Comiendo con el Enemigo

Una cena con el viticultor en una cocina familiar dispuesta a recibir amigos. Alejandro Vigil abrió las puertas de su casa de par en par, para compartir su singular mundo de vinos.

Comiendo con el Enemigo
Comiendo con el Enemigo

La idea de la bodega en casa, tan corriente en Europa, tiene los mismos veinte años que su relación con María Sance -su mujer y aliada-, con quien tejió este proyecto "desde siempre". Pensaron en la Divina Comedia de Dante, en el cielo y en el infierno, en las técnicas de elaboración de antes y en un lugar adonde se pueda ir a comprar vino, pero también beberlo y comer algo. Que las degustaciones y visitas guiadas faciliten el acercamiento al mundo vitivinícola, en un entorno familiar.

No es casual, entonces, que la foto principal de la página de Facebook de su nuevo emprendimiento lo muestre sentado en un escalón de su casa junto a su esposa y los hijos de ambos, Juan Cruz y Giuliana. "Es una realización que tiene que ver con los sueños que logramos hacer palpables. Muy humildemente, con lo que tenemos, con lo que hay. Hoy pasó de ser una añoranza a algo que es real", reflexiona orgulloso Alejandro Vigil desde Casa El Enemigo.

El nombre encierra más verdad que marketing, porque el proyecto se erige en su mismísimo domicilio de Chachingo, departamento de Maipú, "uno de los primeros lugares donde se cultivó en Argentina y en Mendoza". Vigil agita a su tierra desde sus redes sociales llamándola cariñosamente "república", y sostiene que "se merece este reconocimiento. Yo por hache o por be, y por la calidad de los vinos que hemos tenido en el Valle de Uco, fui encandilado, pero siempre hay que volver adonde comenzó todo".

Bienvenidos a casa

Casa El Enemigo está inspirada en su infancia junto a su abuelo, en la simpleza que busca para su presente, y la elige como el templo adonde sentarse a soñar el futuro. Cultor del día a día, abre el juego y busca compartir la felicidad que le brinda lo cotidiano desde la comodidad de su hogar "Nuestras pequeñas "misas": el desayuno, las cenas, mi mate a las 6 de la mañana son situaciones que nos encantan. La rutina no nos agota, nos enriquece y forma parte de lo que somos. Y por eso acá estamos nosotros; la idea es acompañar el proyecto justamente estando", explica.

La propuesta ofrece la posibilidad de sentarse en cualquier parte de la propiedad, de disfrutar de una copa de vino o comer algo típico bajo un sistema de almuerzos y cenas family style para grupos con reserva previa. Armaron plazas en diferentes zonas del predio, pusieron mesas y habilitaron una cocina que está a cargo de "un amigo de toda la vida al que le encanta hacer asados". Se suman al equipo un cuñado, un hermano y las empanadas de una vecina.

El espíritu familiar también se respeta en los fuegos. Para eventos especiales, recurren a la mano experta del chef Matías Podestá. La carta, concreta, presenta además picadas, entrañas y ensaladas junto a las siete etiquetas de El Enemigo -sus vinos Premium que llevan tres años en el mercado-.

Alejandro y María, los anfitriones. Invitan desde la simpleza, sin pensar siquiera en cómo se les caerán las medias a unos cuantos al ser atendidos por un número uno, sirviendo él mismo sus vinos multi premiados. Proponen una experiencia. Las puertas ya están abiertas.

ALEJANDRO VIGIL- ENTREVISTA AL HUESO

Creciste profesionalmente con la reconversión vitivinícola en la provincia, fuiste parte de esto  y del cambio radical de la función del enólogo. Ahora tiene peso con su nombre y apellido, independientemente de la bodega o la etiqueta ¿Cómo viviste ese proceso?

Si bien crecí profesionalmente con este boom internacional del Malbec, personalmente lo hice en una pequeña bodega y en un viñedo familiar, y no me considero enólogo sino más bien viticultor. Es cierto que hoy el enólogo ha ganado un peso relativo en cuanto a su nombre, pero creo que lo importante es que de a poquito estamos introduciendo el eje temático del terroir, del lugar de donde viene ese vino. Y eso es lo ideal para mí.

Y El Enemigo…

El Enemigo viene de una idea que tenía hace muchos años y la familia Catena me dio la posibilidad de desarrollar. A través de distintas charlas que tuve con Adrianna, la hija menor de Nicolás Catena y mi socia en el proyecto. Fue todo un proceso que venía de trabajar sobre todo con Cabernet Franc, si bien tenemos Malbec y otros varietales, conceptualmente tiene una cosa profunda: volver a hacer los vinos como se hacían antiguamente.
¿Cuál es, a tu entender, la posición actual de nuestros vinos en el escenario global?

En los últimos años, por suerte, han sufrido una diversificación de estilos y de zonas, lo que nos ha permitido introducirnos fuertemente como una alternativa para cualquier tipo de comida, plato o acompañamiento. Yo lo veo muy bien, sobre todo porque hemos logrado tener esa diversidad que hará que no nos pongan en una sola categoría. Nos han empezado a tener en cuenta en los grandes restaurantes de las grandes ciudades del mundo y eso es gracias a esta situación. Primero gracias al Malbec, y después gracias a entender que el Malbec puede elaborarse de distintas formas según el lugar.

¿Qué le falta a Mendoza para obtener un mejor posicionamiento?

