De la mano de las redes sociales vinieron las abreviaciones, la eliminación de las comas, la ausencia de acentos y el festival de puntos y comillas mal puestos. Cualquiera se preguntará ¿Por qué es importante la ortografía? Sacarle un acento a esta pregunta da una pista. Porque es importante la ortografía. Las dos cosas no significan lo mismo. La primera se pregunta el porqué y la segunda es una afirmación.
El mal uso del lenguaje nos lleva a tener más malos entendidos, peleas sin sentido y polémicas en las redes basadas en problemas inexistentes.
No es lo mismo “No tengo margen de tiempo” que “No, tengo margen te tiempo”. No es igual Pepe dijo: “No voy a la pileta” que Pepe dijo que “no voy a la pileta”. ¿Quién no va a la pileta? ¿Pepe o el que escribe? “Mi hermana renuncia al puesto”, aseguró el ministro. El ministro dijo que “mi hermana renuncia al puesto”. En el segundo caso: ¿Quién renuncia al puesto? ¿Tu hermana y lo anunció un ministro?
Algunos dicen que la obsesión ortográfica es absurda, que la pelea por la buena escritura está perdida porque todo el mundo se entiende igual. ¿Es lo mismo: “A comer chicos” que “A comer, chicos”. No. Los primeros son caníbales que comen niños. Los segundos están llamando a los chicos a comer. No da igual “Qué te pusiste” que “que te pusiste”. O “Papá agoniza” que “Papá, agoniza”. En la segunda oración estamos mandando al padre a que agonice, a que se pudra.
“Cómo te gusta” y “como te gusta” y “cómo, te gusta” son tres cosas distintas. Las tres, mandadas en un WhatsApp o en un mensajito en Instagram, pueden prestarse a muy malos entendidos. Cómo te gusta quiere decir lo mucho que te gusta. Pero Cómo, te gusta es “cómo puede ser que te guste”. Como te gusta, en cambio, debería seguir con alguna otra afirmación: “Como te gusta manejar con música, te traje canciones nuevas”.
Está la célebre anécdota de Domingo Faustino Sarmiento ante una persona que no le encontraba sentido a las comas. “El maestro dice: el inspector es un ignorante”, escribió en una pizarra. -Yo nunca diría eso de usted-, le contestó el hombre. Y Sarmiento escribió: “El maestro, dice el inspector, es un ignorante”.
La confusión de géneros también está dando igual. Este agua. Este arma. Duelen los ojos al leerlo. Arma es femenino: arma blanca. ¿A colación de qué se dice “este”, si es “esta”? Sólo que se dice “él” para que no se junten acentos del artículo con el principio de la palabra femenina. ¿Este arma? ¿El siguiente paso va a ser decir “agua turbio”, “arma blanco” o “agua salado”?
¿Cómo se aprenden estas cosas? ¿Los chicos, para poder sostener diálogos medianamente cuerdos en las redes, tienen que leer de memoria manuales de ortografía?
La respuesta es tan simple como centenaria: leyendo. Leyendo libros, que son publicaciones revisadas, corregidas, chequeadas y editadas con tiempo. Literatura de siempre, clásicos que no mueren. Una vida entera no alcanza para la cantidad de libros divertidos y bien escritos que, a la larga, ayudan a entender al otro, a expresar sentimientos y a ampliar la capacidad de razonar.
Eso sí: se debe inculcar la paciencia para seguir el hilo de la lectura, para madurar una historia, para detenerse, para tocar algo que no sea touchscreen.
Porque una generación a la que le dé igual va a seguir agrandando la grieta. Va a aumentar los malos entendidos, la falta de diálogo. Va a escribir: "Te quiero bella", en lugar de "Te quiero, bella". La primera es un imperativo: ponete linda porque si no, no te querré. La segunda es una declaración de amor.
Si todo da igual, si todo es lo mismo y si seguimos suprimiendo los “palitos” que son las comas y los acentos y poniendo comillas locas vamos camino a la gran confusión global. Le maestra dijo que “no voy”. En ese caso no vamos a saber si es el chico el que no tiene que ir a la escuela o si es la maestra la que anunció que no irá.
La falta total de reglas nos llevará a una sociedad menos crítica, más peleadora, más incapaz de comprender y comprenderse y más perdida en un mundo saturado de información sin interpretar.
Dentro de un mes comienzan las clases. Ojalá los padres acompañen a los maestros que dan literatura y obligan a leer. Que no los insulten en los grupos papis de WhatsApp, que no despotriquen contra ellos y que no enseñen a los nenes a resumir de Taringa.
No esta mal. No, está mal. La segunda es la válida gracias a un palito.