A 18 años de prisión fue condenado el comerciante Ricardo Alberto Muñoz Vicente (50) quien mató de forma "accidental" a su mujer, Mirta Beatriz Naranjo (45). Se trata de unos de los casos de violencia de género más brutales registrados en la provincia: Muñoz golpeó brutalmente a su mujer en julio de 2013 y, tras una agonía de dos meses, la mujer falleció en el hospital Central.
Ayer, el comerciante fue llevado hasta la sala de debates de la Primera Cámara del Crimen y, cuando el juez Víctor Hugo Comeglio le preguntó si quería decir algo, antes de escuchar la sentencia, Muñoz dijo: "Soy inocente. Tuve discusiones (con mi mujer) como en cualquier matrimonio normal".
Tras una hora de deliberaciones, el tribunal condenó a 18 años de cárcel al imputado por los delitos de homicidio preterintencional, además de dos causas por lesiones por los que la víctima lo había denunciado previamente.
Según los investigadores, el hombre golpeó a su mujer con sus propias manos, produciéndole una grave lesión en la cabeza. Por ello no se pudo determinar si durante le ataque, tuvo intención de matarla. Así, el caso llegó a juicio no como un femicidio, sino como homicidio preterintencional, es decir una muerte "accidental".
De 13 a 18 años
Durante los alegatos que se realizaron la semana pasada, el fiscal de Cámara Javier Pascua solicitó una condena de 13 años de prisión, afirmando que se trató de un claro caso de violencia de género, advirtiendo que el condenado es alcohólico y no tenía antecedentes penales.
En cambio, los abogados de los hijos del matrimonio, Lucas Lecour y Fernando Peñaloza, pidieron una condena de 18 años, que ayer fue tenida en cuenta por el tribunal.
Por último, los defensores del comerciante, Marcelo Canale y Alejandro Hidalgo, habían solicitado la absolución del cliente.
Durante la primera jornada del debate, dos hijos de la pareja afirmaron que el padre los sometía a situaciones violentas, sobre todo a la madre.
La hija mayor dijo que el 12 de julio de 2013 se dirigió a la habitación de sus padres y encontró a su madre severamente golpeada.
"Parecía un monstruo. El pelo se le caía a mechones, tenía un huevo (un hematoma) en la frente, otro en el pómulo y otro en el pecho. Tenía marcas de dedos en el cuello. Me asusté muchísimo. Nunca la había visto así. No hablaba. En un momento, cuando le preguntaba me dijo "él, él". Eso fue lo único que le pude sacar", declaró la joven.
También sostuvo que, al interrogar a su padre, éste le dijo: "La encontré así", aunque se mostró muy nervioso.