cayó 13% entre 2008 y 2014 mientras en otros países crecía. Argentina pasó de segundo país en el ranking de sinodependencia en 2008 a décimo en 2014, retroceso en el que pesaron la caída de precio de los commodities y una merma de las exportaciones del país a China. Aun así, “el nivel de dependencia (de Argentina) sigue siendo alto comparado con el promedio de América Latina", dicen los analistas del BBVA.