Si existe un plato en la cocina realmente sufrido y versátil ese es la tortilla de papas, uno de los símbolos de la gastronomía española. Encaja a todas horas. La podés comer tanto recién hecha como fría; y en cualquier lugar y de infinitas maneras: al plato, en táper, en pincho, en bocadillo…
Realizar una tortilla de papas de premio no es tan difícil como de entrada puede parecer. Solo hay que seguir los siguientes pasos y... ¡a disfrutar! Un plato muy nutritivo a base de huevo y papas que te sirve para hacer una comida completa si lo combinás con hortalizas, por ejemplo con una ensalada. Y, por supuesto, apta para dietas vegetarianas.
Pelá y cortá las papas
Empezá por elegir papas de piel amarilla y carne blanca; por el contrario, evitá las muy harinosas. Pelalas y cortalas en rodajas finas si querés una tortilla delgada; o en cuadraditos pequeños si querés una tortilla más gruesa. También podés añadirle cebolla. Picala muy fina para que le dé sabor, pero que no se note al masticarla.
Mezclá las papas con el huevo
Freí las papas y la cebolla en abundante aceite caliente, pero no humeante o las papas se tostarán en exceso. Dejalas que se cocinen a fuego suave hasta que estén blandas. Escurrilas bien y, cuando ya se hayan enfriado un poco, añadilas a los huevos batidos. Salpimientá y dejá reposar la mezcla.
Colá en una sartén antiadherente
Poné un hilo de aceite en una sartén antiadherente. Cuando esté caliente, echá la mezcla de papas y huevo. Si la querés bien hecha, bajá el fuego y dejá que se cuele lentamente por dentro sin quemarse por fuera. Si la preferís poco hecha, cuécela a fuego fuerte hasta que quede dorada por fuera y cruda por dentro. Para darle la vuelta, cubrí con un plato del tamaño de la sartén –o un giratortillas– y girala rápidamente.
PARA QUE QUEDE JUGOSA
Una de las claves infalibles es, por un lado, no batir excesivamente los huevos. Así, la tortilla tarda más en cuajarse y no queda seca.
Por otro lado, también es mejor que dejes que las patatas fritas se enfríen un poco antes de mezclarlas con los huevos batidos. Si están muy calientes, el huevo empieza a cuajarse antes y pierde su jugosidad.