Creo que el tema comunicación es fundamental. Pensarlo más seriamente en conjunto con la comunicación general de Mendoza, sobre la aparición de pequeños proyectos como este que dan color y no solamente dan nuevos vinos, sino que dan mayores posibilidades. Una persona cuando viaja a Napa puede visitar veinte bodegas y le quedan otras cien. Es fundamental que entendamos eso junto con el desarrollo turístico de las bodegas para que tengan mayor difusión. Comunicación no es solamente que salgamos en una revista, un diario o los puntajes que nos den. Más allá de eso, que también es importante, todas las zonas vitivinícolas del mundo se han desarrollado a través del turismo, y esa es la forma.

Entre cholulos y entendedores, se puede perder el producto (el vino) en la firma del enólogo estrella, ¿Pasa eso? ¿Es válido?

Y… la realidad es que algo de eso ha pasado. Lo importante hoy es que nosotros avancemos -insiste- más sobre terroir, sobre la zona, sobre saber dar un paso al costado y que los enólogos y viticultores comuniquemos lo importante: la gente y el suelo.

El pecado del enólogo:

Creo que dejamos muchas marcas , en general. Dejamos huellas dactilares y entonces recurrimos a la madera o concentraciones logradas artificialmente y  lo que tenemos que hacer es dejar la menor cantidad de pistas y permitir que se refleje el lugar. Pasa por la vanidad de cualquier persona o por el ego, pero cuando comprendamos que la gente se pueda transportar a través de un vino, vamos a estar haciendo lo acertado.

El pecado de los que creen entender de vinos:

Cualquiera puede entender de vinos. Se divide en me gusta y no me gusta. Lo que no tenemos que hacer es presumir sobre conocimientos que son "solamente adornos" y no hacen a lo importante. Ningún conocimiento extra sobre las cosas suman al me gusta o no me gusta. Finalmente, eso es lo fundamental.

¿Qué pretendés que dejen tus caldos en el consumidor?

Que tengan mayor posibilidad de elección, que encuentren en la góndola otro estilo y que puedan optar por otros caminos. Que se animen a decir "uy, esto es nuevo y me da una posibilidad nueva para distintas comidas y momentos".

Y ahora con restaurante propio, ¿cuál es tu visión sobre el vapuleado maridaje?

En realidad es una bodega pensada para que vengan amigos y gente a conocer otra parte de Mendoza y otra forma de elaboración y a probar los vinos que yo llamo "crudos" desde la boca del tanque. Creo que el maridaje es como presumir "este vino va con esta cosa y aquel con tal otra" le quita al comensal la alternativa de experimentar. Y acá (en su casa) queremos que la gente haga pruebas. Que te comas una entraña con un vino blanco, que tiene otras propiedades que te ayuda en estas comidas un poco más pesadas, o una empanada con un vino tinto con mucha acidez. Que cada uno pueda elegir. Me parece que el maridaje es importante, pero no creo que sea lo esencial en la elección de un vino. Muchas veces buscamos armonía y por ahí es interesante no tenerla. Que choquen los planetas es otra cosa interesante.

La experiencia Casa El enemigo tiene a Alejandro Vigil como principal atractivo, además ¿qué ofrecerá?

(Risas) Estamos en mi casa, probamos los vinos y podemos comer. Trabajamos desde un lugar distinto, de gente común que se dedica a esto pero básicamente somos consumidores. Es una cosa más amable, no queremos dar un mensaje, sino volver a lo de antaño.

Abrir la casa al público ¿es ego, hospitalidad o estrategia de mercado?
No, tiene que ver con lo que viví de chico en la casa de mi abuelo, que tenía su pequeña bodega e invitaba a probar. Venían y se llevaban dos botellas o una cajita. Lo viví desde siempre y me pareció fantástico. Y esto mismo pasa en diferentes partes del mundo. Hace poco fui a a la región de Yura, y te hacen pasar por el comedor donde los chicos están desayunando. Es bellísimo ir a conocer un vino y que estén los niños de la casa jugando, es más ameno y más cercano. Esa relación que tiene más que ver con lo personal y menos con lo institucional, es lo que me mueve a hacerlo acá.

Tres tips para disfrutar de un buen vino:

Estar acompañado, para mí es fundamental. Tener buena comida. Tener los sentidos abiertos para nuevas experiencias.

Un vino para abrir en la intimidad después de una agotadora jornada laboral:

Siempre un rosado de la Provenza.

Uno para compartir con amigos:

Hay una frase que usaba mi abuelo “Complejo pero liviano y que abra los corazones”. Entonces lo complejo te permite maridar cualquier comida y al ser liviano podés beber lo suficiente como para abrir los corazones.

Uno para celebrar:

Para cualquier argentino debería ser un Malbec de cualquier tipo y de cualquier lugar.

¿Cuándo te transformás en tu propio enemigo? ¿Quién te rescata?

Todos los días uno se transforma en su propio enemigo, en mayores y menores situaciones. Generalmente la familia y los amigos me rescatan.

¿Tus mentores?

Mi abuelo, mi padre y Cortázar.

La generación de enólogos que se viene, ¿qué debe tener en claro?

Que tenemos que estar totalmente libres de contaminación y seguir los instintos. La enología se estudia, pero hacer vino se siente.

¿Cuál te gustaría que fuera tu legado?

No, no ningún legado. No voy a dejar un legado. Creo que lo importante es trabajar mucho, ser consciente de lo que uno hace y hacerse cargo de lo que corresponde, en situaciones personales y profesionales. Como cualquier ser humano.

INFORMACIÓN

Videla Aranda 7008. Cruz de Piedra, Maipú.
Lunes a viernes. Horarios de visitas: 9.30, 11.30 y 15.30.
Sábados. 9.30 y 11.30.
Reservas: constanzah@enemigowines.com; facebook.com/casaElEnemigo

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