Desde hace 30 años este programa acerca a los educadores temáticas que interpelan a la escuela y ponen en foco problemáticas educativas actuales. Así, ante un auditorio colmado, los licenciados Laura Llinás y Jorge Quiroga abordaron en su conferencia el tema “Déficit de Atención. Una mirada desde las Neurociencias”, una problemática presente en las instituciones educativas.
La escuela, el primer escenario para detectarlo
En Argentina, el Trastorno del Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) es similar al del resto del mundo: alrededor de un 5% en menores de 18 años, es decir, dos casos cada 20 niños (en promedio, hay un caso por aula). Para Jorge Quiroga, “nuestro objetivo en este encuentro fue acercar los avances en Neurociencias que tienen mucho que ver con la docencia. Antes, el educador transmitía información. Hoy, la información no es el problema ya que, por ejemplo, se puede encontrar en Google. Hoy son más capaces quienes tienen más habilidades. Por ello, la escuela tiene que cambiar su perfil de transmisora de información, para ser desarrolladora de habilidades”.
Para Laura Llinás, “estos espacios nos permiten comprender que no solamente los profesionales de la salud pueden generar habilidades, sino también los docentes, conociendo cómo funciona el cerebro para producir las modificaciones y redes que se necesitan cuando se presenta un trastorno. La escuela es el primer observador y la primera alarma ante estas dificultades, cuando no son tan claras y marcadas en el ámbito familiar, ya sea por desconocimiento o porque no se tienen los medios para poder observarlo. Los docentes son los principales actores ya que tienen un rol fundamental durante la primaria, sobre todo, acompañando a los terapeutas. Por ello tienen que conocer de qué se trata para poder abordar y crear estas habilidades”.
El cerebro, protagonista privilegiado
La atención se manifiesta en la cantidad de información que podemos procesar en un momento determinado, la capacidad para inhibir estímulos distractores, una mayor amplitud atencional y una capacidad de sostén del esfuerzo mental. Su déficit está relacionado con una afectación a nivel del desarrollo de la corteza cerebral, específicamente en los lóbulos frontales.
Para Llinás, “los chicos que presentan déficit de atención pueden tener una capacidad intelectual normal y pueden permanecer en la escuela. Necesitan desarrollar estrategias junto a un entorno familiar y escolar que facilite habilidades cognitivas. Al haber más conocimiento sobre el tema y al saber cómo funciona, se sabe que hay otras soluciones que, no necesariamente, llevan a la medicación”.
En este sentido, Quiroga opina que “la medicina permitió que el ser humano estirara su expectativa de vida. Hay algunos autores que sostienen que para darle más capacidad a esa prolongada vida biológica se generaron estrategias de evaluación y desarrollo y la reserva cognitiva es como una especialización del cerebro. Un hombre de 80 años tiene menos neuronas que a los 20; a partir de su velocidad de procesamiento va a tardar en hacer lo mismo pero, mientras pueda mantener su independencia funcional, esa capacidad se sostendrá mientras su cerebro tenga la chance de mediar el comportamiento, interpretar y actuar. Un déficit de atención hoy en un niño es un déficit ejecutivo y productivo cuando sea adulto. Esa menor producción es menor calidad de vida y de sus relaciones interpersonales. Los niños con padres que los apoyan y que trabajan conjuntamente con los profesores en la escuela, con terapeutas y que, eventualmente, reciben medicación, tienen mayores posibilidades de convertirse en adultos bien adaptados”.
Jorge Quiroga es Psicopedagogo y Magíster en Neuropsicología y dirige el Servicio de Rehabilitación Cognitiva en Clínica Neuromed. Laura Llinás es Psicopedagoga y dirige, en la misma clínica, el servicio de Neuropsicología Infantil.