El combate a la polilla de la vid

El Senasa ha dispuesto dejar de entregar en forma gratuita a los pequeños productores el plaguicida para combatir la polilla de la vid, manteniendo paralelamente las multas para quienes no hagan las aplicaciones. Toma la decisión en un momento en que los

El combate a la polilla de la vid

Primero fueron los productores nucleados en el Centro de Viñateros y Bodegueros del Este y luego se sumaron los integrantes de la Asociación de Cooperativas Vitivinícolas. Exigen que el Senasa suministre los plaguicidas para combatir la denominada "polilla de la vid", una plaga desconocida en la provincia hasta no hace mucho tiempo, pero que avanza en forma permanente y ocupan ahora gran parte del territorio.

El planteo se realiza luego de que el organismo nacional anunciara, durante una reunión en el INV, que suspende la entrega de los plaguicidas a los pequeños productores, a la vez que señaló que se mantendrán las exigencias de aplicación, con multas para quienes no cumplan.

El problema generado por la polilla de la vid tiene su historia. Era una plaga desconocida en América y que ingresó a Chile junto con las máquinas cosechadoras que los productores del vecino país alquilan a Europa durante la cosecha.
 
Cuando descubrieron el problema, Chile decretó el alerta amarilla y comunicó la situación a la Argentina, situación que se profundizó -con el alerta roja- cuando fueron descubiertas en viñedos de Los Andes, muy cercanos a la frontera con nuestro país. Sin embargo y pese a las advertencias, la polilla ingresó a Mendoza de la misma manera en que lo hizo en Chile: a bordo de máquinas cosechadoras las que, evidentemente, no sufrieron el tratamiento que corresponde.

Ya instalada en la provincia, el Senasa dispuso primero un cordón sanitario en torno de 250 hectáreas en Maipú, a la vez que prohibió el traslado de uvas desde allí hacia otras zonas. Paralelamente, decidió que todos los camiones que participaran de la vendimia en esa zona provincial debían ser conveniente desinfectados una vez terminada la tarea diaria.
 
Sin embargo y, pese a esas advertencias, el flagelo se diseminó hacia otras zonas, especialmente del Norte y Este provincial. Debe consignarse también que la polilla no afecta la calidad del vino, pero sí tiene incidencia en los quintales cosechados en razón de que su principal "alimento" es la uva.

En un principio, el plaguicida era entregado por el organismo nacional y los productores debían hacerse cargo de la aplicación, En cambio, en los dos últimos años el Senasa mantiene la exigencia, pero determinó también que sea el productor el que se haga cargo del costo del plaguicida. De no hacerlo, serán sujetos a multas, como sucedió el año pasado.

El problema radica en que esta situación se da en un momento en que el vino tiene un precio muy bajo, cuando la rentabilidad del productor es mínima o nula, razón  por la cual resulta incomprensible cargar a los pequeños productores con un nuevo gasto.

De allí que el planteo de las entidades del sector se centre en que sea el Senasa el que otorgue el plaguicida en forma gratuita a los productores más pequeños y por ende más afectados. El restante planteo efectuado por las entidades también es coherente y debe ser considerado. Piden que se implemente un manejo integrado de la plaga, para lo cual han solicitado al INTA que convoque a una reunión de sectores a los efectos de definir una estrategia que permita resultados más eficaces.

Las dificultades generadas por la polilla de la vid son serias y exigen la participación de todos. Hubo un error que permitió el ingreso y luego cientos de errores que permitieron su expansión, porque los productores también tuvieron parte de culpa al no cumplir con las disposiciones del Senasa. Pero no es el momento de echar culpas. Es hora de actuar y la primera medida debería ser la de entregar el plaguicida en forma gratuita a quienes no tienen posibilidades de compra y, a partir de allí, profundizar las acciones a lo largo y a lo ancho de la provincia.

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