Con Coldplay en una explosión de colores psicodélicos, y Beyoncé y Bruno Mars en un duelo coreográfico, el tradicional espectáculo del Super Bowl mantuvo en vilo el domingo a unos 65.000 espectadores y 150 millones de televidentes sólo en Estados Unidos.
Organizado en el entretiempo de la final de la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL) entre Denver y Carolina, el "show del Super Bowl" es siempre tan esperado como el partido mismo.
Rompiendo con la tradición de invitar a artistas conocidos por su espectacularidad y otras extravagancias, los organizadores optaron esta vez por el grupo británico Coldplay.
El cantante Chris Martin inauguró el espectáculo con uno de los temas más populares del grupo, "Viva la vida", sobre un escenario en forma de flor.
Chris Martin, cuya voz por momentos se hacía inaudible bajo la del público, cantó a continuación "Paradise" y "Adventure of a Ligetime", acompañando imágenes de espectáculos anteriores que mostraban a Michael Jackson, Whitney Houston y Bruce Springsteen, entre otros.
Allí subió al escenario Bruno Mars, acogido triunfalmente por su interpretación de "Uptown Funk".
Beyoncé entró entonces en escena para cantar "Formation", tras lo cual los dos artistas estadounidenses, ambos de negro y junto a sus séquitos de bailarines, se fueron acercando hasta quedar frente a frente en el momento culminante del espectáculo, cuyo presupuesto rondó los 10 millones de dólares.
El esperado show terminó con las estrellas juntas en el escenario mientras en las gradas los espectadores levantaban cartones de colores armando las palabras "Believe in Love" ("Cree en el amor").
Desde 2005, para evitar que se repitiera el "Pezongate", escándalo provocado el año anterior cuando Justin Timberlake destapó un pezón de Janet Jackson, el programa se difunde por la televisión estadounidense con cinco segundos de diferido.
Antes del comienzo del partido, en otro momento muy esperado, la excéntrica Lady Gaga interpretó el himno, esta vez sobriamente ataviada con un traje de chaqueta y pantalón rojo brillante.
El Super Bowl, seguida por un promedio de 120 millones de espectadores, entre ellos el presidente Barack Obama que se reúne cada año con amigos en la Casa Blanca, es también un acontecimiento importante para las marcas, que se exhiben en largas y repetitivas pausas publicitarias.
El evento hizo gastar a las empresas un promedio de cinco millones de dólares por una aparición de 30 segundos.