El sueño cambia a lo largo de la vida
: mientras un recién nacido pasa prácticamente todo el día durmiendo, a medida que crecemos nuestras necesidades de descanso se van modificando, adaptándose no sólo a la etapa de desarrollo de nuestro organismo, sino también a nuestras actividades cotidianas.
Los especialistas señalan que
una persona adulta debe dormir entre 7 y 8 horas al día
, aunque lo cierto es que muchos individuos descansan mucho menos. Más allá de que todos tenemos diferentes necesidades, son muchas las personas que sufren por una falta de descanso debido a que sus rutinas diarias resultan muy exigentes y el sueño queda en un segundo plano.
Esta actitud frente al descanso es un grave error que se reproduce con mucha frecuencia en las sociedades occidentales, donde las obligaciones, el trabajo y el disfrute ocupan un rol protagónico y llevan a subestimar la importancia de un sueño reparador. Esta postura tiene un
gran impacto en nuestro organismo
, que tarde o temprano, envía las señales que indican la necesidad de un cambio.
Consecuencias de un descanso insuficiente
Las repercusiones que tiene la falta de sueño en nuestro bienestar físico y mental son preocupantes, elevando el riesgo de sufrir diabetes tipo 2, problemas del corazón, aumento de peso y ver afectada la respuesta del sistema inmune.