Lejos, geográficamente hablando, pero más cerca y más chilenos que nunca. Así se sienten por estos días algunos ciudadanos trasandinos que viven en Mendoza, en especial desde el viernes último cuando la situación social y política se tornó crítica en las calles de Santiago, con manifestaciones sociales, desmanes y represión de las fuerzas de seguridad.
Trasandinos que están viviendo en Mendoza por distintos motivos dialogaron con Los Andes sobre cómo viven a la distancia la difícil situación que atraviesa su patria. Se refirieron a las sensaciones personales, todos con algo más que claro: el anuncio de aumentar el pasaje de subterráneo no es el origen del malestar sino "la gota que colmó el vaso". Además, coincidieron en que es algo que se viene gestando desde hace 30 años, cuando culminó el gobierno militar de Augusto Pinochet.
Los entrevistados se mantienen permanentemente en contacto con sus familiares del otro lado de la cordillera y recurren a las redes sociales para hablar con ellos y para informarse. "En Mendoza hay más de 50.000 residentes chilenos si contamos a nuestros hijos y nuestros nietos", destacó Verónica Tapia Verdejo, presidenta de la colectividad chilena de Mendoza "Gabriela Mistral", una de las más importantes de la provincia.
Tapia Verdejo vive en Mendoza desde 1985. Llegó con su padre luego de que él perdiera su trabajo en su Chile natal. "Si bien nos sorprendió el viernes cuando estalló todo, es algo que se veía venir desde hace mucho tiempo. El alza de 30 pesos del metro es algo ínfimo al lado de lo que se ha hecho ya. Se cambiaron los sistemas de mediciones de la luz, el agua y el gas también. Todo eso ha llevado a que la gente estalle", contó la mujer, de 44 años.
Para la referente "Chile se pinta de una manera muy diferente al mundo de lo que realmente es. Se lo ve como un modelo con inflación mínima, con economía buena. Pero lo que Chile realmente padece son salarios bajos, la no existencia de derechos sociales y que jamás podríamos pensar en un sistema de salud o educación totalmente gratuito", se explayó Tapia Verdejo. Además, destacó que la democracia regresó a Chile "condicionada por la dictadura".
“La pregunta es cómo se pudo vivir 30 años así. Y la respuesta es por el crédito”, agregó la mujer.
Dionisio Salas Astorga (54) es profesor de letras y en 1985 se vino a Mendoza. "Esto se arrastra de los últimos 40 años y era esperable dada la realidad de Chile desde el final de la dictadura en 1989", destacó Salas Astorga, quien indicó que afecta al 90% de la población trasandina que ha vivido con presión e indefensión.
"Chile está entre los 3 países que menos aportan al sistema educativo y de salud. En el primer semestre de 2018 murieron más de 6.300 personas que esperaban atención médica, lo que demuestra la falta de solidaridad y empatía del Estado", agregó.
A modo de ejemplo, el escritor y docente se refirió a las bajas pensiones en Chile (la mínima no llega a 200 dólares) y a las Administradoras de Fondos y Pensiones que existen allá desde los 80. "Se suman un aporte mínimo a la educación, jubilación mínima administrada por privados y una administración de la riqueza absolutamente cruel", sintetizó.
Inés Pavez (75) es una de las tantas exiliadas de la dictadura pinochetista que se radicó en Mendoza, y llegó en 1974 con su esposo. "Lo que está pasando nos lleva a muchas cosas de esa época. Los militares están volviendo a salir a las calles. Recuerdo que en esos años teníamos el corazón en la mano", resumió.
En sintonía con los otros chilenos consultados, coincidió en que la tensión viene de hace años. "La pensión allá es baja y, a diferencia de Argentina, allá no hay una obra social como PAMI", agregó.
Por su parte, Roberto Lobos (30) definió que esta revuelta es correlato de otras. "Estamos en una crisis de la élite chilena desde 2011. Los hechos de corrupción que involucraban a instituciones que eran respaldadas pusieron en jaque todo y en 2011 se dio un descrédito en la institucionalidad de la policía y los políticos", destacó el estudiante de Sociología quien vive en Mendoza hace 13 años.