Como herencia, una hipoteca

Con el bastón de mando, Mauricio Macri recibirá un país en quiebra y aislado del mundo. Reconstruir la Argentina requerirá de un enorme esfuerzo.

Como herencia, una hipoteca

Existe un amplio consenso entre economistas y empresarios en que la situación económica que hereda el gobierno nacional, que asume en unos días, es de extrema gravedad. La herencia es una hipoteca, ha graficado alguno de ellos.

La corta transición entre la segunda vuelta, que definió al ganador, es de por sí un problema, oscurecido por la actitud de la Presidenta negándose a realizar un traspaso ordenado. Mantiene así el actual gobierno su actitud sectaria, antirrepublicana, que lo ha caracterizado, durante los doce años de ejercicio de un poder autoritario. En definitiva las condiciones en que deberá iniciar su gobierno Mauricio Macri son harto difíciles y complejas.

El Presidente electo ha designado un gabinete amplio, compuesto por personas de alto perfil profesional y experiencia de gobierno, lo que ayudará a comenzar a crear condiciones de confianza interna y externa para revertir una situación ya insostenible.

El inventario de problemas económicos que deja el kirchnerismo es apabullante y resulta difícil tanto agotar la lista como establecer un orden de importancia, porque todos lo son. Comencemos por la situación del Banco Central: el nivel de las reservas, el tipo de cambio oficial notablemente retrasado, la brecha entre éste y los varios tipos de cambio más o menos libres, es una evidencia irrefutable del problema.

A pesar de que hace cuatro años se aplica el denominado cepo cambiario, consistente en restringir al máximo la venta de dólares, el Central se ha ido quedando sin reservas, existiendo serias dudas sobre los datos oficiales al respecto.

Sin un remplazo ordenado de las autoridades actuales del Banco, el próximo gobierno quedará con las manos atadas para encarar un problema grave y urgente que puede crear incertidumbre en el siempre sensible sistema financiero. Es de desear que prime la sensatez y que quienes han creado el problema dejen lugar a quienes pueden solucionarlo.

El desborde del gasto público, la imposibilidad de financiarlo con recursos genuinos, el generalizado reclamo por una presión tributaria, y un déficit fiscal monumental, requieren un tratamiento que será complejo. El déficit del gobierno nacional es de 400.000 millones de pesos y, a pesar de haber saqueado cuanta caja había disponible, una buena parte se financia con emisión monetaria.

La consecuencia es una inflación cercana al 30% anual, persistente desde hace ocho años. Ninguno de todos los ensayos de controles de precios ha logrado evitar los aumentos y la pérdida de poder adquisitivo de amplios sectores sociales.

El sector externo, que durante los primeros años del kirchnerismo tuvo los mejores términos de intercambio en décadas, permitió acumular reservas y, las retenciones a las exportaciones, altos ingresos al fisco. Ahora, los precios de las exportaciones se encuentran en niveles mucho más bajos. Las exportaciones caen, el superávit ha desaparecido y las economías regionales están en quiebra.

Un tema adicional en el comercio exterior es que la Organización Mundial del Comercio ha fallado contra nuestro país. Las restricciones que ha impuesto a las importaciones deben dejar de funcionar a fin de año.

En materia energética, base de cualquier de política de crecimiento económico, las medidas adoptadas por el kirchnerismo han producido un efecto devastador. Recibieron un país que exportaba energía, con un balance muy favorable, y ahora tenemos un déficit considerable que obliga a importar, llenar la ciudad de Buenos Aires con generadores que funcionan con combustibles caros. A su vez, el gobierno tiene que asignar decenas de miles de millones de pesos para subsidiar a las empresas productoras de electricidad.

Recomponer el cuadro tarifario de energía y gas demandará una tarea compleja que, al igual que el del transporte urbano de Buenos Aires, no va estar exenta de conflictos.

Por cierto, el país está en default desde hace años, sin crédito internacional, con juicios diversos con sentencias que obligarán a pagar miles de millones de dólares para poder volver al mundo. Sin volver al mundo no habrá inversiones externas, indispensables tanto para recomponer una infraestructura que sea cae a pedazos como para recuperar el crecimiento de una economía que lleva cuatro años estancada.

Estos son apenas algunos de los problemas. En realidad se trata de reconstruir la Argentina de punta a punta. Levantar la hipoteca costará un gran esfuerzo.

